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Carmen Martínez Barreto: cómo convivir con fantasmas

La pintora, considerada una de las figuras más relevantes del actual panorama artístico, expone en el Museo MARCO de Vigo, un ambicioso proyecto artístico que abarca la pintura, el vídeo y la instalación
«Serie s/t 39, 2021-2023» es el nombre de esta pintura fantasmagórica que integra la exposición «Cuando acaba el día»
«Serie s/t 39, 2021-2023» es el nombre de esta pintura fantasmagórica que integra la exposición «Cuando acaba el día»Concha Martínez Barreto

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Concha Martínez Barreto constituye unas de las figuras más relevantes del actual panorama artístico español. Su universo visual resulta de una inquietante familiaridad; y su discurso destaca por funcionar como una perfecta maquinaria intelectual que recoge, en su radar, algunas de las grandes preguntas vitales. Hasta el 14 de enero, Martínez Barreto expone, en el Museo MARCO de Vigo, un ambicioso proyecto artístico que abarca la pintura, el vídeo y la instalación. Comisariada por Miguel Fernández-Cid, esta muestra constituye un corolario de todas las ideas y obsesiones sobre las que esta autora ha estado trabajando durante los últimos años: la noche, los recuerdos, la casa, la vida y la muerte, el refugio y el peligro. El propio título de la muestra, «Cuando acaba el día», no indica, como la propia Martínez Barreto señala, el final de un tiempo o ciclo, sino el principio de otro, «el tiempo de la noche».
La noche es el escenario en el que la realidad muestra su lado más íntimo. Aunque, en este caso, la intimidad funciona con la ambivalencia de lo que al mismo tiempo salva y condena, de lo que reconforta y aterra. La obra de Martínez Barreto explora, en efecto, el lado oculto –y, por qué no decirlo, oscuro– del confort. «Casa» (2023), por ejemplo, reproduce una cabaña a escala real. Al final del día, el calor del hogar es la sensación reconfortante con la que todos esperamos reparar los estragos de la jornada vivida. Sin embargo, cuando el espectador se asoma a la ventana de esta casa no encuentra la chimenea, la mesa y la cama –procuradores del calor del hogar–, sino un bosque en cuyo centro se encuentra la misma casa en miniatura. El exterior ha invadido el interior, el refugio se torna en un inexplorado espacio en el que acechan los peligros. Lo familiar –ya nos lo dejó ver Freud– es solo la otra cara de lo siniestro, de esos íntimos fantasmas con los que Concha Martínez Barreto intenta firmar un pacto de convivencia.
El grueso de la obra presentada en «Cuando acaba el día» consiste en lienzos que toman como referente anónimas fotografías antiguas. Abrirle la puerta al pasado es una invitación a que los recuerdos funcionen como una red de arrastre de nuestros miedos más primarios. Para Martínez Barreto, el pasado únicamente se hace presente a través de su deformación, de su devenir en lo monstruoso. El pasado no se «muestra», se «monstrúa». De ahí que, bajo el aparente candor de sus imágenes, la artista dirija la mirada del espectador hacia la perversión que anida en la ingenuidad. Cuerpos con alguno de sus miembros deformados, una mujer que se funde con un árbol, bellos infantes que rodean un gigantesco cordero muerto… Nadie dijo que la intimidad fuera un territorio en el que sentirse a salvo y libre de los peligros del existir.
En ocasiones –o, en rigor, casi siempre–, nuestra estructura más íntima está articulada por nuestros miedos, por una pulsión de muerte que emerge con todo su potencial en la vulnerabilidad de la noche. Las piezas que Martínez Barreto ha llevado al MARCO de Vigo nos hablan de lo familiar como esa interfaz con la que interactuamos con nuestras pesadillas, como el temor a caer y perdernos, y con la proximidad de la muerte.