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Lluís Fernández

Mary Quant, menos es más

Las feministas de la "cuarta ola"se plantean problemas tan peliagudos como si una feminista puede ponerse una minifalda para luchar contra la sociedad patriarcal husto cuando la creadora de la minifalda cumple 85 años

Mary Quant, la creadora de la minifalda en el verano del 64
Mary Quant, la creadora de la minifalda en el verano del 64larazon

Las feministas de la "cuarta ola"se plantean problemas tan peliagudos como si una feminista puede ponerse una minifalda para luchar contra la sociedad patriarcal husto cuando la creadora de la minifalda cumple 85 años.

Justo cuando la creadora de la minifalda, Mary Quant, cumple 85 años, las feministas de la «cuarta ola» se plantean problemas tan peliagudos como si una feminista, consciente de su rol social y simbólico de un colectivo minorizado, puede ponerse una minifalda para luchar contra la sociedad patriarcal.

Una problemática tan profunda como la de Manolo Escobar con su novia por ir a lo toros con minifalda. El consevadurismo de este feminismo radical, que bascula entre las horrorosas nekanes, las «femen» y las suficientes pijitas Leticia Dolera y Pitita Maestre es manifiesto. No con ellas mismas, ya que si las primeras contestan desnudándose o vistiendo ropas de pobrusas y marginales, las segundas siguen la moda, aunque la mentalidad represora es la misma. ¿Quiénes son los demás para decirles cuál debe ser el decoro de la representación de una misma? Sin embargo, ellas pueden imponer a los demás su ideología, sin tener que respetarla. La generación de Mary Quant fue eminentemente individualista y liberacionista. No sólo en la moda. También en las costumbres. Partiendo de la tolerancia y respeto al otro.

Si había que rebelarse contra la represión de las imposiciones sexuales, vestimentarias y corporales, ¿no debían ser a su vez respetuosos con las decisiones de los demás? La moda era la forma de manifestar la diferencia. Esa mentalidad liberal con los demás llegó a su punto final con el auge de las posmodernidad, que ponía coto al discurso individualista y tolerante de los años 80, imponiendo a los demás, mediante los estudios culturales, el multiculturalismo, la corrección política y la ideología de género. Poco a poco, los colectivos neomarxistas surgidos en las universidades norteamericanas destilaron la dictadura de los grupos feministas de género, «EleGeTeBistas» y etnicistas como una moda guay, hasta impregnar el mundo cultural y mediático. Ni marx ni menos.

Mary Quant estará espantada ante la mentalidad censora y autoritaria de esta juventud nacida en la opulencia, que se guía por los tópicos del discurso dominante izquierdista, tan viejo y caduco que no oculta en sus arrugas el totalitarismo comunista. Ya no se trata de la lucha de clases, sino de la lucha de género. De derrocar el supuesto patriarcado, del que ellos son sus hijos, e imponer la ideología LGTBI, feminazi y ecologista radical en las escuelas. A las bravas. Desde el Gobierno, Ayuntamientos y Comunidades regionales. Eso sí, con el silencio cómplice o tontorrón de la derecha, que sigue las consignas que se filtran desde los medios de comunicación y redes sociales, sin oponer un discurso cultural y político contundente. Mary Quant y la generación de los años 60 buscaban liberarse de los corsés intolerantes liberalizando las costumbres. Hasta que sus reivindicaciones de igualdad fueron secuestradas por el marxismo de género. Última etapa de la descomposición de la izquierda en su lucha final por sobrevivir, imponiendo la contracultura.