Buscar Iniciar sesión

Santiago Muñoz Machado: «Quien domina la lengua, domina la sociedad»

El director de la Real Academia Española reivindica en un libro el derecho de los ciudadanos a disponer de un lenguaje claro en los sectores más importantes y relevantes de la sociedad
El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado
El director de la RAE, Santiago Muñoz MachadoJesús G. FeriaPHOTOGRAPHERS

Madrid Creada:

Última actualización:

Un hombre acaba por resolverse en las metas personales. Las obsesiones, logros y objetivos que se propone y acomete de manera frontal, cara a cara. Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, traía consigo una serie de ideas para la Academia que ha ido cumpliendo a lo largo de estos años con una puntualidad cartesiana. Aparte del Diccionario Jurídico, tenía el reto de integrarse en la carrera de la inteligencia artificial, para no descolgarse del futuro, que siempre es más cercano que lejano, y el propósito de ahuyentar telones negros y oscuridades que impiden al ciudadano desenvolverse con el idioma, el castellano, que es la materia con el que se maneja en el día a día. Guiado por ese motivo ha publicado en Espasa un ensayo, «Fundamentos del lenguaje claro», que apunta en esa dirección y que marca los vectores que deben seguirse para conseguir que las palabras sean de todos y no solo de unos pocos.
«El lenguaje ininteligible es el instrumento de conductas inmorales planificadas para abusar de justiciables ingenuos», dice en su libro. ¿Esto está sucediendo hoy en día?
Reconozco que hay ahí adjetivos duros. El lenguaje de los juristas y los legisladores ha recibido siempre críticas por su oscuridad. Lo apuntaron en su día Quevedo y los grandes escritores. También los filósofos ilustrados se pronunciaron contra el lenguaje de las leyes. Este libro trasciende el tema concreto de la Justicia y ahonda, por supuesto, en la necesidad de tener un lenguaje claro. También en sectores como el consumo, la tecnología o la medicina. Se ha convertido en un movimiento universal aplicable a todos los sectores de la actividad social que tengan relevancia para los ciudadanos. Todo lo que es relevante para los ciudadanos tiene que estar expresado en términos claros.
«Si no se entienden los mensajes que se dan, se está expropiando a los ciudadanos de derechos»Santiago Muñoz Machado
¿La oscuridad en el lenguaje ha sido deliberada en ocasiones?
Si se refiere al ámbito de la política, la oscuridad ahí no se practica con el lenguaje, porque requiere un refinamiento y dominio del idioma que no siempre tienen los políticos. La oscuridad consiste en ocultar las intenciones de los programas. Utilizar el lenguaje para tergiversar requiere una técnica lingüística, que no está a disposición de muchos interlocutores. Suele suceder de un modo mucho más burdo. Sencillamente no se cuenta lo que se va a hacer a los electores o a los parlamentos. Se emplea un lenguaje equívoco, no por ocultar, sino por equivocidad.
¿Deberían enseñarse en los colegios nociones de lenguaje jurídico, económico...?
Si tuviera que hacer programas educativos, desde luego, incluiría como una obligación el aprendizaje de unos elementos esenciales. Por ejemplo, los principios en que se basa la Constitución. Enseñar cuál es la norma de nuestra convivencia, la estructura general del Estado, cómo funciona la cosa pública y cómo se hace para defender el interés general. Cuáles son los derechos de los ciudadanos y sus límites, y, por supuesto, sus deberes. Debería formar parte del aprendizaje básico de cualquier ciudadano. Creo que hay programas que contemplan estas enseñanzas elementales, pero no estoy del todo seguro.
¿Es tan grave no disponer de un lenguaje claro?
El lenguaje claro es un derecho de los ciudadanos. Hay derechos que no aparecen especificados en la Constitución, pero que existen y este en particular es un derecho matriz, que está en la base de todos los demás. Si a un ciudadano se le mandan mensajes que no entiende, se le están expropiando derechos constitucionales, se le escapan. Si empleas un lenguaje abstruso corres el riesgo, además, de marginar a personas con discapacidades. Y eso no se puede consentir.
«El lenguaje políticamente correcto es peligroso. No se puede legislar cómo se habla»Santiago Muñoz Machado
¿La sociedad se puede controlar si se tiene a favor la lengua?
Los poderes saben desde siempre que quien domina la lengua, domina la sociedad. Los ciudadanos tienen la libertad de elegir cómo se habla. Esta es la primera de las libertades. No se puede regular la libertad de pensamiento ni se puede regular la de expresión. Hay poderes públicos que ahora pretenden regular la expresión y eso supone entrar en un terreno propio del ciudadano, que no forma parte de las competencias de los poderes públicos. Ahora tenemos el lenguaje oficial que es la versión del lenguaje políticamente correcto, que es una manera de inducir cómo se tiene que hablar en la actualidad. Esto es tremendamente peligroso.
¿Lo ve así?
Ahora existen guías de lenguaje oficial, correcto, inclusivo... Están proliferando esta clase de guías con instrucciones que afectan a la corrección gramatical y la expresión. En este sentido, entran los poderes públicos en terrenos que no les corresponden, aparte de que inducen a confusión, porque se hacen propuestas distintas en partes diferentes de España. Hay algunas interferencias que nos preocupan y que tenemos que tratar de evitar que sigan creciendo. Por eso hemos hecho una guía de lenguaje claro que esperamos que sirva de modelo.
¿El hombre de hoy es más vulnerable a la manipulación del lenguaje?
No lo sé, pero existen más medios de propaganda y una penetración en la vida ordinaria de los ciudadanos que no existía antes. Ahora las redes proporcionan a las personas una tribuna de enorme alcance. Y algunas están encubiertas en el anonimato. Y el odio es expresado siempre cuando se ha podido expresar de un modo clandestino. Ahí es cuando ha prosperado hasta el extremo. Existe el riesgo de que una comunidad se pueda dejar arrastrar por sentimientos inmediatos. Además, el mundo está en las redes al alcance de jóvenes y de ciudadanos que no tienen formación suficiente para tener un espíritu crítico con la información que recibe. Efectivamente, hay una posibilidad de presionar en todos los órdenes.