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«El grinch»: Oh, verde Navidad

Misántropo, gruñón y amargado. Todo eso es, o parece ser, esta criatura, némesis de Santa Claus, que se ha convertido gracias al cine y la televisión en un personaje clásico de la Navidad.

El Grinch, surgido de la pluma del doctor Seuss en 1957, odia la Navidad y a sus máximos valedores, los habitantes de Villa Quién
El Grinch, surgido de la pluma del doctor Seuss en 1957, odia la Navidad y a sus máximos valedores, los habitantes de Villa Quiénlarazon

Misántropo, gruñón y amargado. Todo eso es, o parece ser, esta criatura, némesis de Santa Claus, que se ha convertido gracias al cine y la televisión en un personaje clásico de la Navidad.

Todos, en algún momento de nuestas vidas o de manera recurrente y reincidente, hemos sido y somos (no lo nieges, «mi hermano, mi semejante») «grinch» de algo. ¿Quién no se ha sentido desplazado en una fiesta valorando fantasías extremas de boicot y destrucción? ¿Quién no ha albergado un sentimiento de enmienda a la totalidad ante el optimismo de un amigo o la felicidad empalagosa de los recién casados? Atentar con nuestro cinismo contra el orden armonioso de algo es una actitud puramente «grinch». Decir, como Bartleby, «preferiría no hacerlo» o directamente conspirar contra ello, es esencialmente «grinch». Desde que todos somos un poco «millenial» a un «grinch» se le llama un «hater». Los hay de todos los tipos y ámbitos. Mirándonos bien adentro, ninguno escapamos al fenómeno. Pero quizás lo que nos convierte definitivamente en un «grinch» de primera categoría es ir contra la abrumadora mayoría, contra la lógica de lo universalmente reconocido como bueno o bonito. Por ejemplo, contra la Navidad.

Ese el caso de la criatura alta, enjuta y verde que da origen al fenómeno, surgido de la pluma del doctor Seuss en 1957 y que desde entonces es un personaje clásico de la Navidad, especialmente en el mundo anglosajón pero también, gracias al cine, de otras culturas. El Grinch vive a las afueras de la apacible Villa Quién, en una cueva en lo alto de un promontorio desde donde observa con escepticismo la armonía de sus ciudadanos y, con pavor, la llegada de la Navidad, donde la bonhomía de los empalagosos Quién se redobla. Amargado y apremiado por la cascada de regalos que los habitantes de la villa esperan de Santa Claus en la noche del 24 al 25, concibe un descabellado plan: robar la Navidad, o lo que es lo mismo, hacerse de madrugada con todos los regalos depositados por el bienhechor de Laponia.

El actor Ernesto Alterio, que como doblador de El Grinch en la nueva cinta que el estudio de animación Illumination le dedica ha convivido estrechamente con el personaje, ha aprendido a extraer el lado positivo de ser un cascarrabias con el mundo: «Me gusta la parte de él que no comulga con lo establecido. Yo soy muy obediente en general y desde luego no he tenido problemas con la justicia –añade entre risas–, pero reconozco que acatar las normas o hacer cosas porque siempre se han hecho es algo que a veces me cuesta. Lo bueno del Grinch es que se rebela con estilo y es un tipo inteligente y creativo. He aprendido a que no hay que tenerle miedo a ser diferente, a no seguir las normas».

Restituir los valores

De apartarse de la corriente a atentar contra ella hay un paso importante, pero en los orígenes del personaje, es decir, el cuento infantil del doctor Seuss, el proceder aparentemente malvado de esta criatura respondía a una enseñanza que aspiraba a restituir los valores de la Navidad: la necesidad de no vaciar de contenido estas fiestas en beneficio de un mero intercambio de regalos, muchos regalos. «Llama la atención cómo pone el ojo crítico en el exacerbado consumismo en el que estamos inmersos todos durante todo el año pero más aún en Navidad, cuando nos entra un afán extremo por comprar y parece que la Navidad sea solo eso y no estar con la gente que quieres». El gruñón de la montaña, aunque sea a través de sus diabluras, mostrará a los Quién el verdadero sentido de las fiestas que conmemoran el nacimiento de Jesucristo. Una enseñanza que no deja de tener sentido en estas Navidades cada vez más adelantadas que vivimos y que ya comienzan de facto en noviembre, con la iluminación de las ciudades y las compras del Black Friday.

Illumination Entertainment, la división de animación de Universal Pictures, tiene callo en esto de lidiar con malvados que, en el fondo, no lo son tanto como a simple vista pareciera. Del estudio salió en 2010 «Gru: mi villano favorito», que ha tenido dos secuelas y un «spin off» de los «Minions», las adorables criaturitas que presuntamente son los agentes del Mal de Gru. Ahora, coincidiendo con la Navidad (como es lógico), lanzan a la cartelera a este Grinch remozado que, según Alterio, «le da una vuelta de tuerca. Está más acorde a los tiempos que vivimos, tiene más que ver con la época actual siendo atemporal, le da un punto refinado dentro de su extravagancia, exquisito. Además, Illumination maneja la imagen de manera increíble».

El estudio ha trabajado sobre la base de la iconografía clásica de este cuento desde los años 50. Es la primera vez que se convierte en un largometraje de animación para la gran pantalla, pero ya en los años 60 y 70 tuvo populares versiones de televisión. La primera de ellas estaba doblada y narrada nada más y nada menos que por Boris Karloff. Se trataba de un corto de 26 minutos que proyectó la CBS con un éxito tal que repitió la jugada cada Navidad hasta 1987. Ahí asienta la fama de este cuento en la cultura anglosajona, que lo ha convertido en un clásico de estas fechas tan imprescindible como «¡Qué bello es vivir!».

El camaleónico Carrey

El público español, en cambio, conoció mayoritariamente al Grinch en la versión «live-action» protagonizada por Jim Carrey y dirigida por Ron Howard en el año 2000. La cinta fue un taquillazo en su día y es uno de los ejemplos de la vena camaleónica de Carrey, el hombre que fue, por ejemplo, «Ace Ventura» y «La máscara».

En esta nueva adaptación, dirigida por Yarrow Cheney («Mascotas») y Scott Mosier Benedict Cumberbatch es el encargado de doblar al Grinch en la versión original. Un espejo en el que mirarse para Alterio, quien ha afrontado su primera participación en el doblaje de este tipo: «Me he doblado a mí mismo en películas, pero por retoques. Este es un trabajo que me ha apasionado por el hecho de tener que acotar tu rango de expresividad a la voz y sacar de ella todas sus posibilidades. Lo más díficil y entretenido tiene que ver con la característica de este personaje, sus matices, sus cambios en cuestión de poco tiempo. Durante seis intensas jornadas de trabajo (sin contar el bagaje previo) Alterio se enfrentó al micro y la pantalla en una habitación vacía, insonorizada. «Las sesiones no pueden ser muy largas porque requiere de una concentración muy fuerte», añade el intérprete.

La versión española de la cinta «El Grinch» cuenta además con la particiación de los cantantes Antonio Orozco y Pablo López, que han confeccionado el tema principal, titulado «Igual que tú». Una composición en la que empatizan con los miedos de esta criatura misantrópica, pero revelando su buen fondo. Para los artistas, estrechos amigos antes que colaboradores, Universal les ha dado, dicen, la oportunidad de saldar una deuda pendiente, trabajar juntos en un proyecto.