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Contracultura

Personas embarazadas: ¿sueñan los hombres trans con embarazos ectópicos?

¿Puede un hombre gestar? La ciencia y el sentido común dicen que no, pero en la era del eufemismo y la autodefinición del sexo, todo es posible. Especialmente lo que va contra toda lógica

Cerebros masculinos y femeninos
Cerebros masculinos y femeninosDreamstimeDreamstime

Metro Madrid habilita los asientos verdes: un diez por ciento de las plazas con un color diferente para ser utilizados por personas mayores, personas con movilidad reducida y personas embarazadas. La medida, en fase piloto, es loable. Pero no deja de ser sorprendente el empeño por utilizar el sintagma “persona” en todo eufemismo, como si el hecho de no especificar esa cualidad despojara al designado de ella. “Es la divinización de la palabra persona”, explica José Errasti, profesor titular en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo, escritor y articulista, autor, junto a Marino Pérez, deNadie nace en un cuerpo equivocado”. “Se ha convertido en la palabra más prestigiosa y espectacular del mundo, casi bendita, utilizada siempre y en todo momento. Ya no hay que decir discapacitado, sino persona con discapacidad. No vayamos a sospechar que no es persona. Toda característica debe ir precedida del sintagma ‘persona’. Es un prestigio casi religioso”. Especialmente sorprendente es en el caso de “personas embarazadas”. ¿Acaso puede una persona que no pertenezca al conjunto de las designadas como ‘mujeres’ gestar un hijo? ¿O únicamente la hembra adulta del ser humano tiene la facultad de procrear? Parece una pregunta sencilla, pero no se confíen.

¿Puede un varón estar embarazado? “Pues depende de la definición de hombre que utilicemos”, apunta Errasti. “Si utilizamos la definición del diccionario, la respuesta es no”. Según la RAE, el hombre es el varón que ha llegado a la edad adulta y aquel que tiene las cualidades masculinas por excelencia. “Un hombre no puede quedar embarazado”, continúa el profesor, “porque es un concepto que se define por su función reproductiva, que es fecundante y no gestante. No puede, por lo tanto, quedar embarazado. Quien sostenga que sí, algunos así lo defienden, debería ofrecer su propia definición de hombre. Y entonces la discutimos, la debatimos, vemos si es correcta o no. El problema es que se critica la definición convencionalmente aceptada de hombre pero no se ofrece ninguna otra alternativa que no sea redundante, que no se incluya en ella el concepto que se pretende definir. De tal forma quemujer es aquella persona que se sienta mujer, por ejemplo. Pero esta definición es inaceptable. Es de primero de primaria que el término definido no puede estar incluido en la definición. Se niega desde el movimiento “queer” la posibilidad de definir hombre o mujer, se critica la definición clásica pero no se ofrece otra alternativa. Así, la pregunta, teniendo en cuenta que ‘hombre’ es un concepto indefinible, quedaría en el aire”.

Contracultura.
Contracultura.Jae Tana

Pero la cuestión, más allá de la semántica (que no es baladí hoy en día, como señala Errasti), es la posibilidad real de que el cuerpo masculino albergue vida humana. “A día de hoy, para estar embarazado hay que disponer de un útero”, dice Pablo de Lora, Catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid y autor de “Lo sexual es político (y jurídico)” y “El laberinto del género. Sexo, identidad y feminismo”. “No digo yo qué es lo que pasará en el futuro, pero hoy en día es imprescindible disponer de útero, y los seres humanos que disponen de uno son típicamente aquellos que, convencionalmente, denominamos mujeres. Ningún hombre, ningún miembro de la especia a los que llamamos ‘hombres’ por contar con una serie de características biológicas concretas, dispone de un útero para gestar. Insisto en el ‘a día de hoy’ porque quizá en un futuro se pueda trasplantar úteros a cuerpos masculinos, pero a día de hoy eso no es posible. Para estar embarazado es imprescindible tener útero, y solo tienen útero las mujeres. Lo que no significa que sea imprescindible tenerlo para ser mujer, pero sí para estar embarazada. Hay mujeres que no tienen útero como hay hombres que no tienen próstata. Estar embarazada es un proceso biológico que no tiene absolutamente nada que ver con como uno se sienta”.

Ya se han dado casos en EEUU de denuncias a ginecólogos, al presentarse mujeres trans (una mujer con cuerpo y características masculinas. O sea, una mujer con pene. Es decir, un hombre) y exigir ser atendido por un ginecólogo. “El especialista explica que sus conocimientos y su formación son sobre el cuerpo femenino, sobre el aparato reproductivo característico de la mujer. La consecuencia de eso es una denuncia por transfobia”, explica el profesor José Errasti. En nuestro país también se han dado casos de transexuales que denuncian a ginecólogos porque se niegan a atender a mujeres trans con características físicas que se corresponden con las masculinas. Es decir a mujeres que biológicamente son hombres. Por negarse, en definitiva, a atender patologías que no se corresponden con su especialidad. Como si un traumatólogo se declarase incapaz de tratar con solvencia un virus estomacal por desconocimiento de esa rama de la medicina, en definitiva.

Pero el embarazo no es un sentimiento ni depende de la emocionalidad. No se está embarazada porque así se siente una, como se puede sentir, con íntimo y profundo convencimiento, mujer, hombre, no binario, ferviente católico o estupendísima persona. Embarazada se está o no se está. Es un estado fisiológico: el periodo que transcurre desde la fecundación, desde la implantación del cigoto en el útero, hasta el momento del parto. Y para ello son, hasta el momento, imprescindibles unas características biológicas muy concretas, que responden a las que caracterizan a la hembra adulta de ser humano, independientemente del sexo al que ella sienta que pertenece. Porque no es ni la atracción sexual por uno u otro sexo ni ese íntimo convencimiento de que el sexo asignado al nacer no se corresponda con el sentido, ni las creencias ideológicas las que determinan un hecho físico concreto: tener un útero y albergar vida en él. En definitiva, ser mujer. Y embarazada.