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Entrevista

Sharon Lockhart, cineasta: "Internet nos ha hecho menos físicos"

La directora y fotógrafa visitó Madrid para ser homenajeada y ofrecer una clase magistral en el marco del Festival Márgenes, como complemento a una retrospectiva de su trabajo cinematográfico.

La directora Sharon Lockhart, a su paso por Madrid para el Festival Márgenes
La directora Sharon Lockhart, a su paso por Madrid para el Festival MárgenesTAMARA DE LA FUENTE / FESTIVAL MÁRGENES

Es el suyo un cine poco convencional, alejado de los cauces comerciales y centrado en la expansión y comprensión de la imagen en movimiento como la más importante de las bellas artes de nuestro tiempo. Sharon Lockhart (EE.UU., 1964) filma postales, cuadros fijos pero no inquietos, que nos acercan a una realidad más sensorial que práctica, sin olvidar lo material. Cualquiera de sus películas, de hecho, podría ser el más crudo de los documentales de corte social, pero la directora elige quedarse con los cuerpos antes que con sus cicatrices. Es como si la responsable de "Rudzienko" (2017), por citar alguno de sus ambiciosos proyectos, hubiera sido capaz de transfigurar (y mejorar, ahora sí con un poso intelectual rico) las ideas de Rothko a la luz de un James Benning. Todo está quieto, nada está inmóvil. "Perdóname si respondo alguna estupidez, el jet-lag me está matando", se disculpa, como si ello fuera posible, mientras nos acomodamos en las tripas del Cine Doré, en Madrid.

La realizadora y fotógrafa, que ha expuesto allá donde sean ustedes capaces de imaginar (desde el Guggenheim de Bilbao o el de Nueva York, al Tate Modern de Londres, pasando por el Museo de Arte Moderno de Los Angeles, Jerusalén o Rotterdam), visitó Madrid hace unos días para ser homenajeada. El Festival Márgenes, cita otoñal de la capital con el cine más atrevido dentro de lo independiente, no solo le abría sus puertas para una clase magistral, si no que además se encargó de dedicarle la primera retrospectiva de su carrera cinematográfica. "Creo que todo mi cuerpo artístico es arte, no lo separo demasiado en fotografía o cine. Hasta esta retrospectiva no me había detenido demasiado en ello. ¿Qué es una retrospectiva cinematográfica? ¿Encajo en ese término? ¿Lo hace mi trabajo? Son preguntas que nunca me había hecho porque jamás, siquiera, había contado las películas que tenía ya hechas. Me sorprendió mucho verlas catalogadas. Es muy interesante volver a reconocer su existencia, y darse cuenta de que muchas abordan temas en los que sigo trabajando", explica sincera la realizadora.

Sharon Lockhart, en el Cine Doré de Madrid
Sharon Lockhart, en el Cine Doré de MadridTAMARA DE LA FUENTE / FESTIVAL MÁRGENES

Homenaje a las realidades ajenas

"No, no las veo", comienza a explicar Lockhart sobre su relación con sus películas, quizá un lugar al que es difícil volver por la carga emocional que implica como creadora. Y sigue: "En cuanto termino de hacerlas, me olvido de ellas. Tiene que ver con mi manera de entender el arte, no tanto como una cuestión de revisión como de perfeccionismo. Soy muy dura conmigo misma cuando las estoy haciendo. Soy la reina de hartarme de mí misma, enfadarme y descartar cosas. Pero una vez descarto algo, no vuelvo a ello jamás. Por eso estoy tan orgullosa de mis películas", completa.

Lockhart, que pisó por primera vez España en 2005 para exponer en Bilbao, se muestra agradecida por cómo se valora su trabajo en Europa e incide en su relación cambiante con las imágenes, esa que en películas como la reciente "Eventide" (2020), por ejemplo, se aleja radicalmente de lo narrativo para citarnos con la oscuridad que rodea a las estrellas: "Lo que más echo de menos es el proceso de investigación a la antigua usanza, eso ha cambiado muchísimo. Ahora casi todo es online. Antes, invertía muchísimo tiempo en librerías y bibliotecas, y eso me generaba una sensación muy cálida, muy bonita, sobre todo al encontrar algo verdaderamente valioso. Internet nos ha hecho menos físicos. Y esa investigación es, también, menos física. Mis procesos de investigación han cambiado, también dándome más tiempo para centrarme en el resultado final, quizá. También siento que es menos reflexivo, porque al no poder imprimirse, no tienes esa sensación que tenías antes, por ejemplo, cuando viajabas con un libro", apunta didáctica.

Célebre por sus meticulosos procesos de preparación, que en filmes como la recomendable "Lunch Break" (2008) o "Goshogaoka" (1998) la han llevado a trabajar durante meses junto a sus actores, todos naturales, Lockhart aporta un poco de luz sobre su método: "¡Es que tiene que ser perfecto! Son películas fotográficas, así que la preparación, la intervención tiene que ser total. Tienes que pensar no solo en el encuadre, si no también en la luz y cómo va a variar en el plazo que te has dado para rodar. Esto también nace también del respeto, por el tema y por las personas que van a estar ahí. Son homenajes a esas realidades ajenas", explica antes de abordar lo etnográfico, lo humano que vive en sus cuadros: "A la gente de las películas sí vuelvo, aunque no lo haga a lo que hayamos filmado. Muchos niños de los que rodé en "Pine Flat" (2006) tienen ahora cerca de 30 años. O pienso en "Lunch break" donde muchos de los trabajadores ya han fallecido. Las películas tienen ese poder de parar el tiempo", se despide elocuente.