Amamantando la vida

“¿Interrumpir la lactancia por una operación? La respuesta es no”

Esta es la historia de una madre que luchó por ver a su hija tras sufrir un accidente, el de una enfermera que se equivocó y un cirujano que hizo feliz a un bebé

«Me llamo Sandra Borrás y el día antes de mi intervención, le pregunté a la enfermera a quién había que solicitar permiso para que subiese mi hija a lactar. Iba a estar un día en la Unidad de Reanimación y Cuidados críticos de Adultos (REA) y no sabía cuándo iba a volver a verla. Me dijo que no me recomendaba que la niña subiese por los pacientes aislados, que era un peligro para ella y me preguntó por qué no me tomaba la pastilla para suprimir la lactancia.

Le contesté que no quería que la lactancia acabase de esa manera, que me hubiera gustado que el final lo eligiera la niña o yo... no por culpa de un accidente que ha sido sobrevenido. Me explicó que ella con su primer hijo solo lactó un mes y que como no engordaba pasó a biberón y que con el segundo, en el paritorio no quiso pasar por la situación que pasó con el primero y directamente pidió la pastilla. Me dijo: ‘Yo solo pude darle un mes y tú un año así qué tienes que estar contenta, bastante le has dado’. Insistí en mi postura, porque no quería que nuestra lactancia acabe así, ella sugirió hacer la interconsulta con el servicio de matronas para tener la pastilla porque sabe que cuando vuelva a planta de la operación seguro que la querré. Y se despidió diciéndome, ya verás como tu solita la pides.

Sentí tantas cosas en ese momento... dar teta a mi hija no era solo eso. Era abrazarla, verla y olerla, sigue siendo un bebé de un año que no ha visto a su madre en dos semanas. Primero el accidente te separa de lo que más quieres, tus hijos, y luego una persona mide que porque su lactancia haya sido corta y la mía larga ya tendría que estar conforme en ver el fin... el fin de una lactancia que tuvo un principio lleno de baches que ya había superado con mucho esfuerzo. ¿Ahora en este me tenía que rendir a la pastilla? Lo siento, pero la respuesta es no”.

Este es el caso de una madre que es fiel reflejo de la una realidad. Cada vez son más las madres que amamantan y desean continuar incluso cuando sufren alguna enfermedad o procedimiento que requiere de hospitalización. Por ello me pregunto, ¿Por qué, realizamos un plan de parto donde se protege la lactancia materna y no lo hacemos a posterior cuando una madre que esta amamantando ingresa en un hospital?

Sandra Borrás junto a su bebé después de ser operada
Sandra Borrás junto a su bebé después de ser operadaLa RazónLa Razón

Realizar un plan de atención a una mujer que amamanta e ingresa en un hospital, sería algo deseable, pero, ello requiere que los profesionales sanitarios, que prestan servicio fuera de las unidades obstétricas, pediátricas o neonatales, sean además de sabedores de los riesgos a largo y corto plazo que supone para la madre y el lactante interrumpir la lactancia, conocer cómo la hospitalización y/o los medicamentos administrados a la madre lactante afectan a la lactancia y a su bebé, con el objetivo de no interrumpir la lactancia cuando una madre decide continuarla y su situación clínica lo permite. Es importante que los profesionales sanitarios respeten y apoyen la decisión de la madre, facilitando la lactancia en cualquier área del hospital. El riego de interrumpir la lactancia siempre va a ser mayor que el supuesto riesgo de ingresar al niño con su madre.

Por consiguiente, sería deseable cuando una mujer que esta amamantado ingresa en un hospital contar con un plan de atención, que evaluara los objetivos de lactancia de esa madre, lo cual permitiría a los profesionales sanitarios apoyar el proceso de decisión respetando sus valores, compartiendo información basada en la evidencia, porque un proceso de toma de decisiones compartido ayuda a ambos, profesionales de la salud y a las madres a avanzar juntos para proteger la lactancia materna

Por lo tanto, en el caso que plantea esta madre, no es profesional la actuación de la enfermera, que demuestra una capacitación inadecuada en lactancia, sustituyendo los conocimientos y las recomendaciones sobre las mismas basadas en la evidencia, por su experiencia personal.

Es injustificable el desconocimiento y la terquedad, por proporcionarle a la madre, que no desea dejar de amamantar, un fármaco para inhibir la lactancia, cuando es sabido que después de la fase de instauración de la lactancia (pasadas las primeras semanas), esta medicación resulta casi siempre totalmente ineficaz para cortar la producción de leche en lactancias instauradas, como es este caso, en que la madre lleva un año amamantando. Una vez la lactancia está instaurada, y en el supuesto caso que la madre desease dejar de amamantar, lo recomendable sería reducir la frecuencia de las tomas.

A la vez, no hubiera estado de más, que se informara a la madre sobre los posibles efectos secundarios que tiene esta medicación para inhibir la lactancia.

La enfermera no ha considerado que esta madre puede experimentar niveles más altos de estrés y de ansiedad, no solo por estar preocupada por su propia salud, sino también por la separación de su hija. La lactancia materna, no es únicamente un alimento nutritivo, también es un sustento emocional para la madre y el bebé. Mientras se da el pecho, la oxitocina ayuda a disminuir el estrés y la ansiedad, genera calma, distensión y una mayor resistencia al dolor. Efectos nada despreciables en el caso de madres lactantes hospitalizadas.

Pero, faltaríamos a la verdad sino expresáramos que Sandra continúa diciendo. “He centrado mi enfado en la falta de empatía de un profesional frente a la lactancia, pero deseo resaltar la gran profesionalidad de esta enfermera en aspectos relacionados con mi ingreso. Resolvió muchas de mis dudas, ayudándome a estar mucho más tranquila. Considero que, con sus comentarios respecto a la lactancia, solo intentaba consolarme, quitándole hierro a mi preocupación, quitarme peso de encima, para que me centrará en mí y no que tuviera una losa de la niña y la lactancia…Por lo que también quiero agradecerle sus intenciones y su gran profesionalidad en todos los aspectos relacionados con mi ingreso”.

No disponer de un equipo de apoyo dirigido por un profesional capacitado y comprometido con la lactancia que pueda brindar así apoyo y protección integral, coordinada y basada en la evidencia a las madres lactantes, trae consecuencias como las que ha vivido Sandra. Contar con la figura de un profesional formado en lactancia podría evitar situaciones como esta. No pueden estas mujeres sufrir, los malentendidos de los profesionales, sobre los efectos de un determinado medicamento sobre la lactancia o si es seguro para el bebé ingresar junto con su madre. Por suerte, son pocas las enfermedades y medicamentos incompatibles con la lactancia, y en la mayoría de los casos estos fármacos pueden sustituirse por otros plenamente compatibles. No está justificado que por desconocimiento de algunos profesionales las madres hospitalizadas deban recurrir sin desearlo a un destete temporal, sustituyendo la leche materna por la leche de fórmula o peor aún, se vean avocadas sin querer a un destete permanente.

Después de todo lo relatado, me gustaría continuar con la historia de esta madre, porque el desenlace pese a todo lo dicho ha sido bueno.

“Llevaba varias visitas médicas preguntando al cirujano cuando podría sentarme en silla para bajar a ver a mis hijos de 4 y 1 años, él me decía que paciencia que pronto podría estar en casa. Cuando en una de esas visitas por casualidad le digo que la de un año es lactante y que me gustaría bajar para poder ver si se seguía enganchándose o ya se le había olvidado, entonces hasta su postura corporal cambió, se puso como nervioso, sentía injusto que mi hija estuviera perdiendo su lactancia, me dijo: ‘¿y no te dejan subirla?’ Yo le dije que como tenía un año sabía que no le iban a dar importancia porque ella ya come, a lo que me contestó. ‘Me da igual que tenga un año, la lactancia es un derecho, esto lo arreglamos ahora mismo’. Cuando le pregunte qué tenía que hacer y donde, me contestó que se ocupaba él, se fue a toda prisa y antes de 10 minutos estaba de nuevo en la habitación con el pase autorizando a mi hija la entrada al hospital por ser lactante. Se me abrió una luz, el hecho de poder ver a mi hija en el hospital me suponía cubrir la necesidad emocional de verla y comprobar que nuestra lactancia no ha acabado, y me permite tener más paciencia y no tener prisa por irme a casa porque ahora si tengo mis necesidades cubiertas”.

Por fortuna cada vez son más y más profesionales que forman parte de la cadena de apoyo a las madres que amamantan, y desde aquí deseamos dar un GRACIAS enorme a todos ellos, pero esta vez muy especialmente al doctor Pérez García, cirujano plástico del hospital la Fe de Valencia, de parte de Sandra, de su hija Lucía y de todas las madres e hijos/as lactantes.