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Para reírse de Hacienda vaya "Al otro barrio"

Quim Gutiérrez y Sara Sálamo protagonizan esta comedia dirigida por Mar Olid, adaptación de una cinta francesa
Quim Gutiérrez y Sara Sálamo protagonizan "Al otro barrio"
Quim Gutiérrez y Sara Sálamo protagonizan "Al otro barrio"

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Los clichés son jugosas herramientas de crítica y comedia, pero hay que saber usarlos o, más bien, romperlos. En una época en la que el humor debe ser valiente o no ser, el cine emerge como un eficaz vehículo para difundirlo. Opina la cineasta Mar Olid que «la comedia es un camino muy dulce para llegar a un objetivo muy claro, porque detrás de la risa ves la vida humana, el día a día de todos nosotros». Su experiencia profesional le asegura la alta capacidad que tiene este género para transmitir de forma sutil realidades sociales como puños. Durante cuatro años trabajó en «Aída», donde «nos reíamos de todo a carcajada limpia, aunque en esa época podías meterte con ciertas cosas que ahora no», Es por eso que, añade la cineasta, «se está empezando a hacer comedias más inteligentes». Y ejemplo de esas atrevidas y contrastadas risas es la película «Al otro barrio». Inspirada en la francesa «Bienvenidos al barrio» (2019), dirigida por Mohamed Hamidi, esta versión cuenta con un reparto encabezado por Quim Gutiérrez, Sara Sálamo, María de Nati, Jorge Suquet o Carmen Ruiz.  

Formalidad y humildad

La cinta arranca cuando pillan a un encantador de serpientes en plena función: Andrés Ocaña (Gutiérrez) es el jefe de una agencia de comunicación, y debe aceptar tanto la millonaria multa como las medidas que les imponen desde Hacienda por un intento de engaño fiscal. Se ve obligado a trasladar oficina y empleados, acostumbrados a trabajar en una lujosa zona del centro de Madrid, hacia el conflictivo barrio de extrarradio de Los Caños. Un lugar ficcionado, que refleja y muestra las diferencias sociales y culturales entre sus habitantes y los recién llegados. Los contrastes están a la orden del día: atuendos formales y puertas de cristal se topan con vidas humildes y muros que se caen a trozos. El resultado es una comedia donde los prejuicios y disparidades se ensalzan en divertidas e irónicas tramas.
Opina Gutiérrez que «vivimos rodeados de prejuicios, y es cierto que en las películas los forzamos, porque se presentan realidades idealizadas. Pero con esfuerzo, en un mundo en el que la diferencia se utiliza para generar controversia y conflicto, verla como una oportunidad es valiente e inteligente». Añade Olid que «la realidad es muchísimo más dura que como se presenta en la película», pero sí aseguran que la producción se ha asesorado convenientemente para no ofender a colectivos. «Que en la línea de salida no estemos a la par no quiere decir que no seamos igual de competentes», opina Sálamo, cuyo personaje es la mano derecha del jefe y, además, guarda un revelador secreto. La película llega a transmitir, junto a actores de diversas culturas o razas, que una vez se superan esos prejuicios iniciales, «es cuando se puede llegar a producir un encuentro». ¿De qué seríamos capaces si sentimos una necesidad extrema por alcanzar algo? ¿Qué diferencia hay entre un jefe acomodado que defrauda a Hacienda y una persona de barrio que vive del trapicheo? Es posible que, si prueba a pisar el otro barrio, dice Olid, «termine enamorándose de su gente y sus elementos».

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