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Luchar contra molinos de viento

El origen del molino de viento sigue siendo discutido por diferentes autores sin consenso claro. Sin embargo su llegada al continente Europeo en la Edad Media parece estar muy clara
"Don Quijote y los molinos de viento", pintado por José Moreno Carbonero
"Don Quijote y los molinos de viento", pintado por José Moreno CarboneroMuseo del Prado
La Razón

Madrid Creada:

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En la actualidad no acudimos al molino para moler el grano, harinas de diferentes cereales se encuentran en las repisas de los supermercados. Tradicionalmente la rueda del molino era movida bien por la energía hidráulica o la eólica dependiendo del periodo y del área geográfica. Los estudios de Julio Caro Baroja apuntaban tres posibles orígenes: griego, musulmán y persa, pero si bien determinar su origen ha sido tarea de múltiples trabajos, lo cierto es que la creación de sistemas para moler el grano es común a varias civilizaciones. 
Uno de los primeros molinos de viento con aplicaciones utilitarias conocidas es el persa de eje vertical. Se empleaba para moler grano y era muy usado en las planicies de Sijistán. Este tipo de molinos también se adaptó al bombeo de agua acoplando las aspas a una noria. En la Península Ibérica se introducen en el periodo islámico y debieron ser de tipo oriental , es decir con un eje vertical. 
Su uso perduró en la época medieval, el Arcipreste de Hita, en 1330, en «El libro de buen amor» decía que «facen con mucho viento andar las atahonas», es decir, los molinos donde se molía el trigo. No sólo en la Península ibérica se difundieron los molinos, a mediados del siglo XII también aparecen en otros lugares de Europa, especialmente, en Inglaterra, Bretaña y los Países Bajos, siendo explicada mayoritariamente su irrupción en estos lugares como una adaptación de las máquinas eólicas que los cruzados vieron en Palestina, aunque algunos investigadores defienden que entonces en Europa existía la tecnología necesaria para la construcción ex novo. 
Estos molinos del norte del continente evolucionaron desde el siglo XIII, creándose los molinos de pivote y de trípode. En el caso de los primeros toda la maquinaria se alojaba en el interior de una torre giratoria que podía orientarse según la dirección del viento gracias a una palanca movida por tracción animal.
Esta tipología evolucionó hasta los molinos de trípode, en los que la torre y la maquinaria de las aspas descansaban sobre una base estable que permitía el giro en función de la dirección del viento. De esta última tipología serán la mayor parte de los molinos del norte de Europa entre los siglos XIII y XVII. Junto a ellos encontramos en Bretaña molinos de torre construidos con ladrillo y piedra con una sección circular u octogonal. Los españoles eran de torre y se generaron varias patentes de invención, siendo conocidas las de Pedro de Azlor, quien era médico de Isabel la Católica, en 1478.

Herencia musulmana

El título protegía un nuevo invento para moler el grano y le otorgaba explotación exclusiva durante veinte años con derechos de explotación de 50.000 maravedíes para aquellos que hiciesen uso del invento, sin que esté claro si se trataba de uno nuevo en Castilla o si era la constatación por escrito de la explotación de los antiguos molinos árabes. 
Años más tarde Jerónimo de Ayanz y Beaumont , inventor político y militar, desarrolló molinos de viento y nuevos tipos de hornos para operaciones metalúrgicas, y llegó incluso a inventar un submarino que fue probado en la corte de Felipe III en Pisuerga en 1602. En los siglos XVI y XVIII todavía existían los de eje vertical de herencia musulmana, pero los de eje horizontal como los manchegos eran los más abundantes. Estos suelen ser de mampostería desigual encalados y con cubierta cónica de tablas de las que sale un tronco grueso donde se instalan las aspas. 
Cada aspa es de un madero y cuatro barras paralelas con dieciocho travesaños. Se entra en la torre cilíndrica por una puerta que da a la planta baja. En la primera es donde se encuentra la maquinaria compuesta por dos muelas que trituran el trigo. La primera noticia de un molino en La Mancha es del año 1330, cuando don Juan Manuel, adelantado mayor de la frontera de Castilla y del reino de Murcia, otorga al concejo de Chinchilla de Montearagón licencia para la construcción de estos ingenios que fueron más abundantes a partir de finales del siglo XV y correspondientes con una fase de crecimiento demográfico y crecimiento agrícola.
La expansión de los molinos en La Mancha se vio favorecida por el dominio de las Órdenes Militares de Santiago y Calatrava. Si bien son abundantes en La Mancha, donde doce municipios preservan setenta molinos, también los son en Andalucía o Baleares, siendo uno de los elementos característicos del paisaje bajomedieval hispano. 
Contra treinta molinos de viento luchó Don Quijote, ya que veía en ellos treinta desaforados gigantes para eliminar el mal de la faz de la tierra, y desoyendo los consejos de su escudero Sancho, acometió contra ellos «No fuyades cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete». Como no podía ser de otra manera, el episodio tuvo un accidente final en el que Don Quijote acabó con sus huesos en el suelo. Luchar contra molinos de viento no es otra cosa que luchar con enemigos imaginarios.

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