Pandemia

“De cuatro bares que fuimos solo en uno nos pidieron el pasaporte covid”

La aplicación del certificado en la noche de Barcelona varía mucho dependiendo de la tipología de local, del día de la semana o del humor de los camareros

Un camarero comprueba el pasaporte covid de un cliente en un bar
Un camarero comprueba el pasaporte covid de un cliente en un barMarta PérezEFE

Dos semanas después de que el pasaporte covid entrara en vigor para acceder a bares, restaurantes y gimnasios, la sensación es agridulce. Si bien la medida cuenta con un amplio consenso, de poco ha servido. Cataluña volvió a registrar ayer más de 4.000 contagios y el número de ingresados superó el umbral de las mil personas.

Basta un simple paseo por la Barcelona nocturna para descubrir que la exigencia del pasaporte covid es cuanto menos desigual. Mientras en las zonas más turísticas, como las Ramblas, brilla por su ausencia, en el ocio nocturno depende mucho de la tipología de bar y del día de la semana, como también de la afluencia y del humor de los camareros. Cuanta más gente, es decir, jueves, viernes y sábado, menos se solicita el pasaporte por falta, al fin y al cabo, de personal. «Me entra un grupo de diez personas, tengo otras 30 dentro del local y me resulta imposible pedírselo a todo el mundo»; explica un camarero de un conocido bar de copas del barrio de Gràcia en Barcelona. «Así que suelo pedirlo a una o dos personas del grupo y con eso me apaño», añade. «Lo peor es que ya me he encontrado a gente que se ha encarado conmigo y nosotros no somos policías», explica.

Laura explica que el otro día estuvo con una amiga, sin vacunar, de cena y después se fueron a tomar algo. «Solo nos lo pidieron en un local de los cuatro que fuimos, el que tenía portero. Así que fuimos probando. Pero depende del día, en cafeterías me lo suelen pedir casi siempre». La figura del portero, en este contexto, cobra bastante importancia. En aquellos locales que lo tienen y se lo pueden permitir parece que la implantación es ejemplar. El portero de otro conocido bar explica que siempre pide el DNI e incluso, como un agente de frontera, hace alguna pregunta sobre los datos personales del interesado. «La verdad es que en apenas unas semanas me la han intentado colar varias veces. La cantidad de gente que viene con un pasaporte covid pero se han olvidado del DNI es sorprendente», explica. «Las discusiones no son muy habituales pero suceden. Sobre todo me he encontrado con jóvenes que han pasado la enfermedad y creen que ya pueden entrar, pero necesitan otra dosis. Si no, el lector del pasaporte me lo deniega», añade. Ese es otro de los problemas que acarrea el pasaporte covid: la verificación de la identidad. De hecho, el propio Gremio de Restauración ha pedido al Govern que lo aclare y en caso de que sea así que lo haga constar en la siguiente resolución.

La Generalitat es consciente y el viernes ya anunció su intención de solicitarlo al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en su proxima resolución. Es decir, la obligatoriedad de pedir el DNI para verificar la autenticidad del pasaporte covid en el momento de acceder al interior de un bar, restaurante, gimnasio o una residencia de ancianos. El conseller de Salud, Josep Maria Argimon, explicó que la aplicación del pasaporte covid «está funcionando en la mayoría de establecimientos». Sin embargo, también reconoce que hay locales que no piden ningún documento que acredite la identidad de quien entra. Por ello, apunta, «es conveniente que se presente el documento nacional de identidad» al tiempo que se verifica el código del certificado covid. También anunció que se realizarían controles aleatorios, de los que todavía no se tiene constancia, para asegurar el uso del pasaporte covid. Una de las patronales del sector, la FECASARM, asegura que los locales hacen lo que pueden cumplir la normativa. No se lo pone fácil, dicen, que la web para leer los códigos QR no funcione correctamente. «Algunos empresarios nos han manifestado que en las horas punta de desayuno, almuerzo y cena el sistema se colapsa», han asegurado. Reclaman que se ponga solución mediante «la aplicación que el gobierno dijo que desarrollaría y que serviría para evitar que todo vaya vía web».

La Generalitat, como el resto de administraciones públicas en España, tienen a su favor la poca resistencia que la población ha demostrado frente a la vacunación o el pasaporte covid. Pero a la vista de lo ocurrido en otras ciudades europeas haría bien en no confiarse. Al fin y al cabo cuesta entender como una población que ha cumplido a rajatabla con su parte se encuentra ahora con una sexta ola pese a rozar el 80% de vacunación. El sábado, sin ir más lejos, Barcelona vivió una manifestación que, aunque anecdótica, es la más numerosa hasta la fecha contra el pasaporte covid. Unas 3.000 personas protestaron por el centro de Barcelona con consignas que iban del «Estado totalitario» a la estrella de David.