Opinión

Sobre beber

El acto de beber en exceso cuenta en castellano con un copioso y curioso vocabulario

Estado de ebriedad
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Le tomo casi prestado el título de la entrada de hoy a Kingsley Amis, escritor, maestro de bebedores y autor de «Sobrebeber», que se anunció cuando fue publicado (en 2014) como la obra cumbre del pensamiento etílico. Pero no es de Amis ni de su libro de lo que voy a hablar, sino del copioso y curioso vocabulario con que los hablantes de la lengua castellana han dado en llamar al beber más de la cuenta, esto es, al vendimiar en demasía.

Borrachera es la palabra más común para designar el estado de la persona que se ha pasado de vasos, y si uno quiere dárselas de fino puede recurrir a ebriedad o embriaguez, pero son las dos bastante feas, sobre todo la segunda, y mejor irse por los cerros de la inventiva popular, que las ha acuñado mucho más bonitas y expresivas: castaña, cogorza, curda, curdela, humera o jumera, juma, melopea, merluza, mona, moña, pedo, tajada, torrija, tranca, trompa, turca... y alguna otra más que se me queda en el tintero, digo en el vaso.

Otro tanto ocurre con borracho, que se puede sustituir por ebrio y embriagado o, tirando del hablar plebeyo, por achispado (que se dice del que lo está solo a medias), beodo, briago (en México), chispo, mamado... Si acudimos a los verbos que designan el exceder los límites en el hábito del bebercio, ahí están emborracharse y embriagarse, pero también ajumarse (de humo), alumbrarse, pimplarse, cocerse, encurdarse, mamarse..., todos con la etiqueta de autenticidad del diccionario de la Real Academia; y aunque no los hayan autorizado los señores académicos, circulan además por la calle bufarse, columpiarse, enfilarse y entromparse.

Hacen asimismo referencia al mismo acto otras expresiones, como «dar un lingotazo», «estar bolinga», «estar como una cuba», «estar curda» y ahora, según dicen, «alzar o levantar vidrios».

Aunque sin duda es «empinar el codo» la más ajustada y plástica manera de nombrar la afición que Noé fue el primero en cultivar: «Bendito sea Noé, / que plantó el primer sarmiento; / a unos les quita la sed / y a otros el entendimiento», reza la simpática copla que se les cantaba en el pueblo a los novios el día de la boda acompañando un baile tradicional.

Termino con un breve apunte etimológico: cogorza es probable que proceda del latín vulgar «confortiare», «confortar»; melopea deriva del francés «mélopée», y este del griego «melopoiía» «melodía, música» (¡la melodía del vino: el glop-glop al bajar por la gola, como el gluglú del agua en la fuente!); y «turca» proviene de «vino turco»», expresión utilizada en germanía (la jerga de ladrones y maleantes en los siglos XVI y XVII) para designar al vino puro por no estar bautizado –es decir, rebajado con agua–, como les ocurría a los habitantes de esa nación.