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Una mirada a la Roma de Tiberio

Se recupera una obra que nos lleva a la Roma decadente del siglo I de nuestra era

Escultura de Tiberio creada con bronce dorado
Escultura de Tiberio creada con bronce doradoMuseo del Prado

A menudo, el escritor se adentra en ficciones buscando trasfondos de época que abran a los lectores a los encantos y misterios de una sociedad pretérita. Muchos hacen el esfuerzo de investigar hasta intentar un acercamiento realista, pero sabedores de que las licencias están permitidas, pues lo ficticio lo acepta todo: datos inexactos, caracterizaciones libres de personajes conocidos, etc. Por otra parte, hay otros que ya tienen una vieja pasión en la que llevan adentrándose desde la adolescencia, hasta convertirse en expertos sin ser estrictamente historiadores de profesión. Uno de ellos es Santiago Posteguillo, el autor que tanto ha incursionado en el mundo de la Roma antigua.

Para este filólogo el rigor de los datos históricos y las diferentes lenguas que se emplearon en los contextos que presenta tienen un peso importante, como se percibe al abrir sus series de novelas dedicadas a Trajano y Escipión, así como el libro con el que obtuvo el premio Planeta en 2018, en el que recreó la vida apasionante de Julia Domna, que llegó a ser la mujer más poderosa de la historia del Imperio Romano, junto a su marido, el emperador Septimio Severo: «Yo, Julia». En ella, se leía la frase «Roma no es sitio seguro para nadie», y algo parecido se podría decir alrededor de otro gran autor de novela histórica, también ganador de otro importante galardón y un gran especialista en el mundo romano antiguo, y del que Posteguillo habló en estos términos: «Comparto con Alejandro Núñez Alonso la forma de recrear y de entretener haciendo una prosa sencilla de manera bien trabajada».

Núñez Alonso (1905-1982) fue un escritor prolífico y de éxito comercial, si bien cayó en el olvido. Ahora, un nuevo sello editorial, Istoría, relanza su mayor obra, «El lazo de púrpura», que en 1957 obtuvo el Premio Nacional de Literatura. Cuenta la aventura de Benasur de Judea, un judío de origen noble, nacido en la ciudad de Gaza, que en la novela vive como un ciudadano del Imperio Romano, aunque bajo una aparente lealtad a Roma esconde un profundo resentimiento y, diríamos hoy, una agenda propia. Estamos en pleno siglo I, con un Benasur condecorado con el Lazo de Púrpura del Imperio romano y cuyos negocios abarcan todo el mar Mediterráneo; así, el personaje urdirá todo un plan para hacerse con el control político y económico de Roma, a espaldas de uno de sus principales clientes, nada más y nada menos que el emperador Tiberio.

Una Roma que habla de hoy

La novela desarrolla todo tipo de conspiraciones, deslealtades y conflictos, en una trama en la que aparecen ciudades de la antigüedad como Roma, Gades, Garama, Alejandría y Jerusalén. Benasur pisa estos territorios, lo que lleva a Núñez Alonso a componer un mapa del mundo antiguo que el narrador hace vívido con multitud de personajes y dilemas morales por parte del protagonista y otros personajes. Destaca Mileto, un esclavo griego, que se distingue por su ánimo reflexivo, que acompaña a Benasur, quien en ocasiones advierte que debe replantearse sus acciones en una Roma efervescente, repleta de luchas por el poder o intrigas políticas, lo cual puede servir al lector como análisis de nuestro propio siglo XXI.

De la calidad y ambición histórico-literaria de «El lazo de púrpura» dio cuenta en 1959 Leopoldo Panero, al publicar una reseña titulada «Entre la imaginación y la historia»; en su texto, el poeta destacó la «vivacidad de reportaje vivo» que se podía encontrar en las novelas históricas de Núñez Alonso, y justamente señaló que el autor «nos cuenta la historia de Benasur de Judea como si fuera la nuestra propia». No fue, además, la única crítica positiva que recibió Núñez Alonso, pues en su día disfrutó del beneplácito de lectores, críticos y editoriales, por su capacidad para fundir historia y literatura por medio de una narrativa amena y de gran riqueza descriptiva.

Cabe subrayar la impronta de Benasur, que es descrito como un hombre de acción y de grandes ambiciones, contribuyendo con ello a una atmósfera llena de realismo con la que se consigue transmitir lo esencial cuando hablamos de novela histórica: que el lector sienta que está dentro de una época distinta y conecte con una situación social y política tan diferente. En este sentido, cabe decir que Tiberio fue emperador del año 14 al 37 d.C., un periodo fascinante porque combina el esplendor exterior de la Pax Romana con un clima interno de desconfianza, corrupción y decadencia moral, que es justo lo que retrata Núñez Alonso. Al comienzo, Tiberio intentó gobernar con moderación y respeto por las instituciones republicanas, pero no se tardó en consolidar un sistema de delaciones institucionalizadas: los ciudadanos eran animados a denunciar a otros por traición. Las consecuencias eran letales. Así las cosas, el Senado devino un lugar para las corruptelas, y la Guardia Pretoriana en un instrumento de represión en una etapa, asimismo, caracterizada por los espectáculos en el Circo Máximo y el Coliseo y el advenimiento de una figura mesiánica en Judea: Jesús de Nazaret.