Hitler y Eva: un matrimonio estremecedor, sin sexo y que acabó en suicidio
Se casaron en la medianoche del 28 de abril de 1945, en la sala de reuniones del búnker desde donde el Führer mandó a asesinar a miles de personas
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¿Cómo alguien puede, ya no enamorarse, sino decidir pasar el resto de su vida con un asesino? Es más, ¿por qué un criminal de la talla de Adolf Hitler puede llegar a tener el derecho de encontrar el amor? Desconcierta que personas como el Führer tengan tiempo o siquiera oportunidad de dar con un compañero sentimental. Pero no es la primera vez que esto ocurre, pues también hemos conocido el caso de Benito Mussolini con Clara Petacci o de Iósif Stalin con Nadezhda Alilúyeva. Pues bien, el dictador nazi se casó con la controvertida Eva Braun en la medianoche del 28 de abril de 1945, día en que en lugar de repicar campanas lo hacían las bombas. “La señorita Braun es, además de mi perro Blondi, la única con la que puedo contar absolutamente”, dijo en alguna ocasión Hitler.
Braun nació el 6 de febrero de 1912 el Múnich y se educó en una escuela católica. Con 17 años, comenzó a trabajar en el estudio de Heinrich Hoffmann, fotógrafo oficial de los nazis, y fue en octubre de 1929 cuando conoció en este lugar a Adolf Hitler. La joven venía de una infancia idílica y le esperaba un futuro junto a una de las personas más peligrosas de la historia. Llamó la atención del Führer al instante, y con la siguiente frase comenzó su relación: “¿Me permite invitarla a la ópera, señorita Eva?”. Eso sí, antes de lanzarle esa propuesta, se encargó de asegurarse de que en el árbol genealógico de Eva no hubiera ningún antepasado judío.
La relación no fue nada fácil, y estuvo marcada por el suicidio: Eva intentó quitarse la vida en dos ocasiones. Una, en 1932, durante la gira electoral de Hitler, época en la que ella se sentía sola y necesitaba llamar la atención. Otra, en 1935, cuando el Führer ya contaba con el poder absoluto y, de nuevo, Braun comenzó a sentirse sola y abandonada. “Si no tengo respuesta antes de las diez de la noche, me tomaré mis 25 pastillas”, le amenazó.
Absoluto secretismo
Lo peor estaba por llegar: la guerra. La relación entre Hitler y Braun comenzó a convertirse en algo cada vez menos íntimo, todo el tiempo rodeado de militares y figuras de la política. “El tiempo es delicioso y yo, la amante del hombre más grande de Alemania y del mundo, pero tengo que quedarme sentada en casa, mirando por la ventana. ¡Dios mío, si al menos él me respondiera! ¡Una sola palabra en tres meses de ausencia!”, escribió ella en su diario personal en 1942, cuando Hitler se encontraba al frente de la contienda.
Braun, por tanto, vivía en la sombra, en el absoluto secretismo, no existía para los alemanes ni para el mundo. Y, a veces, tampoco para su amante: Albert Speer, el arquitecto de Hitler, contó en sus memorias cómo en 1943 Eva le visitó llorosa y le confesó: “El Führer me ha dicho que me busque a otro, pues reconoce que ya no es capaz de cumplir como un hombre”. De hecho, la autopsia de Hitler manifestó que él solo contaba con un testículo y que perdió la virginidad a los 40 años.
Asimismo, Thomas Lundmark, profesor de la Universidad de Hull (Inglaterra) e investigador, asegura en su libro “La historia no contada de Eva Braun” que “no hay ni una sola persona cercana a Eva que sostenga que Hitler y ella tuvieran una relación romántica, ni sus propios padres. Ella nunca le dijo a nadie algo así, ni hay registros de ello. Así que la probabilidad de que tuvieran una intimidad sexual es prácticamente nula. Su relación con Hitler es ofrecerle un escudo contra las especulaciones sobre su vida personal. Ella vivió para Hitler, literalmente”.
Veneno y disparo
Quizá, el momento más “romántico” de su relación fue el día que contrajeron matrimonio, pero en qué condiciones: en un búnker, con el fin de la guerra bastante cerca, Hitler en sus últimas capacidades y la idea inminente de quitarse juntos la vida. Se celebró en la sala de reuniones del búnker, el mismo lugar desde donde Hitler daba las órdenes de asesinar y acabar con cualquier traidor. Goebbels y Bormann fueron los testigos, y se hizo llamar a un funcionario del Ministerio de Propaganda para que oficiase la ceremonia.
Ambos aparecieron pálidos, con mirada perdida, cogidos de la mano. Se casaron y, dos días después, el 30 de abril de 1945, se quitaron la vida: Braun murió tras ingerir veneno y Hitler se envenenó y disparó. Se acabó el Tercer Reich. Terminó la pesadilla. La pareja vivió y acabó junta, una conexión estremecedora y misteriosa, y quedó aún un incomprensible perfil de una mujer que supo y, en teoría, quiso formar parte de la vida de un demonio.