Astronomía

¿Tú también echas de menos a Plutón como planeta?

Si sigues aferrándote a la idea de que Plutón es el noveno planeta del Sistema Solar, tienes a una parte de la comunidad astronómica de tu lado. Aunque la definición oficial de “planeta” no incluye a Plutón, la nostalgia y también algunos argumentos científicos amparan a quienes siguen considerándolo un planeta de pleno derecho.

Imagen de Plutón: una esfera de color blanquecino con una zona marrón en la parte inferior.
¿Es Plutón un planeta?Dominio público

En el año 2006, Plutón dejó de ser un planeta de pleno derecho. Ese año, la Unión Astronómica Internacional (UAI) decidió actualizar la definición de “planeta” y, para el asombro de la sociedad, Plutón se quedó fuera. Lo que podría haber sido una disquisición técnica entre personas expertas acabó dividiendo a la comunidad astronómica aficionada y profesional de todo el mundo.

Según la nueva definición, para que un objeto sea un planeta debe cumplir tres condiciones. Debe orbitar el Sol, tiene que tener la masa suficiente para que su propia gravedad le dé forma aproximada de esfera, y tiene que haber despejado el espacio alrededor de su órbita de otros objetos. Plutón cumple las primeras dos condiciones, pero no la tercera. De modo que se quedó en planeta enano.

Pero Plutón había sido un planeta desde que se descubrió. Desde el siglo XIX los cálculos astronómicos predijeron la existencia de un cuerpo que orbitaba al Sol más allá de Neptuno, y en 1930 se observó el codiciado Planeta X. Desde tiempos de Galileo, un planeta era cualquier objeto grande y que se moviera en el cielo, y los cuerpos rocosos descubiertos en el siglo XIX, que ahora llamamos asteroides, también entraban en la categoría de planeta.

2 000 planetas en el Sistema Solar

Para mediados de aquel siglo, el número de asteroides conocidos superaba la centena y se les dio en considerar “planetas menores”. El resto, sumando Plutón, se afianzó como el conjunto de nueve planetas que aparecía en los libros de texto hasta hace pocos años.

Sin embargo, a medida que se fueron descubriendo más cuerpos orbitando el Sol a la altura de Plutón, comenzaron las dudas. Los parecidos con el propio Plutón eran inevitables: ¿contarían también como planetas? Si así fuera, nuestro Sistema Solar tendría más de dos millares.

A modo de presagio, a comienzos de los años 2000 el Planetario Hayden de Nueva York se negó a considerar a Plutón como el noveno planeta. Alegaron que preferían encontrar los puntos en común entre los diferentes planetas antes que contarlos, pero hasta los niños expresaron su rechazo a la decisión enviando cartas al director, Neil deGrasse Tyson.

Mientras tanto, se seguían descubriendo objetos más allá de Neptuno que tenían semejanzas con Plutón. Cuando se descubrió Xena (que después cambió su nombre a Eris) y se observó que era más grande que este, la presión sobre Plutón alcanzó un punto de no retorno.

Democracia, al rescate

Por eso, a finales de 2005, la UAI nombró un comité para establecer la definición definitiva de “planeta”. El comité consiguió reducir la propuesta a tres alternativas, pero la votación fue tan igualada que no lograron dar la cuestión por zanjada.

Ante la encrucijada, elevaron la cuestión a la asamblea general de la UAI. Por fin, en agosto de 2006 se aprobó la definición actual. Y Plutón se quedó fuera.

Lejos de significar una bajada de nivel para Plutón, para algunas voces esta nueva definición lo convertía en digno representante de la categoría de planeta enano. Pero la ciencia no es ajena a la nostalgia, y en muchos artículos científicos se sigue encuadrando a Plutón como planeta, sin apellidos.

Más allá de lo emocional, sin embargo, hay argumentos científicos para defender una definición más amplia de “planeta”. A lo largo de los siglos, el significado de este término (tanto para la comunidad científica como para la sociedad en general) ha cambiado varias veces, no siempre por razones claras.

Todavía a mediados del siglo XX, los asteroides aparecen nombrados como planetas en las publicaciones científicas. Planetas menores, pero planetas. Esta categorización era clave para apoyar la hipótesis principal de formación planetaria que se tenía entonces: la hipótesis nebular de Laplace.

Pero las investigaciones posteriores sobre la formación de los planetas restaron relevancia a esta clasificación. Al mismo tiempo, se estudió en detalle la composición geofísica de los asteroides, revelando claras diferencias con la composición de los planetas más grandes. En este contexto se produjo una súbita diferenciación de términos en las publicaciones científicas, y los asteroides dejaron de llamarse planetas.

El poder de lo simple

También las lunas se consideraban planetas hasta hace un siglo. Pero si salieron de esta categoría fue por la influencia de campos tan alejados de la ciencia como la astrología: para hablar sobre la posición de los astros, convenía tener pocos de cada clase, fuera cual fuera la definición. En las publicaciones astrológicas dejaron a las lunas fuera de la categoría de planetas, y la comunidad científica se adaptó a este uso. Mejor aún, en los años 1960, con la explosión de viajes espaciales, las lunas que descubrían las misiones se catalogaban como planetas.

De hecho, la ciencia planetaria de hoy en día estudia no solo lo que la UAI considera planetas, sino también sus lunas y los planetas enanos. Según algunas voces, la complejidad que adquiere un cuerpo celeste cuando tiene la gravedad suficiente para volverse esférico justifica elegir un término que los abarque a todos.

Con todo, hay quien defiende fervientemente la definición de la UAI. Además de la relevancia de que un cuerpo despeje el espacio alrededor de su órbita de otros objetos, la simplicidad de tener solo ocho planetas es, según estas voces, un punto a favor.

En lo que sí están de acuerdo ambos bandos es en el poco sentido que tiene establecer una única definición de “planeta”. La gracia está en el debate, argumentan. Eso sí, en 2014 un estudio predijo la existencia de un cuerpo que orbita al Sol, más allá de Neptuno, y que altera las órbitas de varios cuerpos cercanos. El investigador principal del estudio es firme defensor de la definición de “planeta” de la UAI. Pero algo debe de echar de menos, ya que su proyecto de investigación se llama “Buscando el Planeta Nueve”.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En sus orígenes, la astrología buscaba regularidades en el movimiento de los cuerpos celestes utilizando conocimientos avanzados de geometría y trigonometría. En este sentido, se puede considerar una protociencia, pero la superstición de que estos movimientos influyen en el comportamiento de las personas no está avalada científicamente. La astrología no cuenta con los procesos empíricos típicos de la ciencia, ni tampoco acierta de manera fiable en sus predicciones, como exigimos de las disciplinas científicas.

REFERENCIAS (MLA):