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Sebastian Stan: “No creo que el cine americano se haya vuelto menos sexual, solo más grande, más diverso”

Sebastian Stan (”Capitán América y el Soldado de Invierno”) y Daisy Edgar-Jones (”Normal People”) protagonizan en Disney+ una estrambótica comedia romántica a las órdenes de Mimi Cave
DISNEY+
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Un fantasma recorre Hollywood. O el cine americano. O todo el cine que apela a llegar a las grandes audiencias, al menos. No es nuevo, y sus raíces están bien asentadas en la Generación Z. De hecho, es recurrente encontrarse con debates ontológicos en la red social de su elección sobre su necesidad, su reivindicación o hasta su valor artístico, como si ello existiera para cualquier acto humano: las películas parecen tener cada vez menos sexo. Es complicado amarrar tal aseveración a un dato, puesto que el cine, en su totalidad, es mucho más inmenso que las cincuenta cintas más taquilleras del año. Pero directores como Pedro Almodóvar, entre otros ilustres, han señalado esa especie de vuelta a los orígenes del cine de estudio en su trato con la sexualidad. El Capitán América o Dominic Toretto sienten, aman y sufren, pero pocas veces se acuestan con nadie o es la elipsis la encargada de que ocurra. Siempre que sea necesario para la trama, como si hubiera que justificarlo ante un notario. Por eso llama la atención que, entre las grietas, aparezcan películas como “Fresh”, dirigida por Mimi Cave y ya disponible en Disney+.
Protagonizada por Sebastian Stan, Daisy Edgar-Jones (”Normal People”) y Jojo T. Gibbs, la película comienza como una comedia romántica más. Chica soltera, harta de las vicisitudes de las aplicaciones para ligar, conoce al que parece ser el hombre perfecto. A veces fuerte y varonil, a veces humilde y sensible, el personaje de Stan es, en los primeros compases del filme, una perfecta fantasía femenina. Por supuesto, y para que la película pueda aguantar como uno de los estrenos más interesantes de los últimos meses en las plataformas, esa fachada caerá pronto y conoceremos una extraña faceta de su persona, interpretada a las mil maravillas por el Bucky del Universo Cinematográfico de Marvel, en el que hay espacio para la recuperación de esa sensualidad explícita que tanto echamos de menos en el cine de grandes estudios y, claro está, para que Edgar-Jones demuestre cómo está dispuesta a comerse la industria tras su brillante debut en la serie inglesa que adaptaba el libro de Sally Rooney. A través de videoconferencia, y para entender qué hay detrás de “Fresh” sin demasiados spoilers, LA RAZÓN habla con sus tres protagonistas y la directora del filme.
-En una película que se vuelve tan física, ¿cuál diríais que fue la escena más difícil de rodar?
-Sebastian Stan: Creo que la escena más complicada y más dura, sin entrar en demasiados “spoilers”, fue la del despertar. Nos lo habíamos pasado tan bien hasta entonces, habíamos sido tan cómplices que fue un poco duro. Sobre todo porque el guion, la conversación y todo lo que estaba ocurriendo parecía demasiado real por momentos. Demasiado plausible. Era un momento traumático hasta anticipándolo, porque lo cambia todo, lo teníamos marcado en el calendario como un mal trago. A nivel narrativo también era muy complicado, porque teníamos que conseguir que la audiencia no saliera corriendo, no se desentendiera de lo que estaba ocurriendo en la película y lo asumiera también como plausible. A pesar de lo loco que es.
-Daisy Edgar-Jones: Totalmente. Y añadiría que también me costó el final, todo lo que le precede directamente en esa cena tan tensa. Al partirse en tres actos tan claros, la película es una especie de escalada de tensión en la que la verdad que seas capaz de mostrar como actor es muy importante. Había que mantener la credibilidad.
-¿Se está alejando el cine de Hollywood, el cine americano, del sexo? ¿De lo explícitamente sexy?
-S.S.: No lo sé, no lo tengo tan claro. Creo que seguimos manteniendo un buen número de películas para adultos con estrenos masivos. Creo, si acaso, que tenemos mayor variedad de películas que en ningún momento de la historia, por lo que a veces parecen perderse entre todas las demás. Eso sí. No creo que sea menos sexual, si no más diverso, con más opciones.
-Pero si comparamos las películas pensadas para un público adulto de hoy en día, con las de hace 20 años, hay mucho menos presencia sexual, afectiva. ¿O no está de acuerdo?
-S.S.: No sé si estoy capacitado para hablar de ello, más allá de mi percepción, pero sí te puedo decir que en “Fresh” hemos tenido libertad y nuestros productores sí querían hacer una película completamente adulta. Y no ha sido fácil, porque, y en eso a lo mejor sí estoy más de acuerdo, es más difícil hacer una película así ahora que hace veinte años. En eso han tenido mucho que ver Kevin J. Messick y Adam McKay, como productores. Pero bueno, es posible que estemos viendo cines distintos, no lo sé.
-¿Cómo fue, Daisy, su trabajo con el acento? En la película se siente muy natural (En “Fresh”, la británica interpreta a una estadounidense)
-E-J.: ¡Muchas gracias! Me ha encantado la experiencia, porque meterte en el acento te ayuda a encerrar, a encapsular al personaje. Y me ha hecho darme cuenta, claro, de cómo afecta la manera de hablar, el acento, a la forma de expresión física. Fue bonito poder separarme de mí misma, por así decirlo. He estado trabajando con una “coach”, porque he estado en tres proyectos que me pedían un acento americano y, al ser ella de Filadelfia, he ido entendiendo las pequeñas diferencias de costa a costa. Lo más difícil, eso sí, fue cuando nos salíamos del guion.
-¿De dónde viene la idea principal de la película?
-Mimi Cave: Quizá la mejor respuesta vendría de Lauryn Kahn, la guionista, sobre su inspiración, pero creo que viene de muchos lugares distintos. Para mí, como directora, es muy divertido coger la idea personal de otra persona y pasarla por mis propios filtros, deformarla quizá, para que sea algo completamente fresco en lo que todas nos podamos reconocer como autoras. Esos filtros parten de experiencias propias, sí, pero también del objetivo que quería lograr al final de la película.
-”Fresh” se parece, o al menos recuerda, a ese tipo de películas cargadas de erotismo, de sexualidad más que sensualidad que el cine americano ha ido olvidando. ¿Está de acuerdo?
-M. C.: Sí, totalmente. No se puede generalizar, claro, porque hay muchos y muchas cineastas ahí fuera haciendo muchos tipos de cine, pero también soy de las que opino que las películas grandes, las de estudio, nos llegan muy diluidas en cuanto a la sexualidad, en cuanto a lo afectivo. Sobre todo en la última década, y tengo mis propias teorías acerca de por qué. Creo que se puede ser sexy, se puede ser erótico, sin necesidad de ser explícito, y eso es también lo que quería hacer con la película.
-Jojo T. Gibbs.: Estoy totalmente de acuerdo. Se trata de expresar sentimientos, de evocarlos, no de hacerlos explícitos con partes del cuerpo. Y eso se puede hacer con el sonido, por ejemplo. Mi madre acaba de ver la película y lo primero que me dijo fue: “Suena aterradora”, más allá de lo que esté pasando en pantalla o no. No quería verla sola en casa (ríe). Y esas sensaciones luego se quedan contigo. Viniendo a la entrevista en Atlanta me ofrecieron una albóndiga en el avión... Y tuve que decir que no, que muchas gracias.
-M. C.: Las albóndigas de los aviones deberían ser ilegalizadas.
-Entrando en Letterboxd, ya que la película se ha podido ver en Estados Unidos con anterioridad, una de las críticas con más votos decía: “Sé que puedo cambiarle”, en referencia al personaje de Sebastian Stan. ¿Cómo le dio forma a su personaje? En la primera parte de la película es como una fantasía de poder femenina...
-M. C.: Absolutamente. Pero he de decir que lo más difícil fue ese primer tramo de película, en el que él es perfecto. Quizá porque se trata de Sebastian (Stan) haciendo un papel dentro de un papel. Es kafkiano, de alguna manera, y hasta peligroso como actor para no perder el norte de qué está intentando contar. Me parecía lo más importante de la película, el no mostrar sus “red flags” antes de tiempo.

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