El imposible orden al caos
Claudia Faci y Celeste González protagonizan una propuesta de la compañía Matarile que invita a reflexionar sobre lo supuestamente inamovible
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Tres piezas teatrales, nada menos, va a dedicar Ana Vallés a la fragilidad, un concepto que, según la directora escénica, se ha ido colando formalmente desde hace tiempo en sus espectáculos. “La fragilidad es algo fundamental que lo impregna todo, que está en todo lo que hago –reconoce–; así que he decidido ahora plasmarlo abiertamente, hacer una especie de homenaje a ese concepto”. Presentada en Ourense en 2020, “El diablo en la playa”, la primera parte de este trabajo de largo aliento, llega ahora a Madrid, al Teatro de La Abadía, tan solo un mes antes de que se estrene en el Centro Dramático Nacional la que será la segunda entrega de la trilogía: “INLOCA”.
La primera obra toma como punto de partida una idea del filósofo francés Gilles Delauze: “Solo pedimos un poco de orden para protegernos del caos”. Y en esta búsqueda encuentra Vallés la raíz de nuestra fragilidad. “Creo que ese intento desesperado de tener todo bajo control puede dar una idea muy clara de lo frágiles que somos en realidad –señala la directora–. Necesitamos ordenarlo todo; pero sabemos, sin embargo, que todo es mudable, que la vida está dominada por el perpetuo cambio, e incluso diría que también por el azar”.
Esta paradoja ha llevado a Matarile, la veterana compañía que Vallés codirige junto al escenógrafo e iluminador Baltasar Patiño, a explorar en el espectáculo otras ideas estrechamente relacionas. De este modo, cobra importancia una afirmación del cineasta Roy Andersson: “El espacio que rodea a una persona dice más de ella que su propio rostro”. “Yo estoy absolutamente de acuerdo –asegura Vallés–, porque ese plano general te permite ver el contexto de esa persona, te da más datos de ella, te permite entenderla en su totalidad”.
Y en ese plano más general debemos entender la figura del diablo; un plano ocupado por Claudia Faci y Celeste González, las dos actrices –ambas con amplia formación en danza– protagonistas de una pieza que, como todas la de Matarile, se caracteriza por la mixtura de los lenguajes escénicos que emplea. Apartándose de la “narratividad clásica” y de la identificación actor-personaje, la obra trata de generar una serie de estímulos que, según Vallés, “interpelan directamente al espectador” para que sea él quien ponga en relación, quizá de otra forma, lo angelical y lo diabólico: “Hay que pensar que el diablo es tan solo un ángel, un ángel caído porque ha desafiado al poder establecido; en este sentido, es alguien que también es capaz de imaginar otros mundos y de provocarlos”.
- Dónde: Teatro de la Abadía, Madrid. Cuándo: hasta el 12 de diciembre. Cuánto: de 9 a 21 euros.