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Los mil usos de la cerámica en la Antigüedad

Una investigación revela cómo este material de la época romana se ha venido reciclando históricamente
Los mil usos de la cerámica en la Antigüedad
Dos piezas de cerámica del municipio colombiano de Ráquira
David Álvarez

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Aunque resulte paradójico en nuestra era de consumismo desaforado, el presente se caracteriza por un revival del reciclaje como forma de vida. Solamente hay que acercarse a comercios alternativos o restaurantes canallitas donde el mobiliario es de cuarta generación aunque te cobren a precio de oro o a los mil aficionados a las restauraciones presentes en instagram que, emulando a «creadores de contenido» de redes o de televisión, se desviven por darle nueva vida a odres viejos o quienes ponen el foco en la nostalgia del pasado como activo sentimental a través del concepto vintage. Por supuesto, en otros puntos del globo y en las generaciones anteriores a la nuestra otorgarle nueva vida a los objetos es y ha sido ley de vida.
Sobre esta cuestión versa el interesante «Vessels on the floor − pottery in the construction of the household» de Inês Soares, investigadora de la Universidad de Coimbra y publicado recientemente en el «Journal of Archaeological Science: Reports».
Esta investigación se centra en una casa de la Edad del Hierro, fechada en el siglo II a.C. y erigida en la ladera sur de la colina donde se levanta el castillo portugués de Sabugal, una fortaleza construida por el rey Alfonso IX de León para vigilar los pasos del río Coa y que se sitúa cerca de la frontera española al oeste de Salamanca. Se trata de una casa de forma ovalada de seis metros de largo por tres de ancho parcialmente destruida en el medievo y bajo cuyo suelo prensado de arcilla se han encontrado cientos de fragmentos cerámicos distribuidos uniformemente, algo único en la región de Beira Interior. Estos fragmentos proceden de recipientes destinados al almacenamiento de productos líquidos o semilíquidos, probablemente de ocho a doce cántaros hechos a mano, de producción local y no excesivamente desgastados antes de ser fragmentados de forma bastante selectiva. Se trata de trozos, básicamente bordes y galbos, las partes intermedias de un contenedor cerámico, de un tamaño regular y un grosor de 0,4-1 cm extendidos cuidadosamente por la base del suelo conforme, según esta investigación, su utilidad para la impermeabilización del suelo. Aunque para esta misión la piedra sea un recurso más habitual, el empleo de la cerámica suponía grandes ventajas para los constructores de la casa al implicar un sensible ahorro de tiempo y esfuerzo. En contraste con una larga y tediosa búsqueda de piedras de un tamaño uniforme y su subsiguiente acarreo, en este caso simplemente fueron fragmentados de forma eficiente unos recipientes que ya habían cumplido con su propósito.
En lenguaje moderno, este reciclaje representaba un ejemplo de economía circular y, ciertamente, no es el único que encontramos para la cerámica. Aunque simplemente podía tirarse al basurero una vez cumplida su vida útil, y aquí el ejemplo máximo es el glorioso Testaccio de Roma con sus veinticinco millones de ánforas, fue abundantemente reutilizada. Para empezar, tal y como apreciase la profesora Soares para el entorno inmediato de Sabugal, se usó ampliamente desde la edad del bronce como material refractario en hogueras y fuegos.

De la construcción a la información

Si nos trasladamos a Roma, la cerámica fue fundamental para la construcción. Para empezar, no era raro que se empleara para rellenar suelos y facilitar drenajes aunque sobresale por su empleo como materia prima. Entera, por ejemplo, para crear canalizaciones y también bóvedas ligeras y huecas, como sucede en el mismísimo Panteón de Roma, pero también fragmentada y pulverizada. Por una parte, a consecuencia de ya mencionadas extraordinarias condiciones para la impermeabilización, podía usarse como ingrediente del «opus caementicium», es decir, el mítico cemento romano, así como también en el «opus signinum» donde la cerámica se mezclaba con cal para formar un enlucido impenetrable ampliamente empleado en canalizaciones de agua, como acueductos, cisternas, estanques, «castelli aquae» o piscinas.
Más allá de lo constructivo, se les daba múltiples usos como, por ejemplo, material de escritura. Disponemos de miles de ejemplos de todas las culturas antiguas de óstraca, de fragmentos escritos y de hecho la palabra ostracismo deriva de esta práctica en la Atenas clásica, pues se utilizaban estos fragmentos para escribir el nombre de aquellos que los ciudadanos atenienses querían expulsar de su sociedad. En Roma es una valiosa fuente de información para la vida cotidiana y, así, conocemos óstraca utilizados en el ámbito educativo, cartas, contratos, recibos de pago de impuestos, transacciones pero también para la vida militar, como lo demuestran los fascinantes óstraca del campamento romano de Bu Njem, situado en el «limes Tripolitanus» en la actual Libia. Por otro lado, aunque la cerámica fuera ubicua en la vida de la antigüedad también cumplía en la muerte. Dejando de lado las piezas empleadas como ajuar, en ocasiones fue utilizada como recipiente para restos mortales como, por ejemplo, en el caso de un bebé hallado recientemente en el transcurso de una excavación en Mataró, la antigua Iluro.