Buscar Iniciar sesión

Libros de la semana: Erri de Luca expone las reglas del mundo moderno

Lorenzo G. Acebedo regresa con una gran novela negra ambientada en la catedral de Santiago y David McCloskey teje un thriller que discurre en la dictadura de Al-Sad
El escritor Erri de Luca
El escritor Erri de Luca Paola PorriniLa Razón

Madrid Creada:

Última actualización:

«Las reglas del Mikado», de Erri De Luca ★★★★
El escritor aborda el mundo actual a través del encuentro de un anciano y una gitana en una historia con trasfondo político
Erri De Luca (Nápoles, 1950) es un singular tipo de escritor; autodidacta, empleado en mil oficios, socialmente comprometido con los más desfavorecidos, crítico ante todo esnobismo estético, publicó con casi cuarenta años su primera novela, «No ahora, no aquí» (1989), en la que, evocando su infancia napolitana, mostraba ya los trazos característicos de su posterior narrativa: impecable realismo costumbrista, persistente defensa de la libertad y la justicia, clara conciencia de la absurda cotidianidad, y el imprevisible azar en todo devenir humano. Su reciente novela, «Las reglas del Mikado», recoge estos referentes a través del encuentro entre dos singulares personajes: una adolescente gitana que se ha fugado de casa huyendo de un proyectado matrimonio convenido, y un anciano relojero aficionado a ese juego, el mikado, donde los palillos interpretan la realidad y presagian el futuro; aquí son el pretexto para que esos seres, intercambiando experiencias, recordando anécdotas y afirmando convicciones, muestren sus diferencias generacionales y las miradas sobre cuanto les rodea.
Cartas y documentos
La primera parte de la novela conforma un ágil diálogo entre ambos, mientras que en la segunda la muchacha se ha hecho adulta y rememora, con cartas y documentos, aquel encuentro, que la hizo madurar y encontrar su lugar en el mundo. Esta historia se tiñe de melancolía, encarando la intensidad de los sentimientos al demoledor paso del tiempo: «Te enamoras de una chica y vuelves a encontrarla muchos años después. Tú la reconoces, ella no. Has cambiado, se te ha caído el pelo, tienes la cara hundida, sí, pero los ojos: ¿será posible que ella no reconozca los ojos que la adoraban?». Y no se obvian palabras que interpelan a nuestro presente: «La guerra aniquila, devora y, una vez en marcha, no necesita causa alguna». Es esta una novela que aúna modélicamente la ficción argumental con la defensa ensayística de la tolerancia social, la libertad del pensamiento y la confianza en el futuro.
Lo mejor: El retrato de los protagonistas a través de su ágil y extenso diálogo
Lo peor: Nada reseñable aquí, tratándose de una novela de original conformación y estructura
Por JESÚS FERRER
«La Santa Compaña», de Lorenzo G. Acebedo★★★
Vuelve el detective Gonzalo de Berceo, el personaje de Lorenzo G. Acebedo (que es un seudónimo), en una intriga digna de su obra anterior
A quien esto escribe le fascinan los misterios. El de estas páginas empieza por la identidad de su propio autor, quien ya nos sorprendió gratamente con su primera novela, «La taberna de Silos». No sabemos quién es, pero sí que abandonó los estudios teológicos por la vida monacal, y esta, a su vez, por el amor de una mujer. ¿Será verdad? ¿Por qué utiliza un anagrama del nombre de Gonzalo de Berceo? ¿Se tratará de una mujer? ¿O acaso de un conjunto de autores como en el caso de Carmen Mola? Me aventuro a pensar que es un hombre por las hechuras y la arquitectura de su narrativa. Si damos paso a la obra, que es lo mollar, nos encontramos con que el clérigo Gonzalo de Berceo llega a Santiago de Compostela para celebrar el jubileo, pero, sobre todo, porque quiere conocer una nueva variedad de uva, la mencía, con la que un amigo elabora un nuevo vino.
La catedral está todavía en construcción, pero ya se ha terminado el colorido Pórtico de la Gloria, y puede presenciar la magia del botafumeiro balanceándose de lado a lado del transepto del edificio. La devoción, la música y los vapores que emanan del acelerado artefacto generan una situación de misticismo colectivo que provoca en los peregrinos comportamientos errabundos. Así, un arcediano arranca un canto y avanza hacia el espacio reservado al enorme incensario para recibirlo con los brazos abiertos... para ser destrozado por él, como no podía ser de otro modo.
Apariciones
Gonzalo de Berceo empieza así una investigación para tratar de entender qué ha ocurrido en la catedral de Santiago y descubre que no ha sido el primero, ni será tampoco el último, de varios actos inexplicables que están sucediendo, como la aparición de la temida Santa Compaña (una procesión de ánimas del purgatorio típica de Galicia), que se está llevando por delante la vida de varios clérigos. Es un relato frenético donde el suspense y el humor se entretejen muy bien con el terror y la sabiduría histórica, presentando la aparición de un joven poeta: el futuro rey Alfonso X el Sabio. Im-pres-cin-di-ble.
Lo mejor: Retos de lógica, mensajes cifrados… el texto está plagado de desafíos para el lector
Lo peor: Que el lector se queda con la ansiedad de si habrá o no una siguiente aventura del clérigo detective.
Por Ángeles LÓPEZ
«Estación Damasco», de David McCloskey ★★★
David McCloskey construye una obra de acción ambientada en la guerra de Siria y bajo la amenaza de las armas biológicas
El terrorista islámico se ha convertido en la nueva Némesis de la novela de espías poscomunista. Iniciado por Eric Ambler en «Chantaje en Oriente» (1972) y modernizado por Terry Hayes en «Soy Pilgrim» (2014). Un modelo que siguen exagentes secretos de la CIA desplazados en las embajadas de Oriente Medio. Si en «El año de la langosta», Terry Hayes vuelve a la aventura del agente de la CIA operando en la zona de acceso restringido que unen las fronteras de Pakistán, Irán y Afganistán, en lucha contra un monstruoso terrorista que quiere llevar el mundo a su completa extinción, en la ópera prima de David McCloskey, «Estación Damasco», se centra en el conflicto civil sirio y la guerra bactereológica con gas sarín.
Activos y topos
Ambos escritores siguen un modelo de intriga internacional bastante similar: protagonismo absoluto del agente de la CIA en zona enemiga, sus tácticas de camuflaje y supervivencia en un país cuyo enemigo es un fanático yihadista dotado con una crueldad totalmente suprema. Los diferencia el estilo y las tácticas. David McCloskey fue un antiguo analista de la CIA que informaba a altos funcionarios de la Casa Blanca. Razón por la que, «Estación Damasco» es un relato excesivamente apegado a las tácticas de reclutamiento de activos para convertirlos en topos en los círculos del dictador Bashar al-Ásad.
Gran parte de la novela tiene un tono discursivo, centrada en la enseñanza de tácticas de detección de vigilancia que se hacen interminables y una historia de amor prohibida entre la agente siria y el espía de la CIA. «Estación Damasco» es como un coche gripado, que se mueve a trompicones, que dilata la acción y avanza con intensos momentos de suspense, pero se cala. Sobra paja y quizá falta una trama consistente que articule el relato y logre la tensión de la gran novela de espionaje que promete. Solamente al final, la acción toma el mando y sacude al lector que busca un trepidante thriller de acción.
Lo mejor: Los malvados sirios del servicio de contraespionaje y las torturas que se describen
Lo peor: Dedicar el grueso de la novela a explicar las tácticas de reclutamiento y vigilancia
Por Lluís FERNÁNDEZ
«Los parientes pobres», de Rafael Gumucio ★★★★
Rafael Gumucio cuenta la intrahistoria de una típica familia chilena, con su talentos y sus miserias, liderada por un viejo artista
La familia, la familia chilena, mejor dicho, como toda familia, constituye uno de los pilares de la sociedad. Lo que significa, también, que sea el escenario preferidos de muchos escritores para situar una historia familiar en medio de una historia social e incluso, si es posible, en medio de la historia de un país. El escritor chileno Rafael Gumucio (Santiago de Chile, 1970) siempre lo ha entendido así y eso ha sido, de alguna manera, la matriz de su obra, una obra que está compuesta por muchas novelas y en las que las historias familiares han estado siempre en primer plano, unidas, en la mayoría de los casos, a la historia de aquel país al que Gumucio se acerca con un tono burlón, con un humor que puede ser tan incómodo como corrosivo.
Tal es el caso de su nueva novela, «Los parientes pobres», en la que el autor de «Memorias prematuras» y «Mi abuela» se entromete en una típica familia chilena de gente rica y medio hippie, compuesta por once hermanos y liderada por un padre que en una época fue un notable escultor pero a quien los años le han hecho perder la cabeza. Y allí están entonces sus hijos, reunidos en una conversación de WhatsApp, pensando qué hacer con el patriarca, sobre todo ahora que se ha enamorado y mantiene relaciones sexuales con su hermana.
Confusión
Con un oído potente para registrar las diversas formas de hablar de los hermanos y camuflarse tras ellas, Gumucio penetra en la psicología de los personajes u juega con ellos, en un diálogo a voces en el que todos se interrumpen sin que Gumucio los nombre y sin que ello llame a la confusión. «Los parientes pobres», así, se convierte un fresco irónico, pero profundamente incómodo, de una típica familia chilena. Una novela que puede leerse como una tragedia incestuosa o también como una comedia, riendo, sin remedio, a carcajadas.
Lo mejor: El oído absoluto de Gumucio, capaz de registrar distintas voces y formas de hablar
Lo peor: Nada que cuestionar a esta novela en la que la comedia se mezcla con la tragedia
Por DIEGO GÁNDARA