Industria

¿Cómo lograr que un zapato de tacón sea cómodo?

Aunque no existe, objetivamente, un tacón perfecto, un estudio señala características que deben cumplir los modelos para ser más confortables

Un sujeto instrumentalizado con sistema de análisis de movimiento realiza un ensayo para estudiar el movimiento, la pisada y las presiones del pie con un modelo de calzado de tacón sobre un tapiz sensorizado, en el marco del proyecto Taconshoe
Un sujeto instrumentalizado con sistema de análisis de movimiento realiza un ensayo para estudiar el movimiento, la pisada y las presiones del pie con un modelo de calzado de tacón sobre un tapiz sensorizado, en el marco del proyecto TaconshoeMORELLEFE

Lograr que unos tacones de vértigo puedan ser confortables gracias a la aplicación de investigaciones biomecánicas, neurociencia o técnicas de infrarrojos es el objetivo de un proyecto de investigación pionero en el mundo que desarrolla el Centro Tecnológico del Calzado (Inescop) y que pretende aunar estética y comodidad.

”Tradicionalmente, el calzado de tacón no ha estado ligado a la comodidad, pero nosotros queremos cambiar la imagen de este tipo de zapatos y contribuir a través del conocimiento a generar confort”, afirma Francisca Arán, coordinadora de I+D+i de Inescop, centro integrado en la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunitat Valenciana (Redit).

El proyecto “Taconshoe”, pionero en el mundo, estudia cómo debe ser la curvatura o el quiebre de un tacón para que el zapato sea confortable a diferentes alturas, algo en lo que intervienen factores como la deformación del pie cuando se sube a un zapato de tacón, la distribución de presiones sobre la zona del metatarso y los dedos o la alteración en la forma de caminar que produce este tipo de calzado.

Arán señala que, en una época marcada por la pandemia en la que los usuarios buscan zapatos confortables y saludables, no se trata de “fijar cuál es la altura recomendable del tacón, sino de aumentar el confort en cada una de las alturas que se fabrican” porque, añade, “hay tantos zapatos de tacón ideales como personas”.

Para ello, se ha desarrollado una tecnología específica, un simulador de quiebres o curvaturas del pie que permite colocarlo a diferentes alturas entre 0 y 9 centímetros, con el fin de encontrar la posición que genere mayor confort, tras lo que se digitaliza el pie en 3D a la altura escogida y los parámetros de confort identificados.

Esa información se completa con un análisis de rayos X para ver la disposición de la estructura ósea del pie colocados sobre el tacón, un análisis biomecánico con sensores para estudiar cómo cambia la forma de caminar en altura, el uso de termografía de infrarrojos para medir la temperatura del pie en el interior del calzado o incluso la aplicación de la neurociencia.

Destacan que la neurociencia es muy útil para extraer información del usuario respecto a su percepción del confort. De hecho, esta tecnología ha permitido comprobar que conocer la marca del zapato determina si lo consideramos más o menos cómodo.

Aunque no existe, objetivamente, un tacón perfecto, el estudio señala características que deben cumplir los modelos para ser más confortables, como estar fabricados con materiales que faciliten la transpiración, la distribución de las presiones, la absorción del sudor y la durabilidad del producto para que este sea más sostenible, si bien Arán destaca que obviamente, lo primordial es hacer un “uso lógico” del tacón: “no es para dar caminatas durante horas”.

De momento, en Inescop siguen escaneando y digitalizando pies y tacones hasta conseguir el objetivo final, “un modelo de deformación del pie en altura que sea digital y se base en la inteligencia artificial y el big data”, una tecnología con la que “no haría falta probarse un zapato para saber si es cómodo”.

El reto es adaptar la industria del calzado a las demandas de digitalización y mayor sostenibilidad. Para ello, Inescop trabaja también en la creación de materiales y adhesivos sostenibles, en la nanotecnología para generar materiales más ligeros e inteligentes, en la generación de biopolímeros para la industria alimenticia y la agricultura a partir de los residuos de piel del calzado e incluso introducen la robótica colaborativa en sus procesos de producción.

Pero, sobre todo, persiguen generar conocimiento para que las empresas de calzado respondan a las necesidades de un público que desde el inicio de la pandemia ha visto cambiar sus prioridades ya que, como explica Arán, “ahora prima más la búsqueda del confort y el bienestar y se busca calzado cómodo, saludable y sostenible”.

Del videojuego a la zapatería

Del mismo modo, otro proyecto del centro tecnológico, el “Sivitremar” es pionero en la utilización de Phisically Based Rendering (PBR) una tecnología que proviene del mundo de los videojuegos y que permite dotar a cualquier imagen virtual de un “realismo sorprendente, dinámico y en tiempo real”.

Esta tecnología, que nunca antes se había empleado en la industria del calzado, evita que la empresa tenga que fabricar muestras físicas de sus productos, con el consiguiente ahorro económico en términos de energía, materiales y coste mediomabiental, mediante el desarrollo de un visualizador en tiempo real de modelos virtuales de calzado, al tiempo que puede utilizarse además en la fase de comercialización de forma que el cliente pueda personalizar sus zapatos.

Es una web colaborativa “que opera de forma hiperrealista y en tiempo real y permite ver el zapato y realizar todas las modificaciones que se introducen en su diseño”, explica Arán.

Las empresas pueden ahorrar costes en prototipos, que pueden ver y modificar de forma digital en lugar de físicamente, con la consiguiente reducción de materiales y residuos, pero además pueden incorporar esta tecnología en su venta online, de modo que el cliente vea cómo cambia el zapato al escoger detalles como el color o los materiales antes de hacer la compra.

Con financiación del Ivace y los fondos FEDER, estos dos proyectos sitúan al Instituto valenciano como “pionero” en el uso de una “tecnología revolucionaria”, como afirma Arán, que destaca la importancia de apostar por la innovación para que la industria del calzado pueda dar nuevos pasos en su búsqueda del zapato perfecto, que no es otro que aquel que satisfaga en cada caso las necesidades del usuario.