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Pablo Maqueda: "Nos hemos malacostumbrado a ver historias que nos dan la razón"

"La desconocida" clausura la competición oficial en el Festival de Málaga a la espera de conocer el palmarés de su 26ª. Edición
Pablo Maqueda en la presentación de su película, La Desconocida
Pablo Maqueda en la presentación de su película, La DesconocidaÁlex ZeaFestival de Málaga
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Málaga Creada:

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Ha hecho la película más incómoda de la Sección Oficial. El director Pablo Maqueda aterrizó al final de la competición en el Festival de Málaga, pero lo hizo con un soberbio estudio de lo macabro en "La desconocida", protagonizada por Manolo Solo y Laia Manzanares. La película, basada en la obra de teatro "Grooming", escrita por Paco Bezerra, comienza con el encuentro entre un acosador pedófilo en redes y una de sus víctimas, una adolescente, en mitad de un bosque. A través de giros de guion, trampas en la narrativa y una cuidada elegancia estética y argumental, Maqueda intenta mezclar las dinámicas del thriller rítmico, á-la-Hitchcock, con los tiempos y presentaciones propias del cine coreano de este siglo.
El director, que ya había firmado antes "#Realmovie" o la siempre recomendable "Dear Werner", se asoma ahora a los abismos de "Hard Candy" o "The Woodsman" para, a través de las hechuras del lobo y la caperucita, o de Alicia en el país de las maravillas, intentar apelar a lo visceral en el espectador. Maqueda, sentado junto a una Manzanares que se mueve con soltura por los varios registros que le exige la película, responde a LA RAZÓN justo antes de que conozcamos el palmarés final de la 26ª. Edición del Festival de Málaga.
Manolo Solo en "La desconocida"
Manolo Solo en "La desconocida"SIDERAL / FILMAXSIDERAL / FILMAX
-¿Cómo se sube Laia Manzanares al proyecto? ¿Cómo sabéis que vuestra protagonista tiene que ser ella?
-Pablo Maqueda: Fue a través de cásting, sí. Fue muy duro, porque con las directoras de cásting vimos como a más de cien actrices. Yo me involucro además mucho, improvisando con ellas. Y nos costó mucho encontrar a la actriz que pudiera ser "La desconocida". Es un personaje muy complejo, con una mirada muy potente. Laia se impuso. Pero una de las cosas más impresionantes fue cuando le enseñé la prueba a Paco Bezerra y me dijo que su mirada tenía la fuerza de Isabelle Huppert en "La pianista". Nos miramos y nos dijimos que ya la teníamos.
-¿Y cómo fue desde el otro extremo de la conversación? El personaje es muy complejo, tiene muchas capas. ¿Cómo le das forma?
-Laia Manzanares: Justamente por capas. Es como hacer varios personajes a la vez, así que construí cada uno por un lado y luego los uní, para ver cuál era más dominante. Teníamos que saber en todo momento en qué personaje estábamos. Y para eso teníamos que conocer bien las motivaciones, qué necesita mostrar al mundo exterior para conseguir lo que quiere.
-Cuando uno está ante una película con un tema tan complicado, ¿cómo se consigue no derrapar? ¿Cómo se afronta el jardín?
-P.M.: Siempre fui consciente de que el tema no es fácil, de que puede incomodar, pero no me asustó nunca. La obra de Bezerra era muy valiente en ese sentido y cuando empezamos a escribir ya teníamos claro que teníamos que ser consecuentes con cómo ha de tratarse al espectador, que es de manera inteligente. Que sea capaz de interactuar con la película. El personaje de Leo, un agresor en la red, no tiene debate, no hay fisuras. Ejemplifica lo terrible. Pero, una vez que esa convención forma parte de la mesa, vamos a arañar dentro a ver qué hay. Vamos a intentar comprender esa oscuridad. Pero es que hay mucha investigación detrás. Soy consciente de lo delicado del tema, por lo que era muy importante para mí acercarme con mucho respeto. Sobre todo, aportando sinceridad entre nosotros. Sentido del humor, también, para poder hablar sin tapujos de las cosas. Hemos re-escrito el guion con los actores, para hablar de todos los aspectos de la historia y poder comprenderla.
-L.M.: Justo estaba pensando en la palabra respeto. Nos metemos en el jardín con mucho respeto, porque creo que hay mucha necesidad de hablar de estos temas que son tabú. Que están al margen del discurso normativo, porque lo que no se nombra no existe. No se puede no estar nombrando el "grooming" o el ciberacoso sexual, porque es algo que está ocurriendo cada vez más. Cada vez hay más casos, con más jóvenes vulnerables en Internet.
-P.M.: Internet es un tema que me interesa mucho, porque ha cambiado nuestra vida. Pero me interesa sobre todo por cómo la ha cambiado para mal, cómo a día de hoy estamos más conectados que nunca pero nuestras relaciones son vacías, son superficiales. Internet ahora mismo es un campo salvaje para los depredadores. Vivimos en una sociedad en la que una niña de quince años es una presa fácil de cualquier acosador. Por ese motivo, teníamos que ser consecuentes, rigurosos con la historia. Nos hemos malacostumbrado, como espectadores, a historias que nos dan la razón. Reafirman nuestras convicciones morales. Pero esta película reta al espectador, deja muchas cosas a su interpretación libre... Creo que le permite juzgar a los personajes casi como si yo plantara un espejo frente a ellos.
Manolo Solo (izda.) y Laia Manzanares en "La desconocida", de Pablo Maqueda
Manolo Solo (izda.) y Laia Manzanares en "La desconocida", de Pablo MaquedaSIDERAL / FILMAXSIDERAL / FILMAX
-¿Cómo se plantean las trampas de la película? Sobre todo, para no pasarse de listo, para no esconderle al espectador algo que ya ha deducido, que ya ha intuido...
-P.M.: La idea era no ser condescendiente. Y aquí es donde cito a mis fuentes, el cine coreano, como referencia más básica. Ya no solo en el thriller, sino también en el cine en general. Es la cinematografía que más me llama la atención a día de hoy. Cineastas como Park Chan-Wook, Kim Ji-Woon o Bong Joon-Ho son capaces de dinamitar los géneros. Nos van llevando como si fuera un parque de atracciones. Drama, thriller, se introduce el humor, luego eso se retuerce y entra el terror. Creo que los giros, en esta película, van asociados también a los giros de género. Trabajamos mucho en ensayos que los personajes fueran mutando, porque yo siento la película como un caleidoscopio. Se va abriendo, se va escapando. Por eso la película tenía que llamarse así. Lo desconocido es algo que habita dentro de nosotros y que, para bien o para mal, es algo íntimo, y puede ser muy luminoso o muy oscuro.
-Quería preguntarte, Laia, precisamente por el trabajo con Manolo Solo. Por ese mano a mano y ese trabajo sobre el miedo, sobre la sensación de control que hacéis en la película.
-L.M.: El texto nos llevaba mucho a ello. Era como una partida de ping-pong, de estar los dos dando y recibiendo. Es que, joder, Manolo Solo me parece uno de los mejores actores de este país y encima es ultra-generoso. Era muy fácil con él. Las palabras te colocaban en un lugar o en otro, aunque tú por dentro tuvieras conciencia de otra cosa, de "sé que tengo el poder, aunque voy a jugar a que no". La palabra es el arma más poderosa de la película.
-Uno de los puntos fuertes de la película es el ritmo. El no dejar respirar a quien la está viendo. ¿Cómo lo encontráis? ¿Cómo dais con los tiempos que necesita?
-P.M.: Tuve muy claro, desde el principio, que quería una película de noventa minutos. Quería un puñetazo en la cara del espectador, porque la obra de teatro era así. La obra era una hora, con Antonio de la Torre y Nausicaa Bonnín, dos personajes y un parque. Nada más. Recuerdo que la segunda vez que fui a verla era solo para fijarme en los rostros de los espectadores, en los momentos más interesantes de la obra, y estaban en shock. Ahí es donde me di cuenta de que había una película y del ritmo que tenía que tener. No se le puede dar respiro al espectador, porque siento que a veces en los metrajes modernos se da demasiado a pie a la reflexión mientras la estás viendo, no después. Yo quería que el ejercicio fuera posterior. Que la persona viviera la película y luego la pudiera sentir. Hay una frase que me gustó mucho de un amigo, que me dijo que era una película pegajosa. Me dijo que te sentías culpable por divertirte. Creo que ejemplifica muy bien la experiencia, porque son personajes complejos que, frente al espejo del que hablábamos antes, invitaban a interactuar con la historia.