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Contracultura

La resurrección de los toros pese al rechazo del ministro Urtasun

Aunque el diplomático se ha proyectado desde que asumió la cartera de Cultura como un acérrimo antitaurino, la revitalización entre la juventud de esta práctica, considerada para muchos un arte, parece algo innegable

Expotur, Madrid, 1965 (Ramón Masats / Visit Spain)
Expotur, Madrid, 1965 (Ramón Masats / Visit Spain) Ramón Masats, VEGAP, Madrid, 2020

«¿Quién ocupará el trono?», pregunta a lo largo y ancho de Sevilla la publicidad de la feria taurina 2024, en carteles protagonizados por potentes imágenes de los mejores toreros del momento –Morante, Roca Rey, Manzanares...– sentados en el sillón de Joselito el Gallo. Una promoción con un evidente guiño a la serie «Juego de Tronos», que participa por tanto de la cultura pop, buscando la atracción del público joven a la Real Maestranza de Caballería, apelando a esta lozana grey con la cuestión inicial. Una feria taurina que se iniciará, como es habitual, hoy, domingo de Resurrección –pese a que la amenaza de lluvia pende del cielo como la espada de Damocles– con un aperitivo de lujo: Morante, Castella y Roca Rey. Y esta fecha, como saben, es el día del año en el que se cumplen los versos que escribió el portuense Pedro Muñoz-Seca a modo de spoiler (un siglo antes de la serie de HBO): «Virgen de la Macarena,/ ponte la cara bonita,/ que ya sabemos to ‘‘er’’ mundo/ que el Domingo resucita».

Viene al cuento hablar de resurrección al hilo del resurgimiento («aggiornamento» le gustaba decir a Gistau) de la afición de los más jóvenes a la tauromaquia, en contra de la creencia general de que la asistencia a las plazas está muy envejecida. Los últimos informes de hábitos culturales elaborados por el ministerio de Cultura así lo desmienten reflejando, un año tras otro desde hace varios, que el sector de la población que más veces acude a los toros está entre los 15 y los 24 años.

"Los antitaurinos hace 100 años tenían los mismos argumentos"

Patricia Navarro

Algo ha cambiado. Un dato que confirma Patricia Navarro, responsable de Toros en La Razón: «Los perfiles de quienes acuden a la plaza han cambiado mucho de unos años hacia acá. Se nota bastante presencia joven, especialmente apreciable a la hora de sacar al torero a hombros, cuando ves incluso a chicos y chicas de apenas 15 años». Patricia, a su vez, rompe el molde del canónico cronista taurino (Barquerito o Andrés Amorós, como epítomes): Ella es mujer, joven y de gustos contemporáneos. Asegura Navarro que dentro del mundo taurino al principio su imagen «chocaba un poco», pero que «ahora está muy normalizada».

Apunta, por su parte, el periodista Chapu Apaolaza, quien fuese portavoz de la Fundación Toro de Lidia, que los jóvenes «acuden a la plaza en busca de la Verdad, huyendo de un mundo virtual velado por las pantallas». A la chavalería, prosigue el donostiarra, «no le interesa el coche o la novia que tenga el torero; van a los toros en busca de ciertos valores que no encuentran en su día a día como la valentía, el compromiso o la honestidad». Rubén Amón, autor del ensayo «Fin de la fiesta: Por qué la tauromaquia es un escándalo... y hay que salvarla», apunta respecto a esta proliferación juvenil a razones de rebeldía: «Es interesante el fenómeno de la afluencia de la muchachada no ya porque aporta optimismo a la regeneración de las gradas, sino porque además sobrentiende un énfasis de rebeldía, precisamente porque el tabú social y el prohibicionismo más alientan el interés de cuanto lo inhiben».

El ministro de "Tortura"

Otro factor a tener en cuenta en relación al enganche a la lidia de esta nueva generación es la aparición en el escalafón taurino de diestros jóvenes, con una imagen pop, que son auténticos ídolos de masas, incitando el fenómeno fan, como el peruano Roca Rey, Pablo Aguado, Juan Ortega (el novio a la fuga) o Gonzalo Caballero. Hemos pasado de que los matadores le brinden el toro al Rey Eméritoa que le lancen la montera a su nieta, Victoria Federica, con la que ha sido relacionado más de uno.

Si fuera por nuestros políticos, los toros ya habrían sido borrados del mapa. Tanto por los de izquierdas (prohibicionistas) como por los de derechas (oportunistas e identitarios). Basta mirar los ejemplos de los dos más recientes ministros de Cultura, Miquel Iceta y Ernest Urtasun (este último confeso activista antitaurino): si el primero puso en marcha un bono cultural joven, para que los chavales de 18 años invirtieran 400 euros en consumo cultural, excluyendo a la Fiesta del mismo; el segundo ya ha declarado en más de una ocasión en ejercicio del cargo que los toros son «tortura».

"El tabú social y el prohibicionismo más alientan el interés de cuanto lo inhiben"

Rubén Amón

Con lo del bono se la tuvieron que envainar porque una sentencia judicial, gracias a una demanda interpuesta por la Fundación Toro de Lidia, anuló la prohibición de gastarlo en tauromaquia. Y el presidente de la propia FTL, el ganadero Victorino Martín, le hizo llegar una carta al flamante ministro de Sumar pidiendo respeto en cuanto a su cargo por una actividad cultural que debe ser defendida y promocionada por el ministerio de Cultura, por Ley.

«Desaparecerán antes sus detractores, los que quieren acabar con ella, que la tauromaquia», asegura Chapu Apaolaza, autor de «7 de julio». Por su parte, Patricia Navarro también es optimista de cara al futuro de la Fiesta: «los antitaurinos hace 100 años tenían los mismos argumentos». Aunque no lo niega: «ahora estamos en un contexto mucho más complicado por el engranaje ecologista». Y regala este aserto: «afortunadamente, la gente hace lo que quiere, no lo que le diga un ministerio». Amón habla de que «son los jóvenes los ciudadanos más sensibles al discurso medioambiental y animalista, pero también los más proclives a cuestionar la señal de prohibido el paso». De nuevo, la transgresión del tabú.

«Si no supiera todo lo que sé de toros, estoy segura que sería antitaurina. Lo más importante es tener información sobre lo que vamos a presenciar», sentencia la cronista de Toros de La Razón. Y añade al respecto del saber de la Fiesta: «La gente que no se acerca a la tauromaquia tiene una idea preconcebida». Precisamente para ello, para dar a conocer la tauromaquia y derribar todas las barreras y prejuicios que hay en torno a ella, nace en 2015 la Fundación Toro de Lidia, que explica los toros, desde la barrera, con en el lenguaje y las armas del siglo XXI: dando la batalla, siempre con una educada pedagogía, hasta en las redes sociales.

«La FTL ha emprendido una estrategia que pretende neutralizar la hostilidad del hábitat sociomediático. Ha demostrado la importancia de armonizar una estrategia. Tanto para divulgar los principios de la tauromaquia como para ejercer la presión política necesaria y diseñar una campaña de apertura a la sociedad», explica Amón sobre la misma. Chapu, que con su verbo cálido y su mirada transparente, ha sido el mejor portavoz que ha podido tener la FTL, explica su labor en la Fundación: «Hablar con las asociaciones animalistas, interesarnos por su labor, facilitarles información sobre el toro y la tauromaquia... Además, llevar a los toros, al callejón de Las Ventas, a gente de diferentes sectores: políticos, artistas, empresarios, periodistas extranjeros...». Volviendo a la pregunta del principio, no sabemos quién ocupará el sevillano trono; pero sí sabemos quiénes llenarán los tendidos de La Maestranza, como lo harán en cualquier otra plaza ya sea Olivenza o Las Ventas: abuelos, niños, hombres, mujeres, pandillas de adolescentes, currelas, empresarios, votantes del PSOE, votantes de VOX, apolíticos... En definitiva, superando el estereotipo que parte del desconocimiento, gente de toda condición.