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La ilusión de visitar y ser visitado se junta a bordo de Elcano en Barcelona

Más de 7.000 personas han visitado el buque escuela en los dos primeros días en la ciudad condal, entre ellos, Pancracio y Miguel Ángel, que eran parte de la dotación que dio la séptima vuelta al mundo, a los que llamaban “el tuercas” y “el remaches”
Armada española

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Todo el que pisa el Juan Sebastián de Elcano se lleva un pedacito de él. En cubierta me cruzo con Francisco Rubiales, tiene 87 años y una emoción juvenil en los ojos por subir de nuevo. Su hija me enseña el álbum del Crucero de Instrucción que realizó en 1955. Me detengo en una de las fotos, aparece una chica con el Lepanto posando frente a la caña del puente. Era una visita como la que están disfrutando hoy abuelo, hija y nieto, entre otros visitantes.
Entre ellos están Pancracio y Miguel Ángel, que eran parte de la dotación que dio la séptima vuelta al mundo, a los que llamaban el tuercas y el remaches porque estaban destinados en máquinas. También han venido muchas familias con niños pequeños, veteranos de la Armada, universitarios y muchas personas que ha descubierto Elcano por primera vez. Bajo la mascarilla se puede ver la fascinación de todos ellos, mientras los guardiamarinas explican cómo viven y las características de este bergantín-goleta.
Estoy impresionado por la cantidad de gente que está viviendo a ver el buque. Pero detrás de todo esto hay un trabajo invisible de la dotación. Cuando llegamos a un puerto, las guardias pasan a ser de 24 horas con equipos de cuarenta personas entre guardiamarinas, suboficiales, marineros y el oficial comandante de la guardia, que es el responsable de esa vigilancia. Los marineros y suboficiales realizan trabajos de gestión y recepción en las escalas, mientras los guardiamarinas enseñan a los visitantes las zonas más representativas del exterior e interior. Cuando viene tanta gente y te cuentan lo agradecidos que están por la recepción, te das cuenta de la importancia que tiene el trabajo de las personas que forman el Juan Sebastián de Elcano.
El Buque ha abierto las puertas a los barceloneses, pero su dotación también participa en actos fuera del barco como la tradicional visita al ayuntamiento. En la Ciudad Condal también hemos hecho visitas guiadas al Camp Nou y la Sagrada Familia de Gaudí, que me ha fascinado. Pero también se hacen actos más protocolarios como la cena en el Círculo Ecuestre, catas de cava y comidas con autoridades civiles y militares. Es un auténtico carrusel de actividades en tan solo cuatro días, pero también hay tiempo para salir y desconectar un poco mientras se camina por La Rambla, o se admira la catedral de Santa María del Mar y se hacen las últimas compras de aprovisionamiento antes de iniciar la larga navegación por el Atlántico.
La embajada flotante (y Buque-escuela) continuará su singladura mañana. Nos despedimos de Barcelona para dirigirnos a Cartagena, que nos recibirá el martes, y rápidamente pondremos rumbo a Cabo Verde, para rememorar que fue el último puerto por el que pasó la expedición de Elcano, que consiguió dar la primera vuelta al mundo hace 500 años.