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Crítica de “Prisioneros de Ghostland”: Cage o el héroe bizarro ★★★☆☆

ToshioWatanabeImdb
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

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Dirección: Sion Sono. Guion: Aaron Hendry y Reza Sixo Safai. Intérpretes: Nicolas Cage, Sofia Boutella, Nick Cassavetes, Bill Moseley. USA, 2021. Duración: 103 minutos. Acción.
Pauline Kael empezaba su crítica de “Besos de vampiro” con una elegía dedicada a Nicolas Cage, que, por aquel entonces, había destacado en “Birdy” y “Arizona Baby”. “Nicolas Cage se desnuda, levanta el vuelo, alado”, escribía. “Hace algunas de las cosas extravagantes que una adora que hagan los actores de las películas mudas, y las hace funcionar con el sonido”. Seguramente en esas palabras aún resonaban los ecos crujidos de Cage comiéndose una cucaracha viva en el filme de Robert Bierman. Aún no había interpretado al Sailor de “Corazón salvaje”, una de las películas favoritas del japonés Sion Sono. Lo que Kael había visto en él -una pasión ‘cartoonesca’ por convertirse en sus personajes, un severo sentido de la autoparodia, una locura que le hacía único- es lo que, finalmente, en su madurez, le ha conducido a unirse a proyectos bizarros –“Mandy”, “Color Out of Space”, la aún inédita “Pig”- a los que ha podido aportar una especie de co-autoría. Su singularidad forma parte integral de la puesta en escena. Es de los pocos actores vivos capaz de perder un testículo en pantalla, como ocurre en “Prisioneros en Ghostland”, y entonar un lamento que es a la vez hilarante y circunspecto.
Cage parecía el único intérprete posible para que Sion Sono, adalid del cine japonés terrorista, aquel que bebe del ‘pinku eiga’ y las películas de Shûji Terayama para escupirle en la cara a Yasujiro Ozu, se lanzara a hacer su primera película en inglés. En un pastiche de spaghetti western, cine de samuráis y fábula post-apocalíptica, Cage se pasea por escenografías entre pop y decadentes para rescatar a su Eurídice en el plazo de tres aciagos días, mientras unas bombas incorporadas como complementos a su traje de cuero amenazan con liquidarlo a la primera erección. Nuevo Mesías entre testosterónico y melancólico, Cage es lo más llamativo de una película que nunca sabe muy bien cómo digerir su propia excentricidad, pero que puede disfrutarse como un divertimento “trash” que se enorgullece de serlo.

Lo mejor:

Los fans de Nicolas Cage le encontrarán completamente entregado a la causa bizarra de Sono.

Lo peor:

Sus asumidos defectos provocan inevitables caídas de ritmo.