Cuando ETA asesinó al comandante Ynestrillas
El 17 de junio de 1986, a las 14:30 horas, se produjo en la avenida madrileña del Manzanares uno de los tantos atentados que perpetró la banda terrorista
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De la mayor parte de los españoles asesinados por ETA ya nadie se acuerda. Hace treinta y seis años fue asesinado cuando llegaba a su casa, en el barrio de casas militares de Virgen del Puerto, el comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas. Durante los tiempos de la Marcha Verde estuvo destinado en el Sahara en la X Bandera de la Legión, la Millán Astray. Luego pasó al Batallón de Montaña de Barbastro y más tarde a la Brigada Paracaidista. Fue profesor en la Academia General del Cuerpo de Policía Armada, «los grises». Ascendió de capitán a comandante el 10 de agosto de 1978. Era un soldado imbuido de los valores y del patriotismo que se enseñaba en las academias militares de Zaragoza y Toledo, donde fue educado en un ideario que venía de la Guerra Civil.
El 9 de abril de 1977, el Sábado Santo Rojo, Suárez legalizó al PCE. Para muchos españoles supuso volver a traer a la política nacional a los culpables probados del holocausto de Paracuellos del Jarama, de las checas y los paseos. Para Ynestrillas, que había nacido en 1935, la Guerra Civil formaba parte de lo que ahora llaman memoria histórica desde unas posiciones claramente volcadas a favor de la justicia y necesidad del alzamiento militar del 18 de julio y la responsabilidad, en todos los males que habían sufrido los españoles, de comunistas y socialistas. Era hijo de Alfredo Sáenz de Ynestrillas, militar y camisa vieja de Falange y combatiente en la Guerra Civil española.
El entonces capitán Ynestrillas saltó a las primeras páginas de los periódicos por su participación, junto al oficial de la Guardia Civil Antonio Tejero, en una serie de conversaciones destinadas a organizar un golpe de estado, la Operación Galaxia. En sus reuniones estudiaban la posibilidad de detener al gobierno de la UCD de Adolfo Suárez durante la celebración de un consejo de ministros en Moncloa. Los dos conspiradores fueron condenados, en mayo de 1980, a seis meses y un día de prisión como autores de un delito de conspiración y proposición para la rebelión. Fue nuevamente arrestado acusado de planear la detención de todas las autoridades de la nación en la fiesta que ofrecía el rey Juan Carlos I en el Palacio Real con motivo de su onomástica, causa que fue sobreseída por el juez Ricardo Varón Cobos. Ynestrillas fue nuevamente arrestado en 1981 por su supuesta participación en un golpe de Estado que se preparó para el 23 de junio de 1978 y que evidentemente no se produjo. Eran los Años de Plomo, etapa de la historia de España en la que la banda terrorista ETA cometió el 29 % de los asesinatos de su historia. Militares, guardias civiles y policías caían muertos un día sí y otro también ante los pistoleros etarras.
Abatidos y rematados
Eran las 14:30 horas del 17 de junio de 1986 cuando el teniente coronel de Infantería Carlos Vesteiro Pérez volvía a casa para comer. Viajaba en un coche oficial junto al comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas y el soldado conductor Francisco Casillas. Cuando el coche circulaba cerca de la vivienda del comandante Sáenz de Ynestrillas, en el número 38 de la avenida del Manzanares, tres miembros de ETA (dos hombres y una mujer) ametrallaron su vehículo. Dos de las víctimas, el comandante Sáenz de Ynestrillas y el conductor, Francisco Casillas, se hallaban abatidos sobre los asientos del automóvil . Uno de los terroristas se acercó y remató a los ocupantes, heridos de muerte.
La disposición de los orificios de los impactos demostraron que los terroristas dispararon apostados en el lado izquierdo de la calle, de una sola dirección, según el sentido por el que circulaba el vehículo. El Seat 124 siguió circulando unos metros, para luego recibir varios disparos desde atrás. Cuatro vehículos más, que se hallaban estacionados a lo largo de la Avenida del Manzanares, resultaron tiroteados durante el ametrallamiento. Los asesinos huyeron en un Renault 9 de color gris metalizado matrícula M-6677-FU, que fue hallado una hora y media después en la calle de Peñuelas, a la altura del número 13, próxima al paseo de Santa María de la Cabeza. Los etarras fueron vistos en las inmediaciones de la Ciudad Universitaria de Madrid.
La enfermera María Sánchez, de 39 años, fue testigo y recordaba: «Yo venía de comprar el pan (...) Fue entonces cuando escuché el ametrallamiento. Me aproximé allí para ver qué sucedía y vi a los dos jóvenes, uno a cada lado de la avenida, que huían, abriendo fuego, en dirección a la calle de San Conrado, donde les esperaba un vehículo de color gris plateado(...) Estaba muy asustada. Los autores del atentado dispararon para amedrentar a los transeúntes, algunos de los cuales se echaron al suelo para protegerse. Inmediatamente corrí hacia el vehículo, porque soy enfermera y pensé que podría ayudar a los heridos. Dos de sus ocupantes estaban muertos. Un tercero, que viajaba atrás, en la parte derecha, (el teniente coronel Vesteiro) conservaba un hálito de vida». El teniente coronel Vesteiro, nació el 4 de agosto de 1935, y pertenecía al arma de Infantería y era especialista en automovilismo y carros de combate. El conductor Francisco Casillas estaba haciendo la mili cuando fue asesinado, tenía 19 años.
Los Ynestrillas eran una familia marcada por la tragedia. De los tres hijos del comandante Ynestrillas, el más pequeño, Fernando, siendo aún un niño, murió en un accidente de tráfico cuando viajaba con su hermano Martín. Ricardo pasó varias veces por la cárcel. Fue procesado y absuelto por el asesinato del dirigente de Herri Batasuna Josu Muguruza, el 20 de noviembre de 1989.