Luque y Fridman

Europa baila para librarse del rapto

Luis Luque se alía con Sharon Fridman y se introduce en la danza con el mito de la Grecia clásica

La Sala Max Aub del Matadero se llena de humo, láseres y cuerpos para recrear el mito clásico de la princesa fenicia raptada por un «hermoso toro blanco» (Zeus)
La Sala Max Aub del Matadero se llena de humo, láseres y cuerpos para recrear el mito clásico de la princesa fenicia raptada por un «hermoso toro blanco» (Zeus)Javier Naval

Decía Juan Luis Arsuaga en una entrevista de esta misma semana en LA RAZÓN que a los seres humanos de hoy nos suele gustar más la belleza animal que la propia. «Es una encuesta que me gusta hacer», defendía al tiempo que hablaba de un «cambio de parecer» desde los tiempos de la antigua Grecia. «Allí decían que nosotros somos el animal más bello. Nadie pensaría lo contrario», continuaba. Sin embargo, las normas están para romperse; y los mitos, para magnificar ese cuento que alguna vez se imaginó, como el del rapto de la Europa. Una historia en la que, para revés del paleontólogo, Zeus adoptó la forma de un «hermoso toro blanco» –dice la leyenda– para seducir a la princesa fenicia. Y, como la carne es débil, la joven Europa cayó en la trampa pese a no tener las hechuras del Diadúmeno: vio a la res mientras recogía flores, acarició sus costados, comprobó que era manso y decidió montarse en el toro. Fue ahí cuando Zeus corrió y nadó hasta la isla de Creta, donde revelaría su verdadera identidad y lugar en el que Europa pasaría de princesa a reina, aunque nadie le hubiese preguntado sus deseos.

Más tarde, Heródoto trataría de humanizar el mito cambiando al toro por unos marinos cretenses, pero dentro de la mitología siempre queda mejor lo inverosímil. Y en esta pauta se apoyan ahora Sharon Fridman y Luis Luque –coreógrafo y director teatral, respectivamente– para dibujar su propio cuento (Europa) en las Naves del Español: la Sala Max Aub se va casi a negro. El humo hace que la penumbra se adueñe del espacio. Son solo unos segundos. Una suerte de Europa se desliza de derecha a izquierda muy lentamente. Va a lomos de una plataforma que la lleva hasta la «isla». Los láseres se multiplican con los espejos en los que chocan y toman el protagonismo junto a la todavía princesa. El rapto de Luque y Fridman ha comenzado, y lo que en su día eran nombres clásicos y rimbombantes hoy son seis bailarines sin voz más allá de su cuerpo.

Anna Benedicte, Joan Ferré, Cristian González, Julia Kayser, Melania Olcina y Beatriz de Paz son las piezas de este «espectáculo conceptual y minimalista», presentan, en el que se multiplican los diferentes lenguajes plásticos, y donde el sonido, el movimiento y la luz funcionan como signos poéticos. Para Fridman, «Europa no es un lugar, es una idea, una búsqueda sobre cómo ser un individuo libre, único y diferente en un lugar que quiere construirse como una unión». «En el proceso de investigación, descubrimos la gran metáfora del mito: el de una mujer raptada por un poder masculino divino. Eso nos proporcionó un imaginario que resonaba dentro de nosotros. Nos interesaba explorar el rapto como elemento violento sobre una mujer y sobre un pueblo», cuenta el director en una función que nos lleva de lo mitológico a imágenes actuales a las puertas de Europa. «El espectáculo no es una explicación del mito de Europa, pero el mito está en la base dramatúrgica de este viaje».

Cómo vivir en comunión y, a la vez, conseguir una voz propia es otra de las ideas que atraviesan este espectáculo de danza en el que Luque se estrena en el mundo coreográfico y en el que, como él mismo reconoce, se ha «liberado»: «Este es un lenguaje en el que, al quitar el realismo de la situación dramática, tienes que buscar otros recursos para comunicar. Los directores de escena estamos atrapados por la justificación de los personajes, qué quieren o por qué entra en ese momento. Aquí, el subconsciente habla de una manera distinta», cuenta de un montaje con música original de Luis Miguel Cobo, diseño de iluminación de Felipe Ramos y Fridman, diseño de espacio escénico de Monica Boromello y diseño de vestuario de Raúl Marina.

En la obra «conviven una mirada plástica y coreográfica sobre los conceptos que emergen de la idea de Europa, enfocados en la búsqueda de la particularidad en medio de la unidad. Puede ser un rapto, pero también es construcción, unidad, salvación y herida. Es un poema a partir de una pérdida tan honda que solo puede rondarse; un paradigma de luz. Y, por tanto, también es sombra», firma la dupla como carta de presentación.

  • Dónde: Naves del Español (Matadero), Madrid. Cuándo: hasta el 4 de junio. Cuánto: 20 euros.