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¿Qué vemos cuando miramos el «Jardín de las delicias» del Bosco?

Un estudio científico ha analizado el comportamiento del público frente a la icónica pintura del Museo del Prado

Madrid Creada:

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Entre Adán y Eva, el mejillón de la lujuria, el cerdo vestido de monja, la partitura en el trasero, el monstruo «comehombres» o los reptiles de tres cabezas, el tríptico del «Jardín de las delicias» resurge en la sala 56A del Museo Nacional del Prado como un cajón de sastre artístico. La grisalla de los tres paneles –desde la izquierda, el Paraíso, la Tierra y el Infierno– engloba a un sinfín de figuras con posturas retorcidas, de animales coloridos y de escenas que atrapan las miradas de los espectadores, aunque algunas más que otras. ¿Qué vemos cuando miramos al Bosco? ¿Tendemos a fijarnos más en la paz del Paraíso o en el sufrimiento caótico del Infierno? La ciencia tiene la respuesta.
La obra del Bosco se creó en torno al año 1500 como una pieza de conversación. Ya en su primer destino, el Palacio de Nassau en Bruselas, sus dueños lo mostraban a la élite de la época y la comentaban, algo que sigue sucediendo más de 500 años después en el Prado. Pero, ¿qué se comenta? ¿Qué detalles causan mayor emoción? Un estudio científico que se ha llevado a cabo en colaboración con el Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández ha analizado, con una muestra de 52 participantes elegidos al azar, hacia dónde se dirigen los ojos al contemplar el «Jardín de las delicias», así como la posición de los sujetos en la sala o el tiempo que se emplea en mirar la tabla. Para ello, se han utilizado gafas de seguimiento ocular que, conectadas a un ordenador, registraban de manera independiente la dirección de la cabeza, de los ojos, el tamaño de las pupilas, así como aquellos movimientos rápidos y simultáneos que realizan ambos ojos cuando están observando.
Avanza Eduardo Fernández Jover, director del grupo de investigación, que el objetivo científico de este estudio es «que personas ciegas puedan tener cierta visión funcional. Para ello, es importante saber dónde tenemos que mirar». «Todavía es necesario realizar más estudios» similares, añade, pero la conclusión en el caso del Bosco ha sido que la tabla del Infierno es la que atrae con más intensidad la mirada del espectador. En concreto, y tras examinar el recorrido ocular de cada individuo, así como el tiempo de fijación, aquello que más ha acaparado la atención es el supuesto autorretrato del Bosco, también en el panel de la derecha. «El tiempo de observación medio de esta obra es de 4:08 minutos», explica, y subraya «la variación del tamaño de las pupilas, que tiene relación con el nivel emocional del sujeto»: el monstruo «comehombres» o las orejas son de los detalles que más dilatan las pupilas. ¿Lo escabroso nos emociona?