Turismo

Ruta del Infante Don Juan Manuel: una escapada entre viñedos, libros y monasterios

El viajero ávido de cultura y de la historia de España, pero también amante del buen comer y mejor beber, no debe dejar de conocer esta zona de la provincia de Valladolid bañada por el río Duero

Exterior de la Iglesia y Convento de San Pablo, en Peñafiel, donde está enterrado el Infante Don Juan Manuel
Exterior de la Iglesia y Convento de San Pablo, en Peñafiel, donde está enterrado el Infante Don Juan ManuelAyto. PeñafielLa Razón

Para este viernes, desde estas líneas del periódico La Razón queremos recomendar una ruta turística especial, dirigida a los viajeros ávidos de conocer cultura, patrimonio y una parte importante de la historia de lo que hoy es España ocurrida a finales del siglo XIII y principios del XIV, de la mano del Infante Don Juan Manuel, sobrino del Rey Alfonso X "El Sabio" y nieto de Fernando III "El Santo".

Un personaje ilustre, perteneciente a la más alta nobleza de Castilla, además de señor de la villa vallisoletana de Peñafiel gracias a la donación que le hizo Sancho IV, su tutor tras quedarse huérfano, lugar de sus amores y donde está enterrado, conocido también y sobre todo como el "Príncipe de las letras", por la pasión y devoción que sentía por escribir. Pero, sobre todo, por hacerlo de una manera sencilla y accesible para todos y con una narrativa muy didáctica para poder llegar al mayor número de lectores, teniendo en cuenta el analfabetismo de la época. Muestra de ello está su famoso Libro de Patronio o Conde Lucanor, su obra maestra y más conocida.

Se trata de una colección de cincuenta apólogos, que es una forma narrativa que utiliza la alegoría para mostrar un rasgo moral o filosófico, en la que se exponen soluciones sobre problemas de la salvación y de la honra. Estos apólogos se introducen en forma de dilema que el ‘Conde Lucanor’ plantea a su mentor, ‘Patronio’, quien le responde con un ejemplo con moraleja.

En ellos, el Infante mezcla fábulas orientales, relatos fantásticos, cuentos satíricos e incluso parábolas de la Biblia y otras obras recogidas de la transmisión oral.

 

¿Y qué ofrece esta Ruta al viajero?

Lo primero que hay que decir es que, ante todo, el turista que se acerque a alguno de los trece municipios vallisoletanos que forman parte de ellas, podrá no solo rendir culto al espíritu en alguno de los grandes e importantes monasterios, así como saciar su apetito cultural, sino que, sobre todo, podrá dar rienda suelta a sus pasiones gastronómicas y vinícolas, puesto que se adentra en la Ribera del Duero, cuna de grandes vinos, y del cordero lechal, entre los platos estrella.

Para abrir boca, el viajero podría arrancar la ruta por Tudela de Duero, un municipio de unos 900 habitantes conocido por sus espectaculares espárragos y su feria de exaltación a finales de mayo. Un pueblo con un bonito casco histórico, apretado y laberíntico presidido por la iglesia de La Asunción, del siglo XVI, que alberga en su interior uno de los mejores retablos de la provincia, trabajado por artistas de la talla de Manuel Álvarez, Juan de la Maza o Gregorio Fernández. Otro de sus retablos expone una talla de Juan de Juni. La portada del templo, también digna de admirar, fue realizada por Juan de Escalante.

El espárrago de Tudela de Duero se caracteriza por su gran tamaño y grosor, y por su jugosidad en la boca
El espárrago de Tudela de Duero se caracteriza por su gran tamaño y grosor, y por su jugosidad en la bocalarazon

Las ermitas del Humilladero de la Quinta Angustia, del siglo XVI, utilizada en la actualidad como sede de exposiciones temporales, y la del Santo Cristo, también del siglo XVI.

Tras Tudela y siguiendo la N-122 junto al río Duero que nos une con Portugal, el turista se encuentra con Sardón de Duero que, según el diccionario, sería un arbusto pequeño de encinas, que es el significado de sardón.

Un pueblo donde sobresale la iglesia de San Bautista, del siglo XVI también, pero, sobre todo, el Monasterio de Santa María de Retuerta, declarado Bien de Interés Cultural, situado a unos dos kilómetros del centro del municipio por la carretera nacional en dirección a Soria.

Un enclave sin igual rodeado de viñedo en el que destaca su construcción románica del siglo XII con estructura benedictina, donde el claustro fue reformado en estructura herreriana en el siglo XVI, siendo la Hospedería ya del XVIII. Actualmente es sede de la afamada Bodega Abadía Retuerta, donde se elaboran grandes vinos fuera de la DO Ribera de Duero, de una excelente calidad, además de un hotel para desconectar del mundanal ruido. "Un lugar único donde el tiempo se para y la vida se siente, donde la historia trasciende y prevalece y donde la tradición y la cultura permanecen intactas", según reza su web.

El tercero de los pueblos donde hacer parada y fonda en nuestro peregrinar por la Ruta del Infante Don Juan Manuel es Quintanilla de Onésimo, también junto a la N-122.

En esta localidad nace el Canal del Duero, que abasteció de agua a Valladolid desde el último tercio del siglo XIX, según apuntan en el ayuntamiento. Se inauguró en 1886, y para su construcción se aprovechó la presa formada en el río para los molinos de harina (hoy el Hotel Fuente de la Aceña) y papel. Sirvió para unir por medio del agua, al pueblo de Quintanilla con la capital.Desde mediados del siglo XX su finalidad principal ha sido el regadío, para lo cual fue necesario construir varias acequias, que toman sus aguas del Canal y las distribuyen por las zonas circundantes. La abundante vegetación de ribera que se alinea junto a su curso hace especialmente agradable el paseo.

Canal del Duero
Canal del DueroMinisterio AgriculturaLa Razón

Hoy se puede disfrutar de un magnífico paseo entre el río y el canal que transcurren paralelos desde Quintanilla hacia Sardón y admirar la riqueza paisajística y arquitectónica del mismo. Igualmente, el Hotel la Aceña, está construido sobre la antigua fábrica de harinas de las que conserva gran parte de su estructura, como son las compuertas que permitían la entrada del agua para mover las muelas.

La Iglesia Parroquial de San Millán, la ermita de San Roque, los antiguos lavaderos restaurados, donde antiguamente se lavaba la ropa en los pilones y que ha quedado como resto de la arquitectura tradicional, son otros de los atractivos turísticos de esta localidad.

Antes de llegar a Peñafiel cuna del infante Don Juan Manuel, el turista deba hacer un inciso en el monasterio cisterciense de Santa María de Valbuena, en la otra orilla, en los viñedos de Vega Sicilia, hasta llegar a Quintanilla de Arriba, donde destaca la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, un edificio barroco del siglo XVIII, de piedra, o la ermita del Cristo, situada en una cuesta donde se pueden contemplar unas vistas del pueblo espectaculares. Tierra de viñedos y bodegas subterráneas y también de setas y níscalos cuando es la temporada.

Yacimiento vacceo de Pintia
Yacimiento vacceo de Pintialarazon

Poco antes de Peñafiel se encuentra Padilla de Duero, una pedanía de la peña más fiel de Castilla, donde se ubican los yacimientos de la ciudad vacceo-romana de Pintia, cuyos restos se identificaron con la ciudad de Valladolid. En el yacimiento destaca el poblado de las Quintanas, que ha sido declarado Bien de Interés Cultural. En Padilla hay unas charcas o lagunas también dignas de ver y disfrutar de una ruta de senderismo o en bicicleta.

Un lugar con una gran variedad de flora y fauna, tanto estacional como migratoria.

Peñafiel es la siguiente parada. Cuna de la Ribera del Duero, esta Villa milenaria es abrazada por su medieval castillo desde lo alto de un cerro que protege a los peñafielenses y desde el que se dominan hasta siete valles distintos .

Una fortaleza que acoge al Museo Provincial del Vino y que está mejorando una de sus zonas para ofrecer al turista una visita integral al castillo, Monumento Nacional desde hace más de cien años y, sin duda, una de las mejores fortalezas conservadas de España.

Pero Peñafiel es vino y patrimonio y cuenta con decenas de bodegas entre las que sobresalen la Protos, que en 2025 cumplirá cien años, o Pago de Carraovejas, y que ofrecen una experiencia enoturística sin igual y, de hecho, son dos de las bodegas más visitadas en la Ribera de Duero y en España, que dan lustre a una Villa en la que el cordero lechal es su plato estrella, y que cuenta con la Bajada del Ángel, durante el Domingo de Resurrección, como una fiesta de interés turístico nacional., que se celebra en la medieval Plaza del Coso, conocida también porque alberga las capeas y festejos taurinos de las fiestas patronales en Honor a la Virgen y San Roque de agosto

Una pareja con su perro contempla la vista del castillo de Peñafiel desde la Plaza del Coso
Una pareja con su perro contempla la vista del castillo de Peñafiel desde la Plaza del CosoAyto. PeñafielLa Razón

El turista puede ver la Casa Museo de la Ribera, uno de los mejores ejemplos de arquitectura tradicional conservados, donde un grupo de actores sitúa al visitante en una casa de principios del siglo XX.

El Museo de Arte sacro en la Iglesia de Santa María es otra de las paradas obligadas, al igual que el Convento de Las Claras o la Iglesia de San Miguel de Reoyo.

Iglesia y Convento de San Pablo,

Pero, sobre todo, lo que el viajero no debe perderse en esta Ruta es la Iglesia y Convento de San Pablo, situada sobre el antiguo alcázar de Alfonso X El Sabio, donde nuestro protagonista, el Infante Don Juan Manuel, levantó en 1324 el actual convento gótico-mudéjar donde se hizo enterrar. Este emblemático monumento peñafielense fue declarado Bien de Interés Cultural en 1931 y actualmente se puede visitar de manera libre o guiada.

El exterior destaca por sus arcos realizados en ladrillo, en estilo gótico mudéjar, que contrastan radicalmente con la rica decoración de la capilla funeraria de los Manuel, construida dos siglos más tarde en estilo plateresco, y una pieza sobresaliente del Renacimiento español. Construida en piedra caliza muy blanca, se conserva en muy buen estado, es uno de los atractivos de Peñafiel para los amantes del turismo cultural.

La siguiente parada de esta Ruta y de camino a Pesquera d Duero tiene también castillo. O mejor dicho, dos. Se trata de Curiel de Duero, la puerta de entrada al Valle del Cuco. Su casco histórico es un reflejo del esplendor medieval de este municipio, y cuenta con el título de ser uno de los pueblos españoles con más castillos por número de habitantes. Pues, además de la antigua fortaleza del cerro, a sus pies, se levanta otra: el Palacio fortificado de los Zúñiga.

El municipio vallisoletano tuvo un pasado romano, como así lo atestigua la moneda de cobre del emperador Arcadio encontrada entre los restos arqueológicos del castillo de arriba, conocido como el de Doña Berenguela, que es el más antiguo de la provincia de Valladolid.

En Curiel de Duero está también el Museo Etnográfico, donde el turista puede ver de cerca un arado romano, un trillo, bieldas, medias fanegas, arreos del ganado, utensilios y herramientas para la elaboración del queso y vino; aparatos de medida, piedras de molino, enseres de una casa de labranza y material y mobiliario de un escudo de la época.

Castillo de Curiel de Duero
Castillo de Curiel de DueroRuta del Vino Ribera del DueroRuta del Vino de Ribera del Duero

Muy cerca de Curiel se encuentra Pesquera de Duero, municipio vitivinícola donde los haya y muy emprendedor, por cuanto es de los pueblos de España con más empresas, en proporción a sus habitantes.

Junto al río, en un recodo, Pesquera muestra el turista una hermosa perspectiva del conocido como barrio de las bodegas, horadadas sobre la ladera de un pequeño cerro. La localidad cuenta con una plaza Mayor porticada a la que se accede por un arco. Sus principales edificios son la iglesia de San Juan Bautista y las ermitas del Humilladero y Nuestra Señora de Rubialejos.

El vino y los viñedos son protagonistas esenciales de esta localidad que cuenta con históricas bodegas como Tinto Pesquera, Dehesa de los Canónigos o Emilio Moro, entre muchas otras, que pueden visitarse y disfrutar de una experiencia espectacular, y que son seña de identidad de la Ribera de Duero.

Tras Pesquera d Duero, la Ruta del Infante Don Juan Manuel nos lleva hasta otro territorio vitivinícola como es Valbuena de Duero, donde se encuentra el monasterio de Santa María de Valbuena, mencionado anteriormente, aunque ahora llegamos por otra vía. Un lugar mágico, sede de la Fundación las Edades del Hombre, en el que el turista puede conocer un bonito patrimonio en el que destaca el cenobio cisterciense del año 1143.

Claustro del Monasterio de Santa María de Valbuena
Claustro del Monasterio de Santa María de ValbuenaEduardo MargaretoIcal

En su interior destacan el claustro -gótico, renacentista y cisterciense- y la capilla del Tesoro o de San Pedro, con unas interesantes pinturas murales del siglo XIII.

Un municipio en el que, además de bodegas como Matarromera o Emina, con su Centro de Interpretación Vitivinícola, también del grupo que lidera Carlos Moro, son de visita obligada para empaparse de la cultura del vino.

Olivares de Duero, Villabáñez y, finalmente, Renedo de Esgueva, son las tres últimas paradas de esta Ruta turística por tierras castellanas.

El primero de ellos, Olivares, presume de su hermoso retablo renacentista de su iglesia de San Pelayo, una de las obras cumbre del Renacimiento español. Además de algunas tallas, del círculo de Guillén de Holanda, tiene 51 tablas, con influencia, entre otros, de Juan Soreda -el Maestro de Olivares- Durero, y Berruguete. Además, en el cercano páramo se han hallado recientemente las evidencias más antiguas de la utilización humana del fuego en toda la Península.

En cuanto a Villabáñez, en el valle del río Jaramiel, el turista no puede dejar de ver la iglesia de La Asunción, levantada entre los siglos XVI y XVII.

Cuenta también con un notable retablo realizado por la escuela de Gregorio Fernández. En las afueras se ve la ermita del Santo Cristo de la Guía, con importantes tallas en su interior.

Finalmente, ya en el valle del Esgueva se encuentra Renedo de Esgueva, donde se ubica el Valle de los Seis Sentidos, un gran parque infantil que gestiona la Diputación.

Un grupo de niños juegan en el Valle de los Seis Sentidos de Renedo de Esgueva (Valladolid)
Un grupo de niños juegan en el Valle de los Seis Sentidos de Renedo de Esgueva (Valladolid)Leticia PérezIcal

También destacan las bodegas de Renedo que se encuentran ubicadas en el cerro del “Castillo”, de más de un siglo de vida, donde las peñas guinderas se cobijan durante su fiesta patronal, mientras el resto del año son utilizadas de forma privada.

El viajero puede también pasear por el Sendero Verde, una ruta ecológica para cicloturistas y andarines; visitar La iglesia de la Inmaculada o Purísima Concepción o ascender hasta El Pico de Uris es un mirador con leyenda. Es uno de los puntos donde se pueden ver los paisajes más inmensos sobre Valladolid y el final del Valle Esgueva. Su altitud se eleva a 849 metros.