
Sábado de Gloria en Málaga
Fortes vuelve a hacer la magia; Ortega y Roca, en figura en la Picassiana de Málaga
El peruano y el malagueño salen a hombros en la Corrida Picassiana

Y por fin se pudo celebrar la corrida del Sábado de Gloria en honor a Picasso. El llenazo, el «no hay billetes» y el sol compensaron la suspensión del año anterior. Roca Rey, Jiménez Fortes y Juan Ortega en el cartel antes de que algunos de ellos den el salto a México, a la bella e inigualable plaza de Aguascalientes que esta semana ha dado un emocionante paso al frente para declarar su Feria de San Marcos Bien de Interés Cultural y protegerla en tiempos difíciles, en estos que la libertad es un bien que defender. Nunca fuimos ni tan pobres de mente, tan cortos de ideas, ni tan obligadamente iguales. La plaza de La Malagueta, que ya es preciosa de por sí, lucía en honor al pintor malagueño que curiosamente era un amante de la fiesta de los toros y lo exhibía sin complejos, también en su obra. ¿Lo negarán esto también los nuevos Urtasun y compañía? O igual es que Picasso tampoco desde su corta perspectiva pertenece a la Cultura. Su obra y legado se vivió y escenificó en la corrida que llevaba su nombre. El cartel anunciador del festejo y los burladeros y tablas de la plaza estuvieron decoradas por el artista Pablo Alonso Herráiz, uno de los pintores vanguardistas más importantes.
El viento molestó como si fuera su último aliento solo que cuando se trata de la tauromaquia es también un ultimátum, un arrebato, un aviso de tragedia en cada segundo que pocos están capacitados para asumir. Por eso cuando Saúl Jiménez Fortes se puso con el primero, que tenía su incertidumbre, difícil de valorar con el vendaval, con esa verdad tan auténtica, emocionaba porque era capaz de desafiar la fortuna, la trayectoria del viento, la mirada del animal o que el toro tuviera la desventura de dejar la puerta abierta a los infiernos y eso en la vida real, lo que ocurre más allá de la puerta de la plaza, es un milagro. Anduvo firme y sincero, en el mundo de la rapidez y los filtros. Es mucho.
La faena de Ortega
A Juan Ortegale persiguió el viento como el diablo y la cortedad del viaje del segundo toro que no quería ir mientras que su muleta quería detener el tiempo. Era un viaje fatal ante la vista de los espectadores. Un querer y no poder. Cuando Ortega vio que la cosa no avanzaba tiró por la calle del medio y abrevió.
Las dos orejas de Roca Rey

En el centro del ruedo se fue Roca Rey como si el día fuera espléndido. Y ahí hizo toda la faena. Tuvo bondad y buenas intenciones el tercero que más hubiéramos valorado sin el vendaval. A Roca no le importó. Hizo el toreo fundamental por ambas manos y tiró después por su repertorio de cercanías, que acaba con el corazón de los espectadores. Los estatutarios fueron el ocaso antes de meter la espada (caída). Y Málaga era suya. La faena tuvo temple y verdad. Saúl salió a comerse el mundo en el cuarto y se lo devoró. Con despaciosidad, torería y ganas de ser. Maravilla. De rodillas en el comienzo, pero lo divino vino después. Los comienzos nos hablaron de la exposición, de una declaración de intenciones, después fue la cadencia, la belleza de los tiempos, de otros tiempos, el toro tenía un embroque con un ritmo maravilloso para ceder en el embroque y depurarle la embestida. Eso hizo porque lo lleva dentro, lo ha degustado y es torero. Lo gozó y lo gozamos en los tendidos. El temple y el ritmo eran uno. Una delicia verlo así. Después llegaron los circulares. Siempre estuvo el torero. A Fortes hay que verlo más empresarios. Hace lo eterno. Y lo hace despacio. De rodillas los finales para desquitarse de este mundo hostil en el que no se premia lo bueno solo el sistema, pero el toreo hierve por dentro. Premiado con la vuelta el toro.
La gran faena de Ortega
Con el quinto, de buen ritmo y media arrancada, Juan Ortega hizo la magia por una simple razón: detiene el tiempo. Despacio. De a pocos para poder gozar de la construcción. No lo vimos venir sí lo pudimos disfrutar, deleitar, ocurría todo tan lento, que aquello era un disfrute para los sentidos. Tragó el toro que era más bronco en los inicios y con el ritmo del embroque Ortega se creció y nos dejó una faena preciosa. La cadencia, los tiempos, la belleza de quien es torero por sentido único. Un pinchazo precedió a la estocada y a estas alturas con la faena de Fortes y Juan ni sabíamos del viento. Roca quiso con un sexto menos claro. La tarde ya había sido. Y fuimos felices.

Ficha del festejo
Málaga. Toros de Álvaro Núñez. El 1º, manejable, 2º, complicado; 3º, noblón; 4º, de buen embroque, gran ritmo y premiado con la vuelta al ruedo; 5º, media arrancada con mucho ritmo; 6º, sin final. Lleno de «No hay billetes».
Jiménez Fortes, de verde y oro, estocada que hace guardia, pinchazo, estocada, cuatro descabellos (silencio); estocada caída (dos orejas).
Juan Ortega, de canela y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); pinchazo, estocada (oreja).
Roca Rey, de blanco y oro, estocada caída (dos orejas); pinchazo, estocada (ovación).
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