No habrá paz para Tyler Rake
El especialista Sam Hargrave vuelve a dirigir al Chris Hemsworth y a Golshifteh Farahani en la secuela de la trepidante película de acción de Netflix
Madrid Creada:
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Algo cambió en la esencia misma del Hollywood más palomitero cuando el que fuera responsable de las escenas de acción de «Matrix» (1999), Chad Stahelski, reventara la taquilla mundial con «John Wick» (2014), nada más y nada menos que su ópera prima. Del mismo modo que por el 11-S o, antes, la Guerra del Golfo o el mandato de Ronald Reagan, la acción en el séptimo arte mutó por contagio, y fueron muchos los directivos que, con buen tino, decidieron dar oportunidades a nuevos talentos, curtidos en años de encajar puñetazos falsos de los que duelen.
Y así, todavía entre cardenales y moretones de ejercer como doble de acción de Chris Evans siendo el Capitán América, se le presentó la oportunidad al especialista Sam Hargrave de pasarse a la dirección. El dinero lo ponía Netflix, la idea la producían los hermanos Russo («Vengadores: Endgame») y la cara se la iba a partir el mismísimo Thor, un Chris Hemsworth ansioso por sacudirse un poco los rayos divinos de su carrera. La materialización nos llegó justo antes de la pandemia a través de «Tyler Rake» («Extraction», en el resto del mundo), la historia de un mercenario, militar retirado tras varias rondas en Afganistán, que se dedicaba a los rescates quirúrgicos en zonas de conflicto. El aplauso fue unánime, las visualizaciones se multiplicaron como balazos durante el confinamiento y hubiera sido absurdo no perseguir una franquicia.
Tres años después, nos llega «Tyler Rake 2» , con mayor presupuesto, pero también con más carga dramática sobre el personaje de Hemsworth, que junto a Hargrave y Golshifteh Farahani, su compañera de reparto, visitaron Madrid hace unas semanas para presentar el filme: «El gran desafío no solo pasaba por presentar algo nuevo siendo una secuela, sino por lo generoso del metraje, con escenas bastante largas y muy complejas. Hemos contratado a los mejores del mundo para ello, yo únicamente soy el editor de todas sus ideas. Es como si fuera el encargado de un museo. Las coreografías de acción se han planeado durante meses», explica emocionado Hargrave, que nos lleva desde la frontera entre India y Bangladesh de la cinta original hasta una violenta cárcel georgiana para iniciar la acción.
Y sigue: «Creo que, poniendo las cosas en perspectiva, nos pusimos un listón muy alto en la primera. Así que aquí no solo había que hacerlo más espectacular, sino que también mejor. Nuestra intención era, además de presentar la mejor acción posible, añadir momentos de desarrollo de personajes, emocionales, que pudieran cautivar a la audiencia», completa el realizador sobre un filme en el que por fin entendemos por qué Rake dejó el Ejército o conocemos un poco más acerca del origen de Nik, una Farahani increíblemente poliédrica, que vive una segunda o tercera vida como intérprete tras años dedicándose al cine en su Irán natal: «Solo me lo empiezo a creer ahora. Después de dos películas, ya puedo ir con ellas como currículum para demostrar que se me da bien. Durante años, en Irán, hice muchos papeles sobre mujeres libres, que se querían emancipar. Y ahora esas mujeres son espías, asesinas, es extraño. No sé si es una la que elige a los roles o son ellos los que la eligen a una», bromea la intérprete antes de continuar: «El cine es cine, en Estados Unidos, Francia, Irán o Netflix. Hollywood ni siquiera existe, está globalizado. La diferencia respecto a rodar en Irán, un régimen totalitario, es que fuera, en Europa, el arte... es artístico. Por desgracia, en Irán es existencial. Una manera de sobrevivir, una manera de resistir», completa la actriz.
Subida pues la apuesta, lo cierto es que «Tyler Rake 2» cumple haciendo crecer el espectáculo, ofreciéndonos a un protagonista mucho más poliédrico («Me gusta que tenga fallos, que no sea un héroe perfecto», explicaba el mismo Hemsworth en las páginas de este diario) y, en definitiva, ofreciendo «set-pieces» de esas que quitan el aliento incluso aunque uno solo esperase fuegos artificiales. La habilidad de Hargrave para situar la cámara en lugares imposibles (la escena del patio de la cárcel pasa, desde ya, a los anales de la historia del cine de acción) no es solo espectacular, si no que se pone aquí al servicio de la historia: no habrá paz para Tyler Rake. Ni para sus errores del pasado, ni para sus aliados, que aquí dejan de ser voces al teléfono para convertirse en fuego amigo y entregar uno de los artefactos más adrenalínicos de lo que llevamos de este año. Veremos qué tiene que decir el bueno de Tom Cruise en la inminente «Misión imposible».