Música

«Motomami», de Rosalía, canción a canción: Un poco de todo y bastante de nada

El conjunto de las 16 canciones de «Motomami» resulta un álbum que contentará y desilusionará a partes iguales

Rosalía
RosalíaAlberto R. RoldánLa Razón

En su nuevo trabajo «Motomami», la popular artista Rosalía se rodea de un tremendo equipo de compositores para entregar 16 canciones en las que toca varios palos para al final quedarse con ninguno. Un eclecticismo que contentará y desilusionará a partes iguales, según sean las exigencias. Al final es difícil concretar «a qué suena» su nuevo álbum. El público dirá de qué parte cayó la balanza. Por lo pronto, esto es lo que hay:

1. «Saoko»: caja de ritmos, sintetizador, voz y adelante con los faroles. Reguetón de nueva escuela. Fiel a su estilo, la canción hace una breve pausa y se transforma en una breve improvisación de jazz al piano antes de volver al ritmo original. «Saoko, papi».

2. «Candy»: comienza en un susurro, casi a capella, y prosigue con un fraseo que remite a los clichés del R&B americano antes de entrar el machacón ritmo sincopado del reguetón. La voz, siempre en primer plano.

3. «La fama»: dúo con The Weeknd. La pista contiene elementos de bachata y el arreglo musical consiste en una guitarra y una conga que sostiene un ritmo latino. «Es mala amante la fama y no va a quererte de verdad / Es demasiado traicionera y como ya viene se te va», es su profunda reflexión.

4. «Bulería»: muestra en primer plano el registro vocal de la artista sobre una base rítmica flamenca y donde Rosalía enseña sus raíces musicales. Y toda una declaración de principios siglo XXI: «Soy igual de cantaora con chándal de Versace como vestida de bailaora». Y responde entusiasmado el coro: «¡Ole, ole!».

5. «Chicken teriyaki»: vuelve el reguetón feroz y las reflexiones propias del género con todas las dificultades existenciales para sobrevivir en la jungla: «En Nueva York visitando a mi joyero / Solo quiere cash y le doy mi dinero».

6. «Hentai»: nueve personas hacen la música y tres colaboran en la sensual letra: «Te quiero ride / Como mi bike / Hazme un tape / Modo spike». Es la cálida voz de Rosalía sobre una base de piano para amplificar el mensaje: «So so so good».

7. Bizcochito: mezcla de reguetón con R&B contemporáneo con toques flamencos en el coro. Apenas 100 segundos de una canción bastante extraña en sí por el cóctel de géneros.

8. «G3 N15»: probablemente sea la mejor canción del disco por la desnudez de su música (apenas un órgano) y el alarde vocal de la artista a lo largo de los más de cuatro minutos que cuenta la pista.

9. «Motomami»: un minuto es lo que dura la canción que le da título al disco. Realmente es verdad que redefine el género en un tema de difícil catalogación.

10. «Diablo»: la letra de «Diablo» menciona a Dios y cómo corrompe el dinero. El tratamiento de las voces intenta (con dudoso éxito) reflejar el conflicto entre el bien y el mal.

11. «Delirio de grandeza»: pues esto es pura tradición. Concretamente una copla. Y la verdad es que Rosalía demuestra que es una cantante de primera. Una canción que podría gustar a antiguas generaciones.

12. «Cuuuuuuuute»: otra pista de difícil catalogación. «Yo quiero ver la mariposa suelta», susurra Rosalía en un corte que cuenta con una nueva pausa atmosférica de raíces para insistir en el contraste entre tradición y modernidad.

13. «Como un G»: de nuevo una base musical de piano para arropar el susurro de Rosalía. “Solo el amor con amor se paga / Nada te debo y tú no me debes nada”, es el mensaje robado de otra copla.

14. «Motomami Alphabet»: Esto no es ni una canción. Es, como su nombre indica, repasar el alfabeto español con ejemplos tan de nuestro tiempo: alfa, bandido, coqueta, dinamita… Y así hasta «la z de zorra».

15. «La combi Versace»: voz mezclada, sintetizadores, caja de ritmos y la reivindicación de lo duro que es ser princesa. Todo lo que aman sus seguidores.

16. «Sakura»: Para cerrar, una pieza más o menos tradicional con una reflexión ya conocida: qué duro y dramático es lidiar con la fama a estas alturas de siglo.