Cataluña
Einstein: «Los argumentos de la religión a favor de Dios son infantiles»
Una subasta da a conocer algunos documentos desconocidos del gran físico alemán
Todavía aparecen sorpresas, documentos que nos permiten conocer algo mejor el pensamiento de Albert Einstein. En estos días una subasta en RR Auction recupera algunas cartas del físico alemán y que nos ayudan a comprender mejor su pensamiento, uno de los más influyentes del siglo pasado. Las que se reproducen a continuación reflejan dos momentos concretos en la vida de Einstein, dos episodios diferentes, aunque complementarios al mismo tiempo. Uno de ellos está vinculado con su célebre teoría de la relatividad y el otro nos aporta más datos sobre su relación con la religión.
Nos tenemos que trasladar a 1919, un año importante a nivel personal para Einstein porque se divorcia de Mileva Maric, con la que ha tenido dos hijos, para casarse con Elsa, una prima suya. Es una figura de reconocido prestigio gracias a sus descubrimientos. Cuatro años antes había publicado un estudio que había dado mucho que hablar, «Fundamentos de la teoría general de la relatividad», en la revista «Annalen der Physik». El 19 de junio de 1919, Albert Einstein redactó una carta, inédita hasta ahora, en la que replantea el concepto de éter. El joven Einstein, con solamente dieciséis años, había escrito su primer ensayo sobre la física teórica titulado «Sobre la investigación del estado del éter en un campo magnético». En ese momento, en el de la redacción de aquel texto, tal y como explica su biógrafo Walter Isaacson, «los científicos concebían la luz simplemente como una onda». Eso quería decir que, según apunta Isaacson, «el universo debía contener una sustancia omnipresente, aunque invisible, capaz de experimentar ondulaciones y propagar así las ondas». Esa sustancia se denominaba éter y Einstein, en ese momento, estaba de acuerdo con ese planteamiento.
En el momento de redactar la carta, las cosas habían cambiado. En este importante documento manuscrito, reconoce la importancia del éter dentro de sus planteamientos científicos argumentando que «la teoría especial de la relatividad se basa en el conocimiento de que no puede haber una cuestión de tal estado de movimiento [del éter]», afirma aquí Einstein. «Si uno quiere hablar del éter como “portador” de los fenómenos electromagnéticos, entonces este portador tiene que ser algo completamente diferente de lo que de otra manera llamamos “cuerpo”, porque no se puede hablar de “movimiento” con él. En estas circunstancias, parece mejor abandonar todo el concepto y hablar más de campos electromagnéticos y gravitacionales, pero no considerarlos como estados de otra cosa». Einstein concluye enérgicamente que «sólo estos campos [gravitacionales y electromagnéticos] aparecen en las leyes [de la física]», señalando la relatividad general como el contexto intelectual necesario en el que la cuestión del éter debe resolverse.
La otra carta destacada en esta subasta en RR Auction nos lleva hasta los últimos de vida de Einstein. En 1935 había tomado la decisión de residir en Estados Unidos y pedir la ciudadanía. Priceton se convirtió en su hogar y en su base de operaciones. Desde allí escribió cartas como la siguiente, escrita el 5 de noviembre de 1953, un año y medio antes de su fallecimiento. En respuesta a Lester Murphy que le había proporcionado una copia del libro del biofísico y filósofo Pierre Lecomte du Noüy titulado «Human Destiny». En el ensayo, Du Noüy usaba la ciencia para preguntarse sobre si Dios existe o qué es el alma, temas que interesaban profundamente al Premio Nobel. Por todo ello, Einstein redactó esta carta de agradecimiento por la recepción de la obra, además de incluir algunas opiniones sobre estos asuntos. En este sentido, el físico asegura «gracias por enviarme su manuscrito y el libro de Lecomte de Nouy. Encuentro al hombre interesante en lo que cuenta sobre nuestro conocimiento en paleontología y sus dudas sobre la opinión de que la selección natural ha dado una explicación satisfactoria de la tendencia hacia una creciente organización y diferenciación en el mundo orgánico. Pero debo confesar que sus argumentos a favor de la religión tradicional con un Dios planificador me parecen bastante infantilmente antropomórfico».
Un poco antes, en 1945, se había expresado igualmente crítico con los planteamientos de la religión católica. En aquel momento, en otra carta, Einstein aseguraba que «desde el punto de vista de un sacerdote jesuita soy, por supuesto, y siempre he sido un ateo. Sus contra argumentos me parecen muy correctos y difícilmente podrían estar mejor formulados. Resulta siempre engañoso usar conceptos antropomórficos al tratar con cosas que están fuera de la esfera humana»,
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