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Howard Carter vuelve a hospedarse en el Palacio de Liria

Una exposición que reúne fotografías, documentos y libros evoca el descubrimiento de la tumba de Tutankamón y las cuatro conferencias que el arqueólogo pronunció en Madrid gracias a la amistad y la mediación del Duque de Alba
La Razón

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El 4 de noviembre de 1922, Howard Carter encontró la tumba de Tutankamón. Ese día despertó la fascinación por el país de los faraones y el mundo descubría al mismo tiempo lo que era el estilo «kitsch» gracias a los tenderetes de turistas. El alcance del hallazgo pervive en la memoria de la humanidad como una leyenda indiscutible. Disfruta de ese carácter mítico que solo pueden encarnar estrellas de cine como Marilyn Monroe. De hecho, la tumba es casi más famosa que su inquilino, un muchacho del que muchos no sabrían concatenar cuatro datos coherentes sobre su infausto paso por la Tierra. Es uno de esos momentos estelares en que la Historia reserva todo el esplendor del ajuar de oro para desplazar a un segundo plano a su desdichado protagonista.
En aquel momento, España arrastraba todavía el asunto del 98 y padecía la resaca política de Annual. En pocas palabras, no era su mejor momento. Pero el Duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart, director de la Real Academia de Historia durante 30 años, presidente del Comité hispano-inglés, trabó amistad con el arqueólogo, lo convenció para que impartiera cuatro conferencias en Madrid en 1924 y 1928, y lo alojó en sus estancias del Palacio de Liria. Con estos modos tan hospitalarios, consecuencia de la simpatía mutua que se debían, introdujo la ciencia y la modernidad en una nación donde por concierto la gente todavía entendía un tablao flamenco con Miguel de Molina, lo que no tiene nada de malo, pero ayuda a contextualizar.
El Duque de Alba tuvo el mérito, que nadie puede negarle, de convertir unas ponencias en fenómeno social y que la Historia fascinara el imaginario de la gente. El Palacio de Liria dedica ahora una amplia exposición a estos dos momentos y a la aparición de un hipogeo que todavía alimenta la programación de los canales de documentales. La muestra recrea de manera audiovisual las conferencias, reúne un conjunto extraordinario de fotografías de la época, documentos autógrafos de Carter y diarios que recogen la visita del historiador británico, aparte de un numeroso catálogo de libros, objetos así como mapas de la biblioteca del Duque de Alba, al que sin duda debemos que nos colocara más cerca que nunca del mayor hito de masas antes de que el mundo descubriera el baile de caderas de Elvis Presley.