Paco León le declara la guerra a Miren Ibarguren
Dani de la Orden dirige a los populares actores en “Mamá o papá”, una comedia bien sazonada sobre las farragosas custodias durante un proceso de divorcio
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Condicionar el porcentaje de amor transferido a los progenitores mediante un interrogante tan sumamente tramposo como el de a quién quieres más, a tu padre o a tu madre, tal vez sea una de las dicotomías más perversas, cínicas y egoístas que se le puede plantear a un niño. Pero cuántas veces siendo pequeños no nos habrán puesto en este brete absurdo revistiendo de humor y ligereza la propuesta. ¡Cómo si el amor fuese susceptible de comparativa!
Sin embargo, Dani de la Orden, cineasta catalán cuyas referencias audiovisuales se gestaron en el provechoso vientre de la ESCAC (como ya demostró con “Barcelona, noche de verano”) se ha propuesto ahora jugar estratégicamente con este endiablado planteamiento, generador de conflictos traumáticos, para configurar las bases narrativas de su última película, “Mamá o papá”, protagonizada por Paco León y Miren Ibarguren. Cuenta De la Orden a la hora de justificar la posible traslación de vivencias propias a la trama que “mis padres están separados y siempre había discusiones en casa, lo raro era lo contrario. Así que yo creo que cuando vez por primera vez a los dos juntos llorar por algo, es como que se desvanece inmediatamente esa imagen totémica y heroica que habías construido de ellos”.
No tan perfectos
Esa desmitificación familiar que confiesa haber sentido el director, parece ser compartida por los dos protagonistas. “Mis padres me tuvieron muy jóvenes, con apenas 19 años, eran unos niñatos inexpertos y ya me di cuenta pronto de que al principio todo aquello era un poco de nadie al volante. Todo el mundo es hijo, pero no todo el mundo es padre o madre y estar en los dos sitios te hace tener perspectiva y ver lo complicado que es”, señala el sevillano antes de que Ibarguren apostille: “Lo triste es que te das cuenta de que los padres son seres imperfectos a medida que vas creciendo. Yo a veces por ejemplo me pongo en el lugar de mi madre y digo es que a mi edad ya tenía tres hijos. Tardas mucho en ser verdaderamente consciente de las cosas por las que han tenido que pasar para cuidarte y ayudarte a convertirte en un adulto. La gente al final en la vida hace lo que puede o lo mejor que sabe. Es lo que pasa un poco con este matrimonio al que damos vida Paco y yo, que intentan jugar con las herramientas que conocen pero al final todo se acaba descontrolando”.
El tono ligero y divertido de la cinta transita por las diferentes reacciones y rocambolescas situaciones a las que se ven abocados unos hijos, que, tras el inminente divorcio de sus padres, los cuales parecían haber formado un matrimonio perfecto, inclusivo, comprensivo y afectuoso que tarda más bien poco en desmontarse, deben afrontar con madurez unas preferencias impuestas relacionadas con la custodia que no están dispuestos a digerir con facilidad.
Ante esto, Paco reflexiona generoso sobre las relaciones excesivamente reivindicadas de amistad entre padres e hijos: “Yo creo que un amigo no, pero los padres deben dar libertad a los hijos para poder hablar de todo tipo de temas, también sexuales claro, es lo suyo. Venimos de una generación que, como mi madre por ejemplo, apagaban la tele cuando en “Dallas” se quitaban un poquito el sujetador. Eso creo que hay que superarlo”, reconoce entre risas. Qué duda cabe que los tiempos cambian y en consecuencia también lo hacen los afectos, pero la clave sigue siendo, tal y como apunta el director, la mesura: “Por muchos conflictos que tengan los adultos siempre hay que procurar actuar con diplomacia a la hora de hablar para intentar evitar al menos que los niños paguen los platos rotos. Hay que saber poner freno”, remata.