Crítica de «La francesa Laura»: El reestreno de Lope
Autor: Lope de Vega. Directora: Marta Poveda. Intérpretes: Macarena Molina, Martín Puñal, Manuela Morales, José Juan Sevilla, Sheyla Niño. Teatros del Canal, Madrid. Hasta el 17 de diciembre de 2023.
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Feliz salto de la actriz Marta Poveda al mundo de la dirección asumiendo un reto, el de llevar a escena La francesa Laura, que no era, precisamente, el más cómodo ni el más sencillo para debutar. Y no lo era, entre muchos, por dos motivos fundamentales: el primero tiene que ver con la responsabilidad de ser la primera persona que sube a las tablas una desconocida obra que se consideraba anónima y que, de acuerdo con las últimas investigaciones, ha resultado ser nada menos que de Lope de Vega; la otra dificultad estriba en la naturaleza formal y conceptual de la propia obra, que en un principio se ajusta a los moldes de la comedia palatina, pero poco a poco se va convirtiendo en un incómodo drama de honor y celos con un desenlace muy controvertido si lo analizamos bajo nuestra perspectiva contemporánea.
La función cuenta la evolución de la relación amorosa entre el conde Arnaldo y una dama llamada Laura; una relación que se verá gravemente amenazada por los celos cuando el delfín de Francia decida seducir a la joven y empiece a intrigar para romper como sea los lazos que unen a la pareja.
Con gran experiencia interpretativa ya en el teatro clásico, Poveda ha sabido leer y desmenuzar los significados de la obra para hacer que la acción principal discurra con ímpetu y claridad en un espacio sin artificios que ha sido concebido emulando el famoso Corral de Comedias de Almagro. Además, la directora ha logrado conciliar, sin traicionar el texto –podría incluso haber sido más drástica en el lenguaje corporal de la protagonista-, el final convencional y feliz que ofrece Lope con la sensibilidad moral de nuestra sociedad hoy en día.
Dejando de lado cierta precipitación en el ritmo durante la primera jornada, algo disculpable el día del estreno, que es cuando yo vi la función, y que probablemente se habrá corregido cuando salga esta crítica publicada, los actores que vienen trabajando de manera habitual en los últimos tiempos para la Fundación Siglo de Oro –productora del montaje- cumplen correctamente en su cometido de hacer que la historia se entienda y se siga con interés; pero es verdad que el texto posee sobrada belleza para que un elenco más ducho en el manejo del verso hubiera exprimido más la belleza poética de algunas escenas y hubiera profundizado más en algunas razones y sentimientos. Dentro de esa compañía que podríamos llamar ‘estable’, vuelve a destacar, muy por encima del resto, Manuela Morales, que interpreta aquí a la secundaria Flordelís. Afortunadamente, esta vez se ha sumado a ese elenco fijo un actor foráneo como Agus Ruiz, que sí sabe aprovechar las posibilidades que le ofrece el complejo y protagónico conde Arnaldo. Hay que señalar que tanto él, a nivel particular, como toda la propuesta en general, ganan a medida que avanzan los minutos y el drama se impone a la comedia. Es entonces cuando todas las intenciones y emociones están mejor calibradas y emergen sobre el escenario con la cadencia y el peso más oportunos. Cabe destacar, por último, el discreto vestuario que ha diseñado Gloria Caballero, en perfecta consonancia con esa idea de desnudez espiritual con la que parece que ha querido trabajar la directora.
Lo mejor:
La obra está bien contada y lo estará más aún a medida que aumente el número de representaciones.
Lo peor:
Algunos movimientos coreografiados, aunque vistosos y elocuentes, no terminan de acoplarse al tono de la acción.