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Crítica de "Kinds of Kindness": tríptico del amor profano ★★★★

Director: Yorgos Lanthimos. Guion: Efthymis Filippou, Yorgos Lanthimos. Intérpretes: Emma Stone, Jesse Plemons, Willem Dafoe, Margaret Qualley, Hong Chau. Irlanda, 2024. Duración: 165 minutos. Comedia dramática.
Un fotograma de "Kinds of Kindness"
Un fotograma de "Kinds of Kindness"Imdb
La Razón
  • Sergi Sánchez

    Sergi Sánchez

Barcelona Creada:

Última actualización:

Los trípticos en los iconos rusos representaban o la Santísima Trinidad o escenas de la vida de Jesucristo, santos, ángeles u otras (nada pobres) criaturas celestiales. ¿Por qué no entender, pues, “Kinds of Kindness” como la versión profana de esos trípticos, o, mejor dicho, la versión que un iconoclasta de línea dura -recordemos que ellos fueron los que, en las entrañas del Imperio Bizantino, prohibieron las imágenes religiosas- puede tener de las vidas de un puñado de mártires sacrílegos, acompañados de sus demoníacos señores feudales? La forma del tríptico -sus capítulos unidos por el absurdo de un personaje, reducido a unas siglas, que empieza como víctima y daño colateral de una relación amo-esclavo y acaba comiéndose un sándwich- se ofrece como territorio abonado para que Yorgos Lanthimos despliegue su comedia de los (t)errores logrando que cada historia sea igual y distinta a la vez. Cada escena de la tabla reproduce una situación de poder y dependencia (emocional, psicológica, sexual) que cuestiona hasta qué punto el amor -o lo que damos por sentado que lo es- nada tiene que ver con lo divino.
Asesinatos por decreto corporativo, canibalismo, automutilación, abuso y violación… Nada nuevo para los que conozcan el cine de Lanthimos, especialmente “Canino” y “El sacrificio del ciervo sagrado”. “Kinds of Kindness” parece diseñada para recordarnos que el cineasta griego no ha perdido el contacto con sus esencias, a pesar de que “Pobres criaturas” tuviera toda la pinta de ser el comienzo de un nuevo capítulo en su filmografía. Si Bella Baxter se enfrentaba al mundo para comérselo, desafiando precisamente el control patriarcal de un régimen normativo, en “Kinds of Kindness” el confinamiento, el sofocante sometimiento a los dictámenes de la comunidad, es la ley. Si Bella Baxter solo quería pertenecerse a sí misma, los protagonistas de “Kinds of Kindness” solo quieren poseer o doblegarse.
Puede que sus casi tres horas parezcan un gesto autoindulgente, aunque la película parece necesitar expandirse sin mesura para conseguir sus objetivos. La desmesura es, de hecho, uno de sus temas: en el universo alienado de Lanthimos, casi distópico, el contraste entre la locura implícita en las acciones de los personajes y su impasible, perturbadora puesta en escena, solo aspira a despertar una risa nerviosa en el espectador. “Kinds of Kindness” es, a su manera, una comedia, que busca que nos reconozcamos en la grotesca, patética incomodidad de ese retablo profano.
Ese reconocimiento no emana de este infierno artificial, rígido e irrespirable, que Lanthimos filma con distancia y sin profundidad; tampoco de la sorprendente idiosincrasia de las tramas -en la que los miembros de una secta beben lágrimas o un policía obcecado con que su mujer ya no es su mujer-, ni siquiera del abrumador compromiso de un plantel de actores (mención especial para Jesse Plemons, premiado en Cannes, y Emma Stone) con encarnar a personajes que carecen de toda empatía, perdidos en sus obsesiones. Emana, tal vez, del poso cotidiano de lo absurdo, de una mirada sobre la realidad afectiva de lo humano que no por extravagante resulta menos conmovedora. Tal vez Lanthimos sea esclavo de algunos trucos manieristas que se han convertido en marca de la casa -el baile eléctrico, descoyuntado, de Emma Stone- pero, al cabo de la calle, “Kinds of Kindness” nos desnuda en toda nuestra embarazosa vulnerabilidad. Recomendamos verla en compañía de un decálogo, la serie “The Curse”, también protagonizada por Stone: la ampliación del campo de batalla de la película puede tener efectos devastadores.
Lo mejor:
La estructura narrativa de tríptico enriquece de maneras imprevisibles el discurso del filme, apoyándose en la entrega incondicional de sus actores.
Lo peor:
A veces puede dar la impresión de que Lanthimos se siente demasiado cómodo recurriendo a sus tics de autor.