Arte

El Museo del Prado quiere vertebrar España

La pinacoteca lanza un proyecto para ceder en depósito más de 3.000 obras en museos de España

Fachada del Museo del Prado
Fachada del Museo del PradoJuan BarbosaEuropa Press

Desde hace un siglo y medio, obras de arte de titularidad del Museo del Prado cuelgan en instituciones o administraciones de toda España. Algunas tienen menos suerte y se guardan en almacenes de provincias porque las piezas no tienen interés en ese territorio. Aunque no todo el mundo lo sepa, mientras la pinacoteca cuelga en sus instalaciones de Madrid unas 1.600 obras maestras, también tiene distribuidas, de norte a sur en la Península, otras 3.446 piezas en 279 instituciones. El problema es que muchas de ellas fueron entregadas sin ningún criterio, de forma discrecional, y no guardan relación con alguna con los lugares donde se custodian. Y por eso terminan en sótanos a buen recaudo pero alejadas del público. El Museo del Prado quiere «reafirmar su carácter nacional» y asegurarse de que esas piezas puedan estar donde sí puedan ser valoradas y admiradas. Por eso, la institución pone en marcha un plan, llamado «Prado Extendido», para que las obras de artistas sin posibilidad de ser expuestas en las galerías de Madrid puedan contemplarse en los lugares en los que, por la procedencia de los pintores, por ejemplo, sean valoradas. En palabras de Javier Solana, Presidente del Patronato del Museo del Prado, «damos un paso serio para vertebrar el país desde la perspectiva del museo».

Los préstamos, o más bien depósitos de obra propiedad del Prado comenzaron en 1860 pero «sin criterio», como explicó el director del museo, Miguel Falomir. «La idea era buena, pero su desarrollo, no. Se mandaban de forma unilateral, sin preguntar ni saber la opinión, y eso hacía que ningún pintor terminase en el área geográfica de su procedencia. Obra de artistas valencianos se enviaba a Galicia, y la de gallegos, a Extremadura». Son, eso sí, obras inventariadas a las que se le hace un seguimiento y que en conjunto adoptaron el nombre de «Prado disperso», pero que no respondían a criterios museísticos ni vínculos locales.

Madrileñización excesiva

Detrás de la iniciativa también hay un mensaje político, como expresó el ministro de Cultura, Miquel Iceta: se hace «un ofrecimiento» del capital cultural del museo «para que pueda ser aprovechado de la forma más eficiente posible. Al Prado se ha dirigido alguna vez críticas injustas sobre la concentración excesiva de su obra y de una cierta madrileñización –dijo Iceta–. Pero eso nunca ha sido así. El museo ha hecho desde siempre un esfuerzo de presencia o de cesión atemporal a otras instituciones de la geografía española y ahora quiere dar un paso adelante. Darle nombre a lo que ya hacía y ofrecerlo a otras instituciones». Iceta, que se refirió a las críticas que sufrió por hablar de «federalismo cultural», matizó que esta iniciativa se enmarca en la «desconcentración de los museos. Un museo nacional es de toda la nación, no de un código postal».

Sin embargo, Falomir hizo hincapié en que la primera fase del plan es distribuir racionalmente las obras que ya están en depósito tanto en diputaciones, ayuntamientos, entidades religiosas o museísticas pero que no están expuestas sino guardadas. El siguiente movimiento será preguntar a otras instituciones si están interesadas en ellas. El director del Prado puso como ejemplo las cesiones de piezas en el Museo de Bellas Artes de Oviedo y el de Alicante, donde se exponen 54 y 28 piezas que pertenecen a la pinacoteca, muchas de las cuales han salido de almacenes y que han resultado ser un éxito de público. Falomir hizo hincapié en que esa es la vía de colaboración, y no otras: «He hablado con presidentes autonómicos que me piden que el Prado abra una subsede en sus territorios que luego me miraban sorprendidos cuando les decía que ya tienen uno o dos centenares de obras del Prado en sus ciudades. Muy pocos lo saben».

Asimismo, insistió en que «no se va a desvestir ningún santo para vestir otro. Ninguna de las obras que cuelgan del Prado puede salir. Solo aquellas que no tienen ninguna posibilidad de verse, ni siquiera como suplentes de alguna que se pueda prestar. Y entre esas hay muchas obras muy interesantes». También se refirió al incidente en el que unas activistas climáticas se pegaron con pegamento a «las majas» de Goya. «El riesgo cero no existe. Ni siquiera poniendo un policía detrás de cada visitante al museo», dijo Falomir. Iceta, por su parte señaló que «hemos extremado las precauciones pero no vamos a cerrar por esto ningún museo. Esa es la prioridad».