Crítica de “Spencer”: la princesa tiene miedo ★★★

Dirección: Pablo Larraín. Guion: Steven Knight. Intérpretes: Kristen Stewart, Jack Farthing, Timothy Spall, Sally Hawkins. Gran Bretaña-USA-Chile-Alemania, 2021. Duración: 111 minutos. Drama.

“Creo en los olores corporales de Lady Di”, escribía J.G. Ballard en su extraordinario poema confesional “En lo que creo”. “Creo en los órganos genitales de los grandes hombres y las grandes mujeres, en las posturas corporales de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y Lady Di”. En esos versos irónicos y brutales, el autor de “Crash”, que pudo ver en el accidente de coche que acabó con la vida de la princesa la encarnación de los sueños lúbricos de una civilización adicta a la catástrofe, resumía su singular visión de uno de los grandes iconos de la cultura popular, versión prensa rosa, de la segunda mitad del siglo XX. Según Ballard, Lady Di era solo un cuerpo, ora erótico, ora en peligro.

En un buen tramo de “Spencer”, Pablo Larraín y Kristen Stewart, auténtica co-autora de la película, parecen entenderla así, y la colocan, mientras llega tarde a la cita navideña con su familia monárquica, entre las cárceles de su gestualidad, que la actriz de “Crepúsculo” recrea como si el espejo no le devolviera ninguna imagen, y sus neurosis, acentuadas por una puesta en escena propia de un cine de terror eminentemente subjetivo, más cerca de “Repulsión” que de “El resplandor”. Es una pena que ambos abandonen ese camino para adentrarse en territorios más convencionales, porque es ahí donde el autor de “Jackie” podría haber aportado su granito de arena a la relectura de un mito contemporáneo, toda vez que el filme aprovecha -como lo hacía Olivier Assayas en “Viaje a Sils Maria” y “Personal Shopper”- la relación que Stewart tiene con la celebridad y, por extensión, con el conflicto entre imagen pública y privada de la estrella que escapa de sí misma.

Lo mejor

La atmósfera de cuento gótico, casi de terror pesadillesco, que impregna la primera parte del filme.

Lo peor

Al final Larraín sucumbe a la victimización de Lady Di, y aporta una visión del mito menos nueva de lo que prometía.