Sucesos

Los osos vuelven a devorar ovejas en los Pirineos

El gobierno comarcal de Aran confirma la denuncia de un ganadero de Gessa. Habitan 70 plantígrados en la zona

Los restos de la oveja muerta
Los restos de la oveja muertaGoogle

Durante bastantes años, el asunto quedó bastante bastante olvidado, al menos lejos de las comarcas de los Pirineos. No había conocimiento de ataques de osos a ningún animal, también quizá por la escasísima población de ellos en la cordillera. Pero el año pasado saltó la alarma, y esta misma semana se ha confirmado. Han vuelto las agresiones.

En un principio, únicamente eran sospechas, pero lo ha confirmado el propio gonbierno comarcal del Conselh Generáis de Aran. Han vuelto, y en forma. Ocurrió el pasado lunes en Gessa, una pequeña población de la comarca. Un ganadero denunció la muerte de una oveja, con pruebas gráficas que evidenciaban que solo podía tratarse del ataque de un animal salvaje.

El ganadero explicó lo ocurrido, pese a que tiene a dos mastines vigilando su manada. Pero nada pudo evitar el ataque del plantígrado, y se encontraron restos de huesos en las cercanías. Estaban casi todas las ovejas desperdigadas, por la mañana. Según explicó el empresario, Eduard Melero, en los últimos años vuelven a ser más o menos habituales las agresiones de osos en ese paradero.

De nuevo, como es habitual en cada ataque, el ganadero aprovechó para pedir más ayuda a las administraciones y más vigilancia, problemas que se oyen cada año, sobre todo cuando aún no ha llegado el verano. La nieve favorece y mucho las agresiones.

Hace tres semanas el propio Conselh descartó de forma oficial la muerte de un ternero a manos de un oso en Tredòs. Pero en esta ocasión si que ha admitido que hay una intervención del plantígrado. La administración tiene calculado que habitan los Pirineos catalanes unos 70 osos, una cifra sensiblemente superior a la de hace años.

Un aviso fuerte ya llegó el verano pasado. La citada administración comarcal confimó cuatro ataques de osos casi seguidos, y en apenas siete días. Fue la prueba definitiva de que se había roto la (ficticia) “paz” de los años anteriores. Una de estas agresiones fue precisamente en el sitio protagonista esta semana, Gessa.