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Más Perry Mason para acabar con la desmemoria

El personaje creado por Erle Stanley Gardner vuelve a ponerse de moda en la literatura y en la televisión
La RazónLa Razón

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Robert Downey Jr. tendría que haberlo interpretado, pero su agenda y compromisos fílmicos acabaron impidiéndoselo. Entonces, tras el trabajo de casting se encontró a Matthew Rhys para encarnar a un personaje mítico de la literatura y la televisión. De esta manera, pudo empezar a rodarse lo que es hoy la ficción que ofrece HBO «Perry Mason» (Downey se limitó al final a ser el productor ejecutivo de la miniserie) desde el pasado mes de junio. Y se diría que ha tenido una buena aceptación por parte del público, pues ya está en marcha la que será la segunda temporada.
Se trata de uno de esos entes de ficción que consiguieron el estrellato y quedarse en el imaginario de la cultura popular del siglo XX pero cuyo autor ha caído en el mayor de los olvidos. Ahora, la editorial Espasa corrige tal cosa lanzando, a partir del 6 de octubre, dos historias protagonizadas por este investigador privado que se movía como pez en el agua durante los años treinta en Estados Unidos, es decir, en el tiempo crítico de la Gran Depresión.
Por un lado, tenemos la primera novela de Perry Mason, «El caso de las garras de terciopelo», publicada en 1933, que vendió 28 millones de ejemplares en sus primeros quince años. Por el otro, «El caso del ojo de cristal». Un par de novelas que, junto con otras 78, se convirtieron en superventas, hasta el punto de que se calcula que se adquirieron más de trescientos millones de libros del considerado, por lo tanto, autor estadounidense más vendido de la pasada centuria. Es Erle Stanley Gardner (1889-1970), que tras ejercer como abogado durante varios años se cansó de la rutina de la práctica legal y se dedicó a indagar de forma creativa en lo que sí le hacía disfrutar: los juicios y sus interrogatorios.
Toda aquella experiencia en los tribunales por su empleo, así, la trasladaría a este abogado criminalista de Los Ángeles –sus clientes solían ser acusados de homicidio– que multiplicó su fama mediante una serie de televisión que protagonizó Raymond Burr y que se mantuvo en antena durante nueve temporadas, entre los años cincuenta y sesenta, con un único episodio a color y la curiosidad de que Gardner apareció en el último, en el papel de un juez. Y ahora el tiempo lo juzga a él, absolviéndolo de su desmemoria, recuperándolo para el mundo editorial y nuevamente en la pequeña pantalla.