Exposición
Robert Doisneau, más allá de la fotografía de un beso
FotoNostrum acoge la primera retrospectiva en Barcelona dedicada al fotógrafo francés
París, los parisinos anónimos y conocidos, las calles, las callejuelas, las orillas del Sena. Todo ello fue captado por la cámara de Robert Doisneau, una de las miradas más importantes del siglo pasado, un autor que supo fusionar la realidad con el lirismo del blanco y negro. El responsable de una de las más icónicas fotografías de todos los tiempos es el protagonista de una importante exposición que puede verse en FotoNostrum.
Hablamos, y realmente sin exagerar, de un verdadero acontecimiento porque es la primera retrospectiva que se le dedica a su obra en Barcelona y que cuenta con el apoyo del Atelier Robert Doisneau, gestionado por las hijas del artista.
La muestra reúne medio centenar de imágenes, probablemente las más representativas del maestro, prácticamente siempre con la capital francesa como protagonista. Los grandes temas que pasaron ante el objetivo de Doisneau están presentes en Barcelona, en un viaje que abarca desde 1934 hasta 1971.
El gran fotógrafo, pese a que se definía como alguien que no ocultaba su timidez, siempre demostró una gran comunicación con sus modelos, tanto los accidentales como los que voluntariamente habían posado para su cámara. Pero la magia de Doisneau es también lograr que el entorno sea el otro protagonista, produciéndose un diálogo único. Por esa razón le gustaba decir que «toda mi vida me divertí, hice mi propio pequeño teatro». Hasta el final estuvo trabajando, como demuestran los más de 45.000 negativos que dejó.
Robert Doisneau ha pasado a la historia por muchas imágenes, pero hay una que lo perseguirá siempre y es la protagonizada por una pareja que se besa en las calles parisinas sin importarles el entorno urbano que los rodea. Todo ello ocurre frente al Ayuntamiento de París, poco después de que la ciudad hubiera sido finalmente liberada de los nazis. Ese beso sí puede verse ahora en Barcelona y no se rehúye la polémica que lo ha perseguido, con las muchas teorías sobre cómo y cuándo fue capturado ese instante. Titulada «Le baiser de l’hôtel de ville», la imagen fue preparada por el fotógrafo y se convirtió con el tiempo en un verdadero quebradero de cabeza para su autor. Convertida en protagonista de carteles y postales, una pareja demandó a Doisneau asegurando que eran ellos. También lo hizo la modelo que el artista contrató. Todos lo único que querían eran los beneficios económicos logrados por el talento del artista.
El director de Foto Nostrum, Julio Hirsch-Hardy, apuntó ayer, durante la presentación de la muestra que Doisneau ofrece «una perspectiva romántica, que yuxtapone lo ordinario con humor e ingenio, y encuentra la belleza en la rutina de la vida cotidiana». Esa cotidianidad se apoya, por ejemplo, en los anónimos clientes de los cafés o en los niños que se piensan su intervención en el colegio.
La mayoría de los protagonistas de estas fotografías son gente anónima, pero también hay algunos iconos culturales. Es el caso del poeta Jacques Prévert que aparece mirando distraído mientras descansa en la terraza de un café en compañía de su perro. Pero probablemente la más celebrada de esas instantáneas fue la que tuvo como protagonista a Pablo Picasso. Sin saberlo, el fotógrafo fue el responsable del más conocido de los retratos que se hicieron al genio malagueño. Pese al blanco y negro, podemos deducir que Picasso está moreno gracias al sol de la Costa Azul, concretamente de Vallauris en 1952. Vestido con su inconfundible camiseta de rayas, el pintor esconde sus manos bajo la mesa sobre la que hay dos panes.
Igualmente curioso y, sobre todo, divertido, es ver retratado a Jacques Tati como el protagonista de «Un día de fiesta», aunque con la bicicleta desmontada para sorpresa de todos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar