El Gallinero
Grande Villarreal CF
Prácticamente todos los valencianos, como el resto de España, anhelábamos ese triunfo por la simpatía que emana este club
Mucha felicidad nos proporcionó la victoria del Villarreal al filo de la medianoche del miércoles cuando Rulli detuvo la máxima pena a David De Gea. De portero a portero. Justo antes, como augurio de la que se le venía encima, el guardameta argentino del submarino amarillo le había marcado a su homólogo español del Manchester United con un disparo impecable e imparable.
Ahora bien, fue un trago difícil de digerir por la tensión, los nervios y el ansia. Eso sí, todo se da por bueno con el final feliz, como así fue. Contemplar cómo se disponían los gualdas y los rojos a disparar, contemplar cómo iban entrando los balones en el marco con alegría cuando los metían los primeros y con disgusto y decepción cuando lo hacían los adversarios, provoca el mejor clímax para la adrenalina. Así uno a uno hasta el vigésimo segundo fue una vivencia insuperable, única. Nunca había sucedido antes. Una dicha mayor que el triunfo «en el último minuto por penalti injusto» como le desean con saña los forofos de un equipo a sus contrarios, especialmente si son de la máxima rivalidad
Prácticamente todos los valencianos, como el resto de España, anhelábamos ese triunfo por la simpatía que emana este club y como resultado de una excelente gestión económica y deportiva llevada a cabo por la entidad que fundó, desarrolló y aún dirige Fernando Roig, aunque le haya pasado trastos a su hijo. ¡Cómo debió vivir la noche desde su casa al no poder presenciarlo en el campo! Cosas de la vida. ¿Qué pensó al recordar la compra del club en un bar a llegar a ser campeón europeo?.
Me alegré especialmente también por José Manuel Llaneza, su gran colaborador y alma con ellos de ese equipo desde el inicio, 24 años. ¡Con qué emoción se arrimó a los jugadores en el aquelarre final! Así es la vida.
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