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Canco Rodríguez: “Aunque se abriera toda la cultura, estaríamos andando sobre cadáveres”

El actor estrena esta semana “Sevillanas de Brooklyn” en cines y sigue con su espectáculo “El Rock & Roll ha muerto” en los Teatros Luchana hasta el próximo 13 de noviembre
BEDELKA
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Se hizo famoso en televisión, con uno de esos personajes tan agradecidos que, a veces, se pueden volver indigestos o, si nos ponemos ortodoxos del todo, difíciles de superar. Canco Rodríguez (Málaga, 1977) vivirá para siempre en la pantalla de plata como El Barajas de “Aída”, pero antes de llegar a la exitosa serie en 2005, ya contaba con un lustro de experiencia como actor en televisión. Al finalizar su participación en la serie, y centrarse en el teatro, Rodríguez ha seguido creciendo como animal interpretativo y este año, podríamos decir sin temor a equivocarnos, probablemente sea “su” año.
Esta semana, el actor andaluz estrena “Sevillanas de Brooklyn”, de la mano de Vicente Villanueva y apenas unas semanas después de que por fin viéramos “Operación Camarón”, en la que da vida a un policía nacional ciertamente sospechoso. Eso sí, el año no sería “su” año de no darse dos circunstancias que, en sus propias palabras, le han marcado la vida. Primero, fue padre a principios de julio de este año y, segundo, ha estrenado el que es “el espectáculo de su vida”, literalmente. En “El Rock & Roll ha muerto”, que puede disfrutarse en los Teatros Luchana hasta el próximo 13 de noviembre, Rodríguez hace un repaso por la historia del género musical, sí, pero también por su propia experiencia vital.
-¿Cómo está? ¿Ha tenido tiempo de descansar este verano?
-Justo ahora tengo una semana de descanso, porque encima acabo de ser padre. Hace un mes y medio. Por fin estos días he podido bajar a Andalucía a ver a la familia y esta es, de verdad, la primera semana de descanso que tengo, prácticamente, desde el año pasado.
-¿Qué tal la paternidad? ¿Cómo lo lleva?
-Lo estoy llevando muy bien. Estoy muy, muy contento. Es una situación en la que soñaba con encontrarme, porque tenía muchas ganas, pero solo llevo mes y medio. Veremos cómo se da la cosa en los próximos 18 años y qué opino entonces (ríe).
-¿Qué es “El Rock & Roll ha muerto”? ¿De dónde viene la idea?
-El título viene por una de las mayores mentiras que se ha contado nunca, que es la de que el rock ha muerto. Generación tras generación se va repitiendo que ya no es como era antes, como cuando ellos eran jóvenes. Y eso es algo que le ocurre a mi propia generación, a la gente de mi edad. Pero la verdad es que todos los jóvenes de todas las generaciones viven el rock & roll con la misma intensidad con la que lo vivimos nosotros. Por eso, yo creo que los que nos vamos muriendo somos nosotros, no el rock and roll. El espectáculo es un viaje cronológico, desde los cincuenta hasta la actualidad, en el que el rock va muriendo y reviviendo, década a década.
-¿Y dónde está el origen? ¿Dónde nace el espectáculo?
-El origen del espectáculo fue que yo quería hacerme un regalo por mi cumpleaños número 40, que ahora ya voy por los 44. Me quise regalar el espectáculo de mi vida, el que nunca me iban a ofrecer y uno del que me sintiese orgulloso antes de morir. A mí siempre me ha encantado la música y por eso quería hacerle un homenaje a la propia historia de la música. Lo único que, claro, lo uní a la historia de mi propia vida, mezclando el rock con lo que yo me encontré desde que nací en Málaga. Cuando yo llegué a ver a Víctor Conde, después de documentarme durante meses y tener el guion escrito, lo hice con un texto que duraba seis horas. Porque hablaba de todo, joder, imagínate que empieza cuando nací e incluye el primer viaje que hice a Madrid para ser actor… No conseguía darle forma como obra de teatro, y Víctor hizo eso, le dio un espíritu dramatúrgico y colocó las barandas y puentes, por decirlo de alguna forma, para que esto pudiera ser más que una ponencia, una obra de teatro. Y lo conseguimos. Poder contar toda la historia del rock & roll y la de mi vida en apenas hora y cuarenta minutos.
-¿Cuál es su relación personal con el rock? ¿Cuándo se hizo rockero Canco Rodríguez?
-Más que una banda o una canción concreta, creo que fue gracias mi hermano. Los que hemos tenido la suerte de tener un hermano mayor hemos tenido delante a nuestro primer influencer. Hacíamos todo lo que ellos hicieran y admirábamos todo lo que ellos admiraban. Todo era digno de copia. Por mucho que nos peleáramos, nunca nos habremos querido parecer a nadie más que a nuestros hermanos mayores. Más que a cualquier estrella. Mi hermano, por suerte, fue una persona que me ofreció la cinta de casete que me llevé a mi primer viaje de fin de curso. Elvis Presley, The Cure, Pixies... o el rap de Bart Simpson, porque era un popurrí increíble. Ahí empezó mi sentimiento por el rock, porque mi adolescencia fue mucho más inglesa y gótica que americana.
-Este verano has estrenado “Operación Camarón” y esta semana “Sevillanas de Brooklyn”. ¿Le gustaría hacer cine a tiempo completo? ¿Dónde está más cómodo?
-Me gustan los tres medios, pero siempre echo más de menos el que estoy sin hacer. Entonces, si hago mucho teatro digo, qué bien vendría una buena peliculita. Siempre quiero lo que menos hago. Lo que sí me permite el teatro es cumplir sueños. Si hubiera querido hacer esto en cine pues igual lo saco adelante, pero, ¿quién lo ve? ¿Quién lo distribuye? En teatro lo puedo hacer cada noche, y para mí es cumplir un sueño.
-¿Cómo aprecia que ha dejado la pandemia el sector? ¿Está tan mal el asunto?
-Yo creo que está muy mal todo. Pensar que el sector de la cultura está bien es absurdo. Aunque se abrieran todos los aforos, aunque se abriera todo, estamos andando sobre cadáveres. Sobre productoras que han quebrado, actores y actrices que han abandonado sus pisos para volver a vivir con sus familias, técnicos que han tenido que dejar su profesión… Para que esto se remonte falta mucho tiempo. Si pudiéramos ver la luz al final del túnel, mejor, pero es imposible que lo que ha arrasado la pandemia se reconstruya en apenas un par de meses. Es como si hubiera un incendio en un bosque, porque por mucho que llueva en un par de semanas no se va a recuperar toda la flora y la fauna.