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Paco Bezerra, el dramaturgo errante

El autor almeriense regresa a Madrid con su versión de «Las criadas», de Jean Genet, y acaba de recibir el Premio de Teatro Jardiel Poncela

Ana Torrent, Jorge Calvo y Alicia Borrachero (de izda. a dcha.) protagonizan «Las criadas», en el Bellas Artes
Ana Torrent, Jorge Calvo y Alicia Borrachero (de izda. a dcha.) protagonizan «Las criadas», en el Bellas ArtesJesús Ugalde

Paco Bezerra (1978) es un ser errante. Va de aquí a allá sin residencia fija. Hoy Granada, mañana Madrid. Y por el camino quedaron Mérida y México, entre otras tantas. «Me voy moviendo», dice al otro lado del teléfono mientras presume de sus vistas a la Alhambra desde la terraza de su nuevo (otro más) hogar, aunque solo dure «hasta la semana que viene». Si a alguien le da envidia esta vida «que se haga dramaturgo, que, además, no hay que ir a fichar», invita. Pero también advierte: «A veces cansa y, luego, todo el mundo se sorprende de que no tengas casa».

Va por el mismo camino que Julieta Serrano, actriz a que leyó la «laudatio» el pasado verano en Almagro, cuando esta recibió el Premio Corral de Comedias. «Casi 90 años que se explican sin aquello que todo el mundo tiene: casa, coche y un señor esposo», explicaba Bezerra en el Patio de los Oviedo por entonces. Asegura el autor que, «cuando sea mayor», quiere ser como ella. «Y creo que voy por el buen camino», ríe, «aunque, en este momento, estoy bastante contento con lo que he hecho en mi vida. Estoy más feliz que nunca. No me cambiaría por nadie, ni por el yo del pasado. Toda mi vida ha sido un horror hasta ahora».

Y es que Bezerra va empalmando trabajos y reconocimientos casi con la misma soltura con la que cambia de ciudad. Montajes como el que, tras la gira oportuna, repone ahora en Madrid (en el Teatro Bellas Artes), «Las criadas» (con dirección de Luis Luque); o el «Edipo» (también con Luque) que estuvo en Mérida en agosto y que abrió temporada en el Español este mismo año; o la adaptación de su texto «Grooming» al cine... Pero también llegan los premios, como el Jardiel Poncela de Teatro, que concede la SGAE, por «Muero porque no muero (La vida doble de Teresa)», un título sobre cómo sería el regreso de Santa Teresa de Jesús a la España de hoy. Otro trofeo que irá al «museo», como llama a la habitación que conserva en casa de sus padres, en El Alquián (Almería), su tierra. Galardones y libros, «todo lo material», se juntan en un espacio que «da hasta miedo, porque cuando entro parece que he fallecido y están ahí todos mis recuerdos».

«Muero porque no muerto» es un texto que el dramaturgo sacó del cajón durante la pandemia, «donde todavía queda uno sobre Palomares y otros seis o siete en la cabeza». Después de más de cinco años guardado y tras un encargo que nunca se completó por la otra parte, la Santa regresa, ahora sí, a la vida y se da cuenta que, a diferencia de Jesús, que resucitó y tuvo un cuerpo en el que reencarnarse, ella no es más que un espíritu. «Se pone a investigar qué ha sucedido y se entera de que la descuartizaron en mil pedazos y la repartieron por el mundo», explica Bezerra. Lo mismo una muela en México que un ojo en Nueva York.

Así, Teresa de Ávila comienza a «profanarse» a sí misma y comprueba qué ha cambiado, o no, en la España en la que nació y murió. También qué hemos hecho entre todos con su legado: «La mano con la que hizo el voto de pobreza y se comió el pan más duro del convento para dar ejemplo, de pronto, se encuentra engalanada en oro y piedras preciosas; o ella, que se metió a monja sin tener fe por no casarse con un hombre y para huir de las “barras de los varones”, se da cuenta de que se ha convertido en Patrona de la Sección Femenina, donde el objetivo era educar a las niñas para servir a sus futuros maridos». La protagonista del texto va encadenando aventuras hasta llegar, incluso, al Rastro para recitar su poesía, lo poco que le queda, y donde la gente piensa que no es más que una loca que se cree Santa Teresa.

Fue la historia que el dramaturgo remató durante el encierro obligado de la primavera de 2020. Un momento en el que dio con la total «paz interior», comenta. Se transformó en un religioso más, dice: «Fue una batalla que tenía que luchar. Con el mundo lleno de estímulos, un escritor necesita estar solo, tener tiempo y distraerse de eventos y fiestas. Y con la Santa me pasó. Como no había nadie, yo era un monje en un monasterio, mi casa, con un dios, Teresa de Jesús. Estaba en ayunas todo el día. Dejé de beber. A muchos les dio por lo contrario y terminaron alcoholizados, pero yo pensé que tenía que hacer una limpieza: ayunas, agua y té. No necesitaba reponerme de ningún exceso y me pasaba el día escribiendo, sin hablar con nadie. Como era un texto místico, fue como una comunión extraña. Después no quería salir a la calle, al follón, a la toxicidad. Estaba feliz en un estado de espiritualidad completo. Lo que fue una contradicción porque en la calle la gente estaba muriendo y era un horror».

  • Dónde: Teatro Bellas Artes, Madrid. Cuándo: hasta el 9 de enero. Cuánto: de 22 a 28 euros.