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Entrevista

Arantxa Echevarría: "La política es apasionante, lo triste son los políticos"

La directora de "Carmen y Lola" y "Chinas" se mete de lleno en la sátira ideológica con "Políticamente incorrectos", una comedia romántica forjada a izquierdas y derechas

Arantxa Echevarría estrena la comedia romántica "Políticamente incorrectos"
Arantxa Echevarría estrena la comedia romántica "Políticamente incorrectos"ATRESMEDIA CINE

Viene de estrenar, con cuatro nominaciones a los Premios Goya, "Chinas", aunque ya había ganado el "cabezón" con "Carmen y Lola". Arantxa Echevarría es una autora por definición filmográfica, una cineasta pegada a lo social y a lo más íntimo. Por eso, fueron muchos los que se sorprendieron en 2021 cuando se puso al frente de "La familia perfecta", comedia de corte más comercial a la que le fue muy bien en taquilla y que inició un romance cinéfilo de la directora, en una dimensión de palomitas y multi-pantallas, que ahora encuentra su segunda piedra de toque en "Políticamente incorrectos". De nuevo formando tándem creativo junto a la guionista Olatz Arroyo y al productor Jaime Ortiz de Artiñano, Echevarría firma una sátira, vestida de comedia romántica, sobre el renacimiento hegemónico del bipartidismo a través de una enrevesada historia de amor: Adriana Torrebejano es una idealista política de izquierdas y Juanlu González es una promesa rural de las juventudes de un partido conservador. Del rojo al azul, pasando por el añil y el pardo, la película se ríe de la derecha rancia que se quiere apropiar la bandera y de la izquierda pueril, la que se intenta apropiar de toda lucha social.

"Políticamente incorrectos", que verá la luz en cines justo coincidiendo con el 23-F, se estrena también en un contexto enrarecido para el cine español, con la sombra de los abusos sexuales y las acusaciones vertidas sobre Carlos Vermut en el aire. De hecho, la entrevista de LA RAZÓN con Echevarría se da en la mañana en la que se conocen los testimonios, ocasión tristemente ideal para preguntarle a la experimentada directora sobre su perspectiva personal. También sobre el machismo que se pega a la política e, incluso, a las políticas, masculinizadas para triunfar en un mundo tradicionalmente de hombres. Y, claro está, también por el asombroso parecido entre la Elena Irureta caracterizada para la película y Esperanza Aguirre, en una parodia directa que Echevarría confiesa involuntaria y que, espera, se tome bien la que fuera Ministra de Cultura y Presidenta de la Comunidad de Madrid.

Adriana Torrebejano da vida a una idealista política de izquierdas
Adriana Torrebejano da vida a una idealista política de izquierdasDEAPLANETA

-PREGUNTA. ¿Ha visto Arantxa Echevarría la cultura de la violación en el cine español?

-RESPUESTA. Me he enterado viniendo hacia aquí. Y yo, personalmente, no la he visto. También, siendo directora, me he aproximado a las películas desde otro sitio, no desde la parte de abajo de la cadena de poder. Siempre se ha hablado de productores o directores del pasado, es algo que existe más allá de experiencias personales. Pero creo que es un error enfocarlo en el cine, está en todos partes. Pasa en una empresa pequeña y en un ayuntamiento, está desde siempre. Lo que pasa es que el cine tiene el poder de poner a hablar a caras conocidas. Me parece estupendo que se denuncie en las artes, porque da voz a aquellas a las que les ocurre en otros contextos.

-Hablamos de violencia, pero también podemos hablar de machismo. Algo que contamina directamente a la política e, incluso, a las mujeres que han llegado a puestos de gran responsabilidad. ¿Cómo le da forma a esta sátira de personajes teniendo ello en cuenta?

-Si te digo la verdad, los parecidos razonables, como el de Elena Irureta con Esperanza Aguirre fue sin querer. Y nadie me cree, lo sé, pero no fue algo que buscáramos. Si lo hubiéramos pensado, habríamos equiparado a Gonzalo de Castro a alguien también. Fue azaroso, pero yo le había hablado de todas estas mujeres para el papel, de Angela Merkel, de Margaret Thatcher y de la propia Esperanza Aguirre. Son mujeres que han peleado mucho, que se han embarrado mucho también. Cuando la vi maquillada, me quedé flipando, así que lo primero que hice fue llamar a los productores y decirles que teníamos un problema. ¿Se puede? ¿Es un lío? Yo creo que Esperanza es una mujer inteligente y la película no toca nada que pueda doler de verdad o atacarla personalmente, o sea que da pie a reírse de uno mismo sin problemas.

-¿Es posible imaginar a una presidenta en España fuera de una sátira?

-Ahí me pongo más seria. En la película, el personaje de Irureta es la presidenta del Gobierno, pero nos queda muchísimo camino aún. Curiosamente, los órganos de poder a los que llegan las mujeres, suelen alimentarse de ese halo masculino que detestamos las mujeres. Pienso en las que te he dicho, esas mujeres de hierro que tienen que trabajar con herramientas de hombre. Ojalá pudiéramos trabajar con una política más femenina, libre de todas esas cargas, pero lo entiendo. Como mujer, tienes que demostrar el doble para ganarte la mitad. Y, si en tu mundo se valora lo masculino, es normal que bajes a ese fango.

Juanlu Gonzalez y Adriana Torrebejano en "Políticamente incorrectos"
Juanlu Gonzalez y Adriana Torrebejano en "Políticamente incorrectos"ATRESMEDIA

-Para ser un país tan político, apenas la hemos abordado en el cine, menos en la comedia. ¿Por qué cree que pasa?

-Me llama mucho la atención. Cuando me presentaron la película, Jaime Ortiz de Artiñano y Olatz Arroyo, me emocioné mucho con la idea de una comedia política. Yo venía de ver cientos de películas americanas al respecto, como "Vice" de Adam McKay o "Su distinguida señoría", con Eddie Murphy. En Francia e Inglaterra también se hace mucho, pero aquí nada casi. No había referentes. Pero pensé que era por los productores, son ellos los que tienen miedo, no el público. Hay programas de humor político que encuentran su sitio en la televisión. Y, si te fijas, el éxito de "Ocho apellidos vascos" es perfectamente equiparable al éxito de "Vaya semanita" en la televisión. ¿Por qué no atreverse? El humor político gusta, la gente se ofende menos de lo que creen los productores. La política, en su ridiculez, es inherentemente cómica. Hay que reírse de lo serio.

-La película explora los tópicos más vivos de la política española, desde la derecha más rancia a la izquierda que nunca lo es lo suficiente. ¿Cómo se puede jugar con ello sin alienar a los espectadores, en su mayoría, votantes de los dos grandes partidos?

-Hicimos un trabajo muy exhaustivo de guion para mantener el equilibrio. Y luego, en montaje, ajustamos mucho la intensidad de los chistes para que hubiera equidad, balance. No quería que nadie se ofendiera, pero sí que nos pudiéramos reír de todos los partidos, incluso del tuyo como espectador. A mí esto de la izquierda adueñándose del feminismo, o de lo racializado, me parece divertidísimo. Igual que me hace gracia que la derecha crea suyo los símbolos o el campo. Todo el rato, por ejemplo, se intentan quedar con la palabra libertad. Es una película para reflexionar, para pararte y decir soy de izquierdas, pero tiramos del "todes" cuando no sé siquiera muy bien qué significa, o soy de derechas pero tiro de lo rural solo cuando me conviene. Es bonito construir eso desde dos chavales de juventudes, que están todavía limpios de vicios. La política siempre es apasionante, lo triste son los políticos.

"Es una película para reflexionar, para pararte y decir soy de izquierdas, pero tiramos del "todes" cuando no sé siquiera muy bien qué significa, o soy de derechas pero tiro de lo rural solo cuando me conviene"

Arantxa Echevarría, directora

-Quería preguntarle por Adriana Torrebejano, que lleva ya años en esto pero aquí se echa la película al hombro como protagonista, quizá por primera vez en un proyecto así de grande. ¿Cómo la ha visto en esa responsabilidad?

-Es nuestra Jennifer Lawrence. Es una tía que tiene una vis cómica increíble, y es una actriz complejísima, capaz de hacerte reír y llorar. Además, es una mujer muy inteligente, lo cual es súper importante para que las películas salgan como tú tienes planeado. Confía mucho en ti, como directora, para medir la ridiculez, lo físico de la comedia. Fue muy generosa con el proyecto, fue oro.

-Después de "Carmen y Lola" y "Chinas", esta película es un nuevo encargo. No la ha escrito pero sí la han llamado para dirigirla. ¿Cómo se encuentra la autoría en un proyecto que, a priori, no es tan personal?

-La palabra encargo siempre ha sonado mal históricamente y no debería ser así. Se trata de la idea de dos personas que quieren que colabore con ellos para terminar de darle forma. Este tripartito, que ya venía de "La familia perfecta", no deja de ser un trabajo en equipo. Olatz, la guionista, está en casting y está en rodaje, Jaime se viene a las mezclas finales. Yo confío en ellos y ellos confían en mí. ¿Qué parte es mía de la película? Pues supongo que viene de los ensayos, cuando veo a los actores trabajar, se levantan los personajes y yo veo o no veo ciertas cosas. El personaje de María Hervás no era lesbiana, no llevaba el pelo corto y no era así de diligente, es una propuesta de la actriz que yo compro porque tiene todo el sentido del mundo. ¿Es un encargo? Sí, pero también es mi película.

-Antes mencionaba a Adam McKay, pero en España es imposible imaginarse una figura así. Incómoda a veces hasta para la izquierda de la que emana su discurso. ¿Es porque en España miramos siempre al dedo y no a la luna?

-Miramos demasiado al dedo, sí. Aquí, les explicaba a los productores y a marketing que jugáramos con eso. Que fuera una película dirigida por la feminazi o la racista de Arantxa Echevarría. A mí no me importa reírme de mí misma porque tengo claro qué pienso en política y cómo actúo en consecuencia. Pero eso me pasa a mí, sé que en general a la gente le molesta muchísimo. Soy una persona muy, muy política, y por eso sé donde está mi discurso. En Estados Unidos, quizá porque su pasado reciente no es tan doloroso o al menos no está tan cerca como el nuestro, las cosas no se toman tan a pecho. Pero ya han pasado casi cincuenta años del franquismo. Yo tengo un amigo que ha votado a Podemos y a Vox, eso tiene que significar algo de cómo es este país. Aquí tienes que significarte sin matices, sin consenso a veces. Es extraño.