"Amadora"

María Velasco y Tulsa, un espectáculo por las mujeres que no serán

Las dos artistas se unen bajo el paraguas del Festival de Otoño para presentar una obra híbrida: canciones compuestas por una y textos escritos por otra

Celia Bermejo (en la imagen) comparte escena con Socorro Anadón y Carmen Mayordomo
Celia Bermejo (en la imagen) comparte escena con Socorro Anadón y Carmen MayordomoM. Velasco

María Velasco habla de su Amadora como "un cuentito muy sencillo", una obra al alimón con Miren Iza –alma del grupo musical Tulsa–, que se adentra en la cotidianeidad de una mujer que se redescubre a partir de un dolor. "Es ahí donde atisba otras posibilidades de vivir", explica la dramaturga y directora del montaje que se estrena en los Teatros del Canal (11 y 12 de noviembre) y que también visitará el Real Coliseo de Carlos III, en San Lorenzo de El Escorial (18).

Socorro Anadón, Celia Bermejo y Carmen Mayordomo protagonizan una trama que nace del impulso de Iza de "ir más allá del formato musical", explica Velasco. La cantante empezó a escribir a la autora –de la que había leído Parte de lesiones (La Uña Rota) y visto Talaré a los hombres de sobre la faz de la tierra– y esta recogió el guante: "Desde la segunda cita todo fue una especie de fiesta, de comunión íntima. Amanecimos juntas hablando de lo divino y de lo profano, de este proyecto, de muchas cosas en común".

Miren Iza tenía muy presente el mundo teatral, de hecho, ya había trabajado para Lucía Carballal en Las bárbaras, y la apuesta fue clara por levantar una obra en la que la música de Tulsa y las palabras de Velasco se dieran la mano, aunque advierten: no es ni concierto ni teatro musical. ¿Entonces? Son canciones compuestas por la primera y textos escritos por la segunda, que además dirige. Una propuesta, que califican de "abierta", donde conviven músicas con monólogos, espacios sonoros con diálogos, acciones con atmósferas, poniendo "el foco en aquellas mujeres atrapadas en lo invisible, universalmente necesitadas e ignoradas, que reclaman de manera indirecta, con dolores, tensiones y ansiedad, el respeto que se les ha negado", explican.

María Velasco y Miren Iza (Tulsa)
María Velasco y Miren Iza (Tulsa)Jorge Sierra

Virginia Wolf cobró fuerza como inspiración. Ante la duda de qué hablar, la escritora británica sirvió de apoyo con su "pensar en el futuro a través de nuestras madres". Por lo que, como cuenta Velasco, se creó un personaje a partir de las mujeres de su entorno, "dedicada a quienes nos íbamos a parecer todavía más a partir de los 33": madres, tías, abuelas...

Amadora toma así fuerza en el centro de la escena como una "heroína de andar por casa", cansada, dolorida y en constante repetición (para sí misma y para los demás) del estribillo "no me puedo quejar". Siempre "a merced de los deseos ajenos y dispuesta, no sea que se encuentre de pronto con que nadie la necesita", defienden. "Uno de los ejes temáticos de la pieza es, no en vano, el llamado síndrome de Wendy, que afecta sobre todo a las mujeres, identificado con esa excesiva preocupación por satisfacer y los enormes sacrificios que buscan evitar el abandono". También el dolor se pone encima de las tablas, esa "compañía silenciosa" que estigmatiza a tanta mujer madura como enferma sin diagnóstico. Dolores de los que sabe bien Miren Iza –psiquiatra además de artista– y que, "por ser asociados fundamentalmente a las mujeres, no están tan estudiados, tan investigados, pero sí medicalizados hasta la adicción, para mayor gloria de las farmacéuticas": "Me mecerá en sus brazos el diazepam, el tramadol me susurrará, me enroscaré en la cama como un animal, hasta que el león se canse y me deje en paz", canta Tulsa.

Velasco, por su parte, señala en el texto a nombres que parecen una premonición. "Nombres que predestinan, expectativas que acompañan", dice: "Tengo miedo de convertirme en un lugar común a pesar de tener un nombre propio. Hay nombres que son un correctivo. Peores que el pecado original o que el dolor de muelas o el de oídos: Soledad, Angustias, Dolores, Socorro... Amadora no es mejor".

Y Josefina Gorostiza, desde la coreografía, se convierte en la "tercera pata" del "show", insiste la directora de un montaje producido por Teatro Kamikaze y que también se introduce en los roles habituales de la mujer en la institución familiar tradicional: "Fregona, 'nanny', médica sin MIR, chamana, 'personal shopper' o chica de los recados, documentalista, dietista, secretaria y chica para todo, esposa y madre".