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Muere el icónico Antonio Gasset, crítico, periodista y presentador de “Días de cine”

El periodista, sobrino segundo del filósofo Ortega y Gasset y una de las caras más conocidas de la crítica cinematográfica en España, ha fallecido a los 75 años
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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El universo de la cinefilia patria acaba de recibir una triste noticia, pero también el mundo del periodismo cultural. Antonio Gasset, periodista, crítico cinematográfico y director y presentador del espacio “Días de cine” en TVE hasta el año 2007, ha fallecido a los 75 años. La Academia de Cine ha sido la encargada de comunicar la noticia y las reacciones en redes sociales no se han hecho esperar. Desde Gerardo Sánchez, actual director del mencionado programa de la cadena pública, hasta el periodista Antón Losada, Ignacio Escolar, Pablo Iglesias, Carlos del Amor, el actor Julián López o Fernando Sánchez Dragó, quien ha hecho referencia a los encuentros recurrentes que tenían lugar en casa de Mercedes Milá y Pepe Sámano.
Periodista, actor esporádico (para el recuerdo quedarán sus pequeñas intervenciones frente a la cámara a las órdenes de Zulueta en cintas como “Un, dos, tres...al escondite inglés” o “Arrebato” y a las de Pilar Miró en “Gary Cooper que estás en los cielos”), subdirector de “Informe Semanal” y director de corto (”Los hábitos del incendiario” fue su único trabajo como director y guionista), la dilatada y valiosa labor de Antonio Gasset Dubois –sobrino segundo del filósofo Ortega y Gasset– destacó con especial fuerza dentro del contexto de su papel como divulgador cinematográfico. Su apasionamiento desmedido por el séptimo arte, regado de brillantez y afilada mirada, le llevó a participar en varias películas de los años 70 y comienzos de los 80 pero también a formar parte de ese compendio cultureta madrileño de finales del franquismo que encontraba inspiración en la agitación de las calles y en las tertulias repletas de ceniceros llenos y vasos vacíos.
En 1994 Gasset asumió la dirección de “Días de cine”, ese programa “dedicado a entretener a víctimas del insomnio, noctámbulos, parejas en crisis, politoxicómanos e incluso a algún aficionado al cine” y tan solo un año después se convirtió en el presentador del espacio sustituyendo así a Aitana Sánchez-Gijón, que estuvo al frente del programa durante una única temporada. Gracias, entre otras características formales, al tono marcadamente personal de sus comentarios ácidos y apreciaciones agudas y desprejuiciadas que imprimían un espíritu icónico, el programa obtuvo en 2002 el premio de la Academia de Televisión al mejor programa divulgativo y consiguió una mención especial a los premios Ondas.
Las tediosas y repudiadas pausas publicitarias nunca fueron espacio tan rebosante de ingenio como cuando Antonio estuvo al frente. Lindezas como: “Llegó el momento de la pausa, en ella podéis aprovechar el tiempo en perderlo, una de las mejores maneras de aprovecharlo. Muy indicada contra el estrés y depresiones causadas por la ansiedad laboral y propicia siempre para urgencias del tipo que sean como por ejemplo puede ser llamar a la mujer de un amigo íntimo” o aquel maravilloso “llegó la pausa, ocasión magnífica para meditar si somos justos con los demás o por el contrario, problemas personales proyectan sus miserias y deforman la imagen del prójimo. Hay que tener cuidado, pero no os sintáis culpables, los imbéciles son siempre imbéciles proyectemos lo que proyectemos”, dan buena cuenta de ello.
Fue el 20 de diciembre de 2007 cuando se emitió el último “Días de cine” dirigido y presentado por Gasset tras acogerse al expediente de regulación de empleo de RTVE. Cuatro años más tarde, su notable trabajo de divulgación fue reconocido por la Academia de Cine con el Premio de Comunicación Alfonso Sánchez en 2011, desde donde ensalzaron “sus vitriólicos e ingeniosos comentarios le convirtieron en un presentador fetiche para numerosos espectadores noctámbulos”. Estando ya jubilado, el presentador catalogaba el tipo humor que acompañó su laureada trayectoria como “una especie de humor cáustico y espontáneo muy poco reflexivo”. Un humor inteligente, sardónico y radicalmente lúcido que le ha acompañado hasta la última pausa de su vida, esta vez la más larga de todas.