Balance
La cosecha musical de 2021: de la muerte de Edita Gruberova al regreso de Plácido Domingo
Recopilamos algunos de los episodios más relevantes que han sacudido la música clásica durante este convulso y agitado año
Empezó mal el año para mejorar a las puertas del verano y levantarnos los ánimos. Pero, ya ven, todo se ha venido al trate. Las culpas: el virus, el aún desconocimiento científico por más que cada día se sepa un poquito más y la inutilidad de la mayoría de los políticos de aquí y allá. Empecemos este resumen por aquellos que ya no están entre nosotros. La relación es larga y faltarán algunos. Entre los cantantes nos dejaron el tenor Giseppe Giacomini y Francisco Ortiz, las sopranos Edita Gruberova y Teresa Zylis Gara, la mezzo Christa Ludwig, la polifacética Milva y los bajos Evgeny Nesterenko, Norman Bailey y Alfonso Echevarría. Entre los compositores: Antón García Abril, Luis de Pablo, Cristóbal Halffter, Stephen Sonheim y Mikis Theodorakis. También los directores de orquesta James Levine, Bernard Haitink, Michel Corboz, Gianluigi Gelmetti y Andras Ligeti, a los que añadir los directores de escena Graham Vick y Elija Moshinsky; los pianistas Dimiri Bashkirov y Nelson Freire y nuestro querido amigo y crítico Rafael Banús.
Para ellos nuestro cariñoso recuerdo. La primera noticia de 2021 fue con la que ahora empezamos 2022: Barenboim dirigía el concierto de Año Nuevo vienés. Hace un año fue sin público y éste con espectadores, pero superprotegidos. A los músicos ingleses se les exigió en enero un visado de trabajo para actuar en España. Ahora, para movernos por el mundo, precisamos los pasaportes habituales, los Covid, PCRs y montones de documentos que muchas veces no hay quien los descargue de sus correspondientes webs. Se cancelaron temporadas o espectáculos en la Ópera de Dresde, en la de París y en otros muchos sitios y la Orquesta del Met se quedó sin sueldo durante un año, para posteriormente programar una ópera compuesta por un compositor afroamericano, siendo la primera vez en la historia que está presente un compositor negro en sus temporadas. La moda de 2021 en espectáculos y películas: el racismo, el feminismo y lo LGTBI.
Salzburgo pasó del verano al otoño. La polémica alcanzó al Teatro Real a causa de contagios en «Peter Grimes», pero fue elegido como el mejor teatro del mundo con puertas abiertas y corrieron como la pólvora los bises de Radavanovsky y Kaufmann en «Tosca». Thielemann concluyó su etapa junto a la Staatskapelle de Dresde. Rattle anunció que compaginaría la Sinfónica de Londres con la Bayerische Rundfunk, mientras que Dudamel alternará Los Angeles con la Ópera de París. Antonio Pappano fue nombrado director titular London Symphony Orchestra y Daniele Gatti director musical del Teatro Maggio Musical Florentino. Oksana Lyniv se convirtió en la primera mujer en el foso del Festival de Bayreuth, festival para el que el Gobierno alemán pidió una renovación. En Italia empezó un proceso por corrupción contra directores de teatros y agentes que aún colea y el país se quedó corto al homenajear a Caruso en su centenario. Juan Diego Flórez, como era esperado, se hizo con el Festival Ópera de Rossini de Pésaro como su director artístico.
Ya nos hemos olvidado –tan rápido pasa todo– de todo lo sucedido en Iraq, donde los talibanes prohibieron la música. Por estos lares, Montserrat Torrent y Gabriel Erkoreka obtuvieron los Premios Nacionales de Música 2021. Marc Soustrot llegó como titular a la Sinfónica de Sevilla y Alexander Liebreich a la de la Orquesta de Valencia. Jaime Martín fue nombrado director de la Melbourne Symphony Orchestra, renovando a su vez con Los Angeles Chamber Orchestra. María Dueñas triunfó en los concursos Yehudi Menuhin y Tretyakov. Ainhoa Arteta lo pasó y lo está pasando muy mal. La Fundación Excelentia acogió la vuelta de Plácido Domingo a los escenarios madrileños. Iceta, mantuvo el veto al tenor, pero se comprometió a implantar el Estatuto de Artista antes de diciembre de 2022. ¿Sucederá como con la Ley del Patrocinio? ¿Piensan que 2022 nos traerá una cosecha mejor? Yo siento ser pesimista: las infecciones aumentarán, la inflación continuará, los tipos de interés subirán, el BCE nos comprará menos deuda y no se emplearán convenientemente los fondos europeos. ¡Agárrense, que vienen curvas!
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