Sección patrocinada por sección patrocinada

Retrospectiva

“El viaje a todas partes” de Fernando Fernán Gómez

La SGAE organiza con la complicidad de su familia una retrospectiva de este “gran camaleón” que supo vestirse de todos los oficios “con personalidad y carácter excepcionales”

Fernando Fernán Gómez, en el centro, durante una reunión en la SGAE
Fernando Fernán Gómez, en el centro, durante una reunión en la SGAEFundación SGAE

Decía José Luis Alonso de Santos en su prólogo de El viaje a ninguna parte que no era objetivo cuando hablaba/escribía de Fernando Fernán Gómez. El afecto que les unía (aunque su relación personal no había sido tanta, confesaba) podía con la imparcialidad del dramaturgo. Era la cercanía que desprendían los trabajos del escritor lo que le tocaba directamente al nervio. Daba igual en la disciplina en la que se fajase el también actor; cine, teatro, televisión o literatura. En todos ellos había una “característica común”, firmaba Alonso de Santos del “toque personal y único” que los unificaba todo aquello que tocaba FFG.

Así, en ese Viaje a ninguna partenos traslada al mundo de las compañías de teatro cómico ambulante en la postguerra española que bien conocía el prologuista y su inevitable extinción en manos del nuevo ocio de masas, como el futbol, el cine, además de la radio y la posterior llegada de la televisión.

“(...) Rosa repartió las cartas. A veces jugábamos al tute con doña Leona, o con ella y Menéndez −escribía Fernán Gómez−. Si estaba Maldonado y éramos cinco, jugábamos a las siete y media. Cuando estábamos solos, jugábamos a la brisca. Siempre en el comedor. Lo malo fue que en mi cuarto no había muebles: sólo la mesilla de noche, el lavabo y la cama. Eso fue lo malo. Porque tuvimos que jugar en la cama, casi tumbados, el uno frente al otro. Yo no veía las cartas. Veía los pelos empapados de Rosa, pegados a la frente, a las mejillas. Su blusa, también empapada, pegada a la carne, resaltando las tetas, los pezones... Ella no creo que viera nada en mí; nada nuevo, quiero decir, porque me tenía ya demasiado visto. Pero aquel cerdo repugnante la había puesto tan caliente... De todas formas, ya digo, no fue eso lo malo; lo malo fue que en el cuarto no hubiera una mesa y unas sillas. Lo que son las cosas... Sin buscarlo, sin proponérmelo, casi podría decir sin pensarlo (aunque de eso ya no estoy tan seguro, ha pasado tanto tiempo que ya no me acuerdo de si alguna vez lo pensé), bueno, pero el caso es que, como digo, sin buscarlo me encontré con aquel regalo −continua la obra−. ¡Y qué regalo! Mi prima Rosa del Valle, desde que se desarrolló, siempre me había parecido muy mona, aunque sin comparación con Juanita Plaza; pero en la cama, entre mis brazos, a sus dieciocho años, era una auténtica maravilla. Y por culpa del lujurioso sastre Menéndez, aquella maravilla era para mí (...)”.

Ese trayecto que le lector (posteriormente espectador ) hacia “ninguna parte” fue todo lo contrario, se disparó por todos lados. Además del éxito editorial, la cinta, dirigida por el propio Fernán Gómez catapultó El viaje hacia el mito. Primera gala de los Goya (1987) y tres premios “gordos” (película, director y guion), más el de mejor actor para el propio FFG, aunque este fue por Mambrú se fue a la guerra, también bajo su batuta.

Aprovecha ahora la SGAE para acoger una exposición que juega con aquel título, ya mítico, para darle la vuelta y hablar de El viaje a todas partes. Ese fue el verdadero trayecto que han los que se han acercado a la obra del intelectual y así es el recorrido que se propone en esta retrospectiva por la vida de Fernando Fernán Gómez. Una muestra organizada por la familia del actor y director; que cuenta con la colaboración de SGAE, la Fundación SGAE e Iberdrola que podrá visitarse hasta el 27 de noviembre en las galerías del Palacio de Longoria (Fernando VI, 4). Institución, SGAE, con la que siempre tuvo una importante vinculación con su participación en tertulias sobre teatro junto a Antonio Buero Vallejo en el año 1985 o la presentación de sus memorias en 1990.

Los promotores de la exposición son los propio familiares de un intérprete que fue miembro de la entidad de gestión desde 1953, “con un amplio abanico de profesiones autorales”, destacan de este dramaturgo, guionista y director de obras audiovisuales y con casi setenta obras registradas. “Autor imprescindible en el panorama cultural español, fue una figura clave de la escena y el celuloide de nuestro país”, defiende el recorrido de quien, en 2003, también ganó el Premio Max a Mejor autoría teatral por Defensa de Sancho Panza.

Los visitantes encontrarán carteles de algunas de las películas protagonizadas por Fernán Gómez, programas de mano, guiones originales, fotocromos, libretos o curiosidades como algunos de los numerosos reconocimientos que ganó el celebrado autor, como el Goya al mejor director por El viaje a ninguna parte o el Oso de Honor que le otorgó la Berlinale en 2005. “También podrán verse diversos objetos personales de este maestro de la escena y ‘atrezzo’ de sus películas”, señalan de piezas como la armadura utilizada en Don Quijote cabalga de nuevo; el bastón y el traje que usó en el rodaje de El abuelo, de José Luis Garci; o la daga de La Venganza de Don Mendo.

Escritor, actor y director teatral y cinematográfico, Fernando Fernán Gómez (Lima, 1921-Madrid, 2007) fue miembro de la Real Academia Española desde el año 2000 hasta su fallecimiento. Actuó en más de 200 películas, dirigió 30 y escribió otros tantos guiones; además de novelas y textos para teatro. Premio Nacional de Teatro (1985) y Príncipe de Asturias de las Artes (1995); así como varios Goya.

En noviembre de 2021, la SGAE organizó en la Sala Berlanga de Madrid un homenaje con motivo del centenario de su nacimiento, donde se resumió la aportación de Fernán Gómez a la historia del teatro y del cine del siglo XX en España: “Fue un gran camaleón, que supo vestirse de todos los oficios, y todos los desempeños con personalidad y carácter excepcionales. Actor de cine y teatro, director de películas cómicas, trágicas, existenciales, y siempre diferentes a la grisura de los tiempos que le tocaba vivir; fue dramaturgo brillante y divertido comediógrafo, y aún tuvo tiempo y talento para escribir novelas históricas con singular tino. Atravesó tres generaciones de nuestra Historia, y con él entraron las artes escénicas en la Real Academia de la Lengua”.