Opinión

Érase una vez... Compromís

La destitución de Mollà ha sido como poner al fuego una olla a presión que puede llevarse al Botànic por delante

Érase una vez una coalición de partidos que comenzó a atraer la mirada de los ciudadanos. Quedaron sorprendidos porque decían ser valencianistas y claro, eso llamaba la atención porque la última formación que había gobernado con ese adjetivo- Unió Valenciana- había desaparecido.

Resultó entonces que estaba más bien en la onda de los no les molesta oír aquello de Països Catalans, aunque pronto, como recordaba la que se convirtió en la líder de la coalición, Mónica Oltra, dejó de usar estos términos “a no ser que fuese en un acto entre amigos”.

Fue ella la que se puso al frente de la coalición desde un partido- Iniciativa del Poble Valencià- con menos peso que el mayoritario, el Bloc Nacionalista Valencià, que hace no mucho decidió mudar de nombre y llamarse Més. Una denominación mucho más aséptica.

Entre Iniciativa, Més y Els Verds- la última pata de Compromís-, siempre ha habido fricciones. Las hay dentro de un solo partido, cómo no va a haberlas en una coalición. Sin embargo, con Oltra todo tenía solución. Su liderazgo, su tirón, su carisma callaba esas voces disonantes. A ella y solo a ella le debían haber logrado la relevancia suficiente para dejar de ser un partido en la oposición. Era el pegamento de Compromís.

La llegada al poder dejó todavía más dormidas las peleas internas. Habían llegado a la Generalitat, a las Diputaciones, al Ayuntamiento de València, al Congreso, al Senado... ¿Qué había que alegar? Todo marchaba razonablemente bien, salvo una cosa. Oltra no se había “comido” al presidente de la Generalitat, Ximo Puig, pero todo estaba bajo control.

Pero un día, Oltra empezó a debilitarse. La gestión de un abuso a una menor tutelada -que cometió por su marido del que después se separó- la puso ante el juez. Y tuvo que dimitir.

Entonces, todos aquellos que esperaban su oportunidad empezaron a tomar posiciones. Llevaban un tiempo calentando. Ya no había nadie que pusiese orden.

Y claro... eso no podía continuar. Por eso, Aitana Mas, elegida para sustituir a Oltra, levantó el teléfono y le dijo a la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, que había comunicado el presidente de la Generalitat su cese.

¿Qué ha hecho para merecer este castigo? ¿Ha gestionado mal su cartera? Puede que sí, pero ese no es el caso. «La cuestión, es que iba por libre y eso, no puede ser».

El partido es lo primero, “nos hace más fuertes”... Aunque esto haya sido como poner al fuego una olla a presión que puede llevarse al Gobierno del Botànic por delante.

(Continuará...)