Cultura

Exposición

Alicia y Dalí en el país del surrealismo

Hasta el 8 de enero de 2023, la Fundación Canal acoge «Alicia en el país de las maravillas por Dalí, Ernst, Laurencin & Tenniel», exhibición que recoge las obras que realizaron estos artistas basándose en la inmortal novela de Lewis Carroll

La pintura «Las pirámides de Guiza» (1957), de Dalí, y el cortometraje «Destino», creado por Walt Disney y el pintor, forman parte de la exposición
La pintura «Las pirámides de Guiza» (1957), de Dalí, y el cortometraje «Destino», creado por Walt Disney y el pintor, forman parte de la exposiciónDavid JarLa Razon

Aquí estamos todos locos. No se salva nadie, y no importa cuándo ni dónde apliquemos esta afirmación. Eso sí, aunque sea inevitable relacionarla con esta actualidad de prisas, «reels», críticas, anexiones, cuernos y tentaciones, los escenarios que ahora nos interesan son específicos. Se trata, no de las redes, del Congreso o del Kremlin, sino más bien del charco de lágrimas, de la madriguera infinita, del jardín de la reina, del bosque ahumado de la oruga o de la sobremesa del sombrerero y la liebre. La locura es parte fundamental de la obra que Lewis Carroll creó en 1862 para la joven Alice Liddell, en quien se inspiró para dar forma a la protagonista –que no a la historia– del inolvidable cuento «Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas», según su título original. Y a este ingrediente, que se extiende en todas y cada una de las criaturas que Alicia conoce durante su aventura, se le suman el del tiempo, el sueño, el sinsentido y la maravilla.

Estos elementos funcionan como base e impulso para todos aquellos que se han acercado alguna vez a la obra de Carroll, y principalmente para el surrealismo. Ejemplo de ello es Salvador Dalí. En sus obras se percibe su obsesión con el tiempo a través de sombras, pirámides o relojes derretidos. Asimismo, el pintor sentía fascinación por la ciencia y la genética y, por ello, por la metamorfosis de una oruga que se convierte en mariposa. Por tanto, la transformación de Alicia en el mundo de las maravillas fue clave para las interpretaciones que Dalí extrajo de Carroll, quien además de crear ese mundo mágico era lógico, matemático y fotógrafo.

Grabados de John Tenniel
Grabados de John TennielDavid JarLa Razon

Esta directa conexión entre el surrealismo y la ciencia, potencia literaria del padre de Alicia, se reúnen ahora en una particular exposición: hasta el 8 de enero de 2023, la Fundación Canal de Madrid recoge «Alicia en el país de las maravillas por Dalí, Ernst, Laurencin & Tenniel», exhibición que recoge las obras que realizaron estos artistas basándose en la inmortal novela. De esta manera, y siguiendo con el de Figueras, destaca una escultura de bronce que representa a la joven saltando a la comba, imagen que Dalí repetiría en las xilografías que se perciben en la muestra. Asimismo, su óleo «Las pirámides de Guiza» (1957) se expone por primera vez fuera de la Fundación Fran Daurel, y representa la eternidad a través de las pirámides, acompañadas de la esfinge, una de las iconografía más antiguas sobre la metamorfosis. Por otra parte, la exposición alberga 26 grabados de las ilustraciones originales que, bajo petición de Carroll, sir John Tenniel realizó para la primera edición de la novela. Una serie de pequeñas piezas bastante ricas en detalles que van acompañando al visitante a lo largo de la muestra al mismo ritmo que el discurso expositivo, que sigue los capítulos de la propia narración.

En el centro, escultura de Dalí inspirada en Alicia
En el centro, escultura de Dalí inspirada en AliciaDavid JarLa Razon

En cuanto a Max Ernst, se incluyen litografías que en los años 70 dedicó al universo literario de Carroll, lo que completa la muestra junto a Marie Laurencin: «Fue una mujer de vanguardias que obtuvo gran éxito y pionera en la representación de la feminidad desde la libertad de una mujer artista», explica la comisaria, Helena Alonso. En definitiva, una exposición que invita a ampliar nuestro conocimiento en las artes y las ciencias, así como a desplegar nuestra locura para demostrar que, efectivamente, no tiene límites.